Todavía faltaban cuatro temporadas para que naciera la GP7, la maravillosa bestia de 800 cc que fue capaz de destrozar a cualquier moto japonesa que se le pusiera por delante, pero los primeros pasos de Ducati hacia su único Mundial de MotoGP empezaron a darse con una esperanzadora victoria en el Circuito de Montmeló.
La entrada de Ducati a la máxima categoría del motociclismo de velocidad fue una alegría para todos los aficionados al mundo de las dos ruedas. Fue también el sueño hecho realidad de Filippo Preziosi: la GP3 era una Ducati en toda regla, con su chasis multitubular, motor en L a 90º y sistema de distribución desmodrómica.
La Ducati GP3 fue también una moto que destacó muy pronto por su velocidad. Pero cuidado, porque Montmeló es un circuito muy completo que no solo tiene una larga recta, y por lo tanto cualquier moto que gane allí tiene que saber hacerlo todo, y bien. En las cinco primeras carreras de 2003, Troy Bayliss y Loris Capirossi ya sumaron tres sorprendentes podios. El GP de Catalunya era la sexta cita de la temporada.
2003 fue el último de los demoledores años de Valentino Rossi en Honda. En las dos temporadas anteriores, Il Dottore había acumulado ventajas de 106 y 140 puntos al frente de la clasificación final. Nadie podía poner en duda su superioridad, ni siquiera Max Biaggi o Sete Gibernau, aunque lo intentaron de todas las maneras posibles.
El GP de Catalunya de 2003 fue algo alocado. Rossi había obtenido con solvencia la pole position, acabó firmando la vuelta rápida y en realidad fue el dominador de la carrera, pero Loris Capirossi supo aprovechar el único error del Dottore para llevar su Ducati hacia el primer escalón del podio. Fue cuando Rossi intentaba recuperarle la posición en la curva Repsol. El piloto de Honda se fue a la grava y, aunque pudo regresar a pista, cayó hasta la sexta plaza cuando faltaban 7 vueltas para concluir.
Biaggi y Gibernau estaban convencidos de que iban repartirse el botín del podio cuando Rossi se puso a marcar una vuelta rápida detrás de otra hasta que los alcanzó a falta de 3 vueltas. Primero pasó a Biaggi, y en la frenada de final de recta a Gibernau. Después se fue a por Capirossi, con el que le separaban 3 segundos, pero ya era demasiado tarde. Biaggi también lo intentó, pero forzó tanto que se fue a la grava a la entrada al Estadio. Er la primera victoria de una Ducati en un Gran Premio de MotoGP, y por supuesto no fue la última.
En 2004 la Desmosedici mejoró todavía más y se convirtió en una verdadera bala roja capaz de alcanzar los 347,4 km/h en los test IRTA que se desarrollaron en el Circuito de Catalunya. Pero entonces también comenzó la difícil solución a una incontrolable entrega de potencia que parecía superar a cualquier piloto que se subiera a ella… hasta que llegó Casey Stoner.
