ĀæQuiĆ©n no ha soƱado alguna vez con visitar un centro de investigaciĆ³n y desarrollo del que salen algunas de la motos mĆ”s veloces del planeta? ĀæQuiĆ©n no ha soƱado con estar rodeado de las motos veloces del pasado? ĀæQuiĆ©n no ha deseado ver los secretos de un motor de MotoGP? Pues nosotros hemos tenido la suerte de poder juntar todos estos deseos en uno y, lo mejor, cumplirlos gracias a Aprilia, que nos abriĆ³ las puertas de su secretĆsimo “Reparto Corse”, el lugar en el que se crean las motos que terminan llegando a pista y desde el cual se han ganado un total de 54 Campeonatos del Mundo entre 125, 250 y Superbikes.
Cuando llegas a Aprilia, sinceramente, te parece estar ante un concesionario potente. Una gran y veterana nave industrial, con escaparate en el que se muestran algunas motos a modo de reclamo. Sin embargo, cuando cruzas las puertas todo comienza a tomar otra forma, fotos histĆ³ricas de Aprilia, trofeos de otras Ć©pocas, salas de reuniones con nombre de circuitos… AĆŗn asĆ nada que llame especialmente la atenciĆ³n. Sin embargo, el paraĆso se encuentra muy cerca de allĆ, a sĆ³lo unas puertas, separado por unos centenares de metros, por detrĆ”s de la vetusta nave industrial.
DespuĆ©s de andar entre los entresijos de las oficinas y salas, despuĆ©s de cruzar una nave repleta de modelos antiguos producidos por Aprilia, se llega a una zona industrial que nada tiene que ver con lo anterior. Una serie de naves modernas en las que estĆ” instalado el Reparto Corse, el lugar desde el que se diseƱan, ensamblan y prueban los modelos de competiciĆ³n de la firma italiana. Justo en ese momento uno comprende aquello de que dejarse llevar por las primeras impresiones no siempre es acertado.
SBK de la Ćŗltima era… es un no parar. Es tanta la historia que guarda entre sus muros, que en cualquier lado te encuentras una Aprilia digna de exposiciĆ³n como el puƱado de 125 de Bautista, Talmacsi, Di Meglio y Pesek… Ā”tras un mostrador! o la Ćŗltima 250 del propio “Bati” detrĆ”s de una puerta en medio de un almacĆ©n.
Superada la impresiĆ³n, la gente de Aprilia te lo deja claro “a partir de aquĆ no se pueden hacer fotos salvo que te lo digamos”. A los pocos metros entiendes las razones, ya que te encuentras los bancos de pruebas en los que los tĆ©cnicos trabajan para afinar al mĆ”ximo el rendimiento de todas y cada una de sus motos de carreras y tambiĆ©n la de clientes que quieren contar con las mismas preparaciones que los pilotos oficiales. AllĆ, con dinero, todo se compra o se vende (depende cĆ³mo se mire). Cada banco de pruebas tiene una funciĆ³n, algunos sĆ³lo para el motor, otros con la moto completa… Todo en un pasillo de ensueƱo, en el que despuĆ©s de los bancos de pruebas se encuentra el departamento de electricidad, mientras que a la derecha del pasillo nos encontramos diferentes almacenes y puntos de ensamblaje de las motos de competiciĆ³n, porque ninguna Aprilia de serie se produce en Noale, al igual que la mayorĆa de componentes de las motos, que se fabrican fuera por motivos econĆ³micos. Eso sĆ, el torno industrial de toda la vida, asĆ como diferentes mĆ”quinas de mecanizado siguen estando allĆ y trabajando a pleno pulmĆ³n.
RSV Mille ex-Haga dejada un poco de lado, viendo como los aƱos pasan sobre sus carenados que ya empiezan a despegar su pegatina. Aunque no nos requisaron los mĆ³viles ni las cĆ”maras, tenĆan que estar guardadas, y la razĆ³n es fĆ”cil, cuando franqueamos la puerta, ademĆ”s de cientos de piezas del motor de las MotoGP, estaba el plano con el despiece delante nuestra. Lo que mĆ”s llama la atenciĆ³n de esa sala, donde habĆa tres operarios trabajando a pesar de ser viernes por la tarde, es la pulcritud y el orden que hay. Todo en su sitio, todo limpio, con herramientas especĆficas para que todo estĆ© montado a la perfecciĆ³n. La triste realidad es que no nos dejaron recrearnos mucho, fue la parte de la visita mĆ”s corta y la que puso fin a nuestra experiencia.