La Honda CBR 600 marcó un antes y un después en la evolución de las motos deportivas y sport turismo. En el momento de su aparición en 1986 no había nada que se le pudiera parecer ni de lejos en cuanto a efectividad y prestaciones, aparte de que su espectacular carenado integral tipo Aero – como se denominó en aquel momento – le daba un toque futurista que incrementó su fama. Realmente, el gran mérito de los ingenieros de Honda fue lograr una moto que combinase la posibilidad de ser usada a diario con cierta comodidad, con un rendimiento en los circuitos y en las carreras absolutamente superior al del resto de las motos del momento. No sólo es que corriera mucho, sino que era tremendamente fácil de llevar, de poner a punto y de pilotar.
Por si fuera poco, todo esto se hizo con un precio realmente contenido-fuera de España, porque en aquel momento había cupo de importación y era una moto realmente cara – gracias a usar un chasis de acero – , y a su un concepto general bastante simple y, quizá por ello, tan efectivo. El modelo que consagró a la CBR fue el modelo aparecido en el 91, que incluso hoy día sigue estando muy valorado, y fue evolucionando hasta llegar a mediados de la década pasada, cuando la especialización del mercado llevó a Honda a dividir la CBR en dos modelos- la F más polivalente y sport Touring, y la actual RR más deportiva, llegando un momento en que sólo se mantuvo la segunda. No obstante, esa mágica polivalencia de la antigua CBR F seguía encandilando muchos usuarios, que buscaban algo parecido, pero no lo encontraban.
Así, el año pasado los chicos de marketing debieron pensar que si existía la demanda, y ellos tenían el producto más famoso, ¿por qué no hacer renacer al mito? Dicho y hecho.
Alma de naked
Aprovechando toda la base de la última Hornet, se le añadió un carenado integral, se cambió el manillar elevado de una pieza por dos semi manillares algo más bajos, y ya tenemos una nueva CBR que sirve para todo y todo lo hace bien.
Comencemos por el motor, que es el mismo de la versión RR, pero que ya fue adaptado para un uso más tranquilo y polivalente para la Hornet, y, como gran parte de resto de esta CBR, proviene directamente de su hermana desnuda. Así, declara 102 CV a 12000 rpm – algo menos de potencia real – pero con una inyección electrónica ya muy refinada respecto los primeros modelos y, sobre todo, una entrega de caballos absolutamente suave, progresiva y estable en cualquier momento. Desde luego, no podemos decir que es un dechado de fuerza, empuje y potencia pura, pero es que precisamente eso es lo que busca este modelo: estética deportiva con posibilidad de ser usada por cualquier usuario en cualquier circunstancia.
tremendamente progresivo aunque no especialmente poderoso, pero sí suave y sin apenas vibraciones
Por cierto, hablando del carenado, hay que reconocer lo bien integrado y ajustado que está en el conjunto. Lo habitual es que, cuando un fabricante hace esta operación de poner un carenado a una moto naked, la estética se vea muy afectada y que tenga cierto aspecto de postizo. Pues no es éste el caso, porque los ajustes son buenos, el diseño acertado – algo deportivo, pero sin extremismos – y estéticamente agradable, además de que su protección aerodinámica es razonable.
Amable
Este es el término que define perfectamente a esta moto: amabilidad. Desde el mismo momento del arranque, todo parece suave y fácil. A la ergonomía, con un ligero toque deportivo pero realmente cómoda, te adaptas de forma absolutamente inmediata, y también los mandos, el tacto del embrague, el acelerador y las piñas parecen ser amigos tuyos de toda la vida.
Rodando a bajas vueltas, como se hace por la ciudad, el empuje es tremendamente progresivo aunque no especialmente poderoso, pero sí suave y sin apenas vibraciones. Y cuando comienzas a rodar rápido y hacer un pilotaje más o menos deportivo, el ruido de la admisión y la facilidad para subir de revoluciones de este motor te dispara la adrenalina. Además, desde luego tienes que moverte por encima de las 9000-10.000 revoluciones para llegar al régimen con empuje del bueno, e incluso aquí notas que todo está bajo control y que en ningún momento te va a descabalgar. Posiblemente, uno de los mejores ejemplos de sport-turismo bien entendido.
El conjunto se muestra predecible y, a pesar de la relativa sencillez de las amortiguaciones, disfruta de una buena estabilidad siempre dentro de los parámetros muy cómodos. La falta de progresividad detrás se nota más cuando llevas pasajero con mucha carga, pero tampoco es un gran problema gracias a las posibilidades de regulación y el buen diseño del asiento.
La nueva CBR sigue buscando ese gran público que hizo de sus predecesoras las reinas del segmento, aunque con un carácter mucho menos deportivo… claro que para eso está su preciosa hermana RR.
¡El mito popular ha vuelto!
Valoración
Lo mejor
- Estética conseguida.
- Comodidad. Polivalencia.
- Suavidad general.
Mejoraríamos
- Respuesta en bajos y medios.
- Amortiguador trasero sin bieletas.
- Precio algo elevado.