Cuando MV Agusta y Mercedes llegaron a un acuerdo en 2014, por el cual la marca alemana adquiría el 25 por ciento de las acciones de la sociedad, esta suponía una importante inyección económica para el fabricante italiano que permitiría su expansión y consolidación. Pero año y medio después, la situación en MV Agusta es muy delicada. Su rápido crecimiento (ha pasado de 30 a 100 millones de euros de ingresos) atrajo a Mercedes, pero su deuda sigue siendo importante, alcanza los 40 millones de euros, y carece de la liquidez suficiente para afrontar pagos a proveedores.
MV Agusta ha solicitado a los acreedores una reestructuración la deuda, mientras que Mercedes está dispuesta a recapitalizar de nuevo la sociedad, ampliando su porcentaje en el accionariado. Pero Giovanni Castiglioni no está dispuesto a realizar una nueva recapitalización, cediendo más terreno a los alemanes, y esto ha provocado un conflicto con sus socios alemanes.
La situación es tan comprometida que el sindicato FIOM, mayoritario en este sector industrial, ha advertido de sus posibles consecuencias. En los primeros días de abril se espera que haya una definición clara sobre la situación de MV Agusta y su viabilidad, aunque fuentes económicas e industriales italianas consideran que la situación es complicada. Sin liquidez no habrá capacidad para mantener la producción, y sin producción no hay venta. Y sin venta…
La historia de la marca italiana es un “déjà vu”, una situación ya vivida con anterioridad, nada nuevo en casa de los Castiglioni. Lo vivió Claudio Castiglioni, con Cagiva, con Ducati, con Husqvarna, y ahora su heredero Giovanni también se mueve en estos terrenos pantanosos con MV Agusta.
