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Las motos más feas de la historia (I): Ossa Urbe 250

Fotos: SMN
Hoy iniciamos la saga de esas motos que nos han marcado... por su fealdad. Más "incómodas de ver" para unos que para otros, el consenso ha dejado claro algunas "joyas" de la historia motociclista realmente memorables. ¿Recuerdas alguna en especial?

En 1980 las fábricas españolas atravesaban graves problemas. En Ossa se dieron cuenta que las ventas de motos de campo ya no eran las de antaño: la competencia extranjera aprieta de veras y algo hay que hacer. Volvieron la vista al asfalto.

Entonces encontraron lo más lógico en momentos de crisis: una moto de carácter urbano, limpia y económica, que a ser posible usara elementos ya “a mano” para limitar la inversión. Significativo es que el nombre de esta idea en la fábrica fue “proyecto crisis”. Cuando la idea tiró para delante, surgió una moto con carrocería integral, con maletas integradas y un portabultos entre el carenado y el manillar… una mezcla entre scooter y moto, una idea que ya se había empleado por otras marcas en el pasado y que en el futuro volveríamos a ver. ¿Qué es si no, el (la) Honda Integra?: mismo concepto, aunque estéticamente menos “crítica”.

La moto era buena idea, pero las líneas de la carrocería “ultramodernas” y talladas a “hachazos” no convencieron. Eso, junto a un precio bastante desorbitado, limitaron mucho la difusión de esta moto. Se comercializó entre 1982 y 1984, y su producción no alcanzó las 500 unidades.

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