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¿Alguien ha visto a Valentino?

Sí, ya sé que hay un tipo vestido de rojo que anda por el box de Ducati. Se le parece mucho, lleva el 46 en el carenado, el sol y la luna es la decoración de su casco y una eterna sonrisa le acompaña pase lo que pase, pero ¿estáis seguros de que es él?

Seguro que alguna vez os ha pasado aquello de llegar a un sitio donde has quedado con un amigo pero no acabas de dar con él. Cuando preguntas la respuesta es – “estaba aquí hace un momento” – y sigues buscando con la sensación de que está cerca pero no le ves. Esto es lo que me pasa con el 46 desde su cambio de fábrica, se le parece mucho, pero no es él.

Ni nosotros encontramos a Valentino ni él tampoco se acaba de encontrar con la Ducati. Acostumbrado a pilotar motos japonesas durante toda su carrera, la italiana es un nuevo y horrible mundo para él, pese a que los esfuerzos de la fábrica de Borgo Panigale por hacer de la Desmosedici la más oriental de la historia son innegables. Han abandonado el chasis monocasco, han girado el motor, lo han adelantado, han movido el cigüeñal, han aumentado el efecto giroscópico, han variado la ubicación del depósito de combustible… Hasta cuatro motos en un año y medio ha fabricado Ducati, I+D financiado por Philip Morris, para satisfacer el pilotaje del genio de Tavullia… algo que de momento no han conseguido. Después de la carrera de Losail empecé a pensar que nada le va a complacer a Rossi, salvo que le pinten una Yamaha M1 de rojo.

El masivo seguimiento que tiene tanto por los fans como por la prensa hace que la presencia del 46 sea necesaria, y como no aparece en la pista, se le ve con inusitada frecuencia hablando con unos y otros periodistas, lo que muchas veces no es la mejor fórmula. Son terribles sus declaraciones después del desastre de Losail donde vivió su Titanic (o Costa Concordia, por llevarlo al terreno italiano) particular después de un largo periodo de desastres, calamidades y sufrimientos. En esos cinco minutos de charla a la prensa le dio tiempo a cargar contra Ducati y hasta contra Hayden y Barberá. Injusto para sus compañeros de marca que no son responsables de que Valentino no sea capaz de ir tan rápido con la Desmosedici como ellos, pero sobre todo totalmente injusto para la fábrica que se está volcando para satisfacer sus necesidades.

Las cosas van a peor después de los cronometrados de Jerez donde Hayden clasifica tercero mientras que Rossi hace decimotercero, detrás de toda moto oficial o satélite de la parrilla y solo por delante de CRTs. Es más, De Puniet también con una CRT queda por delante de él. Parece increíble, si me lo cuentas antes de los test de pretemporada no me lo creo. Que Hayden vaya bien y declare: “Esta es la Ducati con más potencial que he llevado nunca” mientras que con el mismo material un cariacontecido 46 dice: “Con mi estilo de pilotaje soy incapaz de llevar esta moto” es terrible para Valentino porque demuestra que la moto no es tan mala: simplemente él no sabe sacarle rendimiento. En carrera más de lo mismo, Valentino hace noveno a 6 segundos de su compañero y más de 34 del ganador.

Después de este martirio de año y medio, tengo dos cosas claras. La primera es que a Valentino Rossi no se le ha olvidado pilotar motos, creo que los que opinan que ganaba porque tenía las mejores motos están en un error. Aunque sí que es cierto que ahora tiene rivales mucho más fuertes, como él mismo ha acabado por reconocer. Desde mi más sincero respeto a Gibernau y Biaggi, los actuales Stoner y Lorenzo están muy por encima. La segunda es que esta moto va a ser la tumba del nueve veces campeón del mundo, y no es porque no funcione, que ahí está Casey Stoner como mejor piloto de la era de las 800, sino porque simplemente no es moto para él y no ha sabido hacerse con ella.

Valentino va a salir de esta fábrica en cuanto pueda ya sea por lo civil o por lo criminal. De hecho, si sigue subido en la “ducatona” es porque el contrato con Ducati tiene cláusulas que impiden la ruptura, a no ser que la decisión sea bilateral. Y aunque el dúo Ducati-Valentino se llegaran a poner de acuerdo, ambos se deben a grandes patrocinadores que pagan el I+D del primero y los 30 millones anuales (cifras estimadas) de los contratos del segundo. Una pescadilla que se muerde la cola pero en versión contractual, no obstante diversos medios no descartan que el divorcio pueda llegar a mitad de temporada. Suceda lo que suceda lo sabremos muy pronto, este es año de renovaciones de muchos pilotos y las fábricas ya están moviendo ficha.

De cara al año que viene se dicen muchas cosas, empezando por el Tech-3 de Poncharal y acabando con la compra a Yamaha de una moto y montar un equipo privado. El único italiano con más títulos que Rossi, Giacomo Agostini, preguntado por esta cuestión lo dejó muy claro:“Es difícil ser un piloto privado, porque una vez que has tenido tratamiento de piloto de fábrica es como un paso atrás. Los fabricantes disponen de recursos que un equipo privado nunca puede igualar, ni durante el fin de semana, ni en términos de investigación y desarrollo”. Hay que hacer muy mal las cosas en los despachos para que después de ser el mejor piloto de la era contemporánea, después de ganar nueve títulos mundiales, no tengas moto oficial para el año que viene.

Siempre recordaré el cartel después de su accidente en Mugello: “Sin Vale no vale” rezaba en italiano. Y no es que crea que un mundial sin el 46 no valga, pero sí que mundial sin Rossi es menos mundial. Para este campeonato lleno de cambios, nuevos reglamentos y motos de todo tipo, es bueno que vuelva a estar delante, ya sea con Ducati o con Yamaha, para revalorizar una competición que sin él pierde al mayor icono del motociclismo de los últimos tiempos.

Espero que después del suplicio en forma de 16 carreras que tiene por delante, le queden ganas de seguir compitiendo y no de colgar el mono. Porque, como os contaba antes, este no es el Valentino que todos hemos conocido, se le parece en el físico, se le parece en las formas y hasta lleva su inmortal 46, pero no es él.

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