Publicidad
[the_ad_placement id="adsense-mega-2-mobile"]

Prueba Yamaha FJR1300AE 2016: simbiosis perfecta

Fotos: Yamaha
Desde su aparición en 2001 Yamaha ha evolucionado su modelo gran turismo hasta la quinta evolución de este 2016, un modelo que siempre se ha caracterizado por un más que aceptable rendimiento deportivo mezclado con una verdadera capacidad de viajar. Las 60.000 unidades vendidas avalan su éxito en esta simbiosis entre dos mundos aparentemente opuestos.

Tras el cambio de siglo la marca de Iwata inició un estrecho camino, flanqueado a ambos lados por un desfiladero, para mantener un delicado equilibrio cargando con dos conceptos casi antagonistas en cada extremo de la balanza. Dejando a un lado metáforas y abstractas ambigüedades, hablemos desde el terreno práctico para describir estos conceptos teóricos con algo tan explícito como una experiencia propia.

La primera vez que vi una Yamaha FJR1300 fue sobre un escenario insólito. Sí, en el Circuito de El Jarama, rodando dentro de la propia pista. Efectivamente, era el año 2001, y aquel día montaba un servidor sobre una deportiva, disfrutando sobre el mítico trazado, cuando llegué, muy poco a poco, hasta el colín de una moto que llevaba encima un tipo completamente erguido. Aquel sujeto tenía buenas manos, iba por el sitio y fluía con armonía a lo largo del circuito a un ritmo muy serio, para mi sorpresa. Tuve que emplearme a fondo para rebasarle después de hacer dos vueltas a su rebufo, y cuando acabó la tanda, fui directamente en busca de aquel extraño aparato que llevaba a su piloto por la pista con el tronco vertical, como el de un policía. Y lo encontré. Miré y remiré aquel modelo, y por más que lo repasé, tan sólo pude ver una moto con la apariencia total de una touring. Y así fue cómo, con el resultado de combinar aquella imagen estática de los boxes con la vista evolucionando sobre el circuito, me encontré con el concepto sobre el que Yamaha se situó en esa difícil simbiosis: el sport-touring.

La Yamaha FJR1300AE 2016 aúna deportividad y carácter rutero al mismo tiempo

En las anteriores FJR1300 que probé, tuve que asegurarme, y volver a contar una y varias veces las pulsaciones del pie izquierdo para convencerme de que, efectivamente, tenía tan sólo cinco marchas. Con la versión 2016, se ha acabado por fin con esta limitación, creándose un cambio totalmente rediseñado que no sólo aporta esa media docena de marchas sino que, además, el desplazable que conduce los piñones es completamente independiente, sin ir solidario con ningún de ellos, como en la versión anterior. Por añadidura, este cambio aporta una novedad exclusiva dentro de la marca de Iwata: esta FJR1300 de 2016 es la primera Yamaha que monta piñones con dientes helicoidales en su caja de cambio. Todo ello da como resultado una suavidad y una precisión sorprendentes. Puedes subir a la marcha siguiente sin embrague con el motor tan sólo a 3.000 rpm y sintiendo únicamente una leve pulsación sobre el empeine. Tanto es así que durante la tirada inicial de la ruta que hicimos por tierras catalanas, estuve dudando si me había subido en una unidad con cambio robotizado (embrague automático, si se prefiere).

Después de esta toma de contacto, podemos señalar que este nuevo cambio, que además adelgaza 400 gramos con respecto al anterior, es la virtud más destacable que aporta esta versión 2016 con respecto a las anteriores.

Otro elemento que monta esta nueva versión para reafirmar ese carácter sport con el que Yamaha también diseñó originalmente su FJR1300 es el embrague antirrebote. Un sistema que funciona con una sincronía tal, que apenas se aprecia su intervención en las retenciones más exigentes y que convierte la suavidad que ya de por sí ofrece el cardan directamente en la sensación de una transmisión por cadena.

Y se hizo la LED

En la ruta que nos preparó Yamaha, retorcida donde las haya en su segunda mitad, tuvimos ocasión de probar y reprobar las excelencias de ese nuevo cambio, así como la elástica intervención de su embrague antirrebote; pero además de ello, el horario seguido nos brindó la oportunidad de probar el nuevo equipo de iluminación a base de leds durante los últimos kilómetros de la primera jornada, cubiertos en plena noche pirenaica, sobre la carretera que serpenteaba la montaña. No hay nada como una comparación en relieve para apreciar la diferencia con lo ofrecido hasta ahora. La última moto del convoy era la única de la versión anterior, con alumbrado halógeno. Su haz se desvanecía como un punto amarillento al final del alargado resplandor que formaba la comitiva.

Pero además, como complemento a esta nueva luz que ilumina la carretera, con la densidad y la amplitud que lo hace una buena berlina, y del grupo de leds rojos que hace bien visible nuestra retaguardia desde lo lejos, Yamaha aporta otra interesantísima novedad en este apartado lumínico de su nueva FJR1300. Del extremo de cada una de las dos ópticas, arranca hacia arriba y en oblicuo, una fila de tres leds que se van encendiendo gradualmente bajo el gobierno de un nodo inercial, que lo mismo enciende y apaga esa fila de leds con las inclinaciones a izquierda y derecha que con el balanceo, adelante y atrás, de las frenadas y de las aceleraciones. En el ángulo máximo de inclinación van los tres leds encendidos de ese lado, que desde luego alumbran el interior de la curva con suficiente alcance e intensidad como para mantener ese ritmo deportivo que admite la FJR 1300 a lo largo de una carretera de curvas.

La FJR1300AE 2016 cuesta 21.299 €

En cuanto a las suspensiones con regulación automática, tanto del hidráulico como de la precarga del muelle, funcionan con una precisión que podrá apreciar su futuro propietario en cada uno de sus grados, a poca sensibilidad y experiencia que posea. Además de ello, le servirá también para optar por uno de esos dos modos, Sport o Touring, que ofrece la FJR 1300; aunque no se haya diseñado con ese objetivo. Vamos a explicarnos:

Conduje la FJR1300 durante más de un centenar de kilómetros con la precarga ajustada en el modo que consideré más exacto para mi peso (107 kilos), es decir para lo que sería un motorista y medio, o la opción equivalente que muestra Yamaha en el display, la del conductor más equipaje. Por autopista, la FJR era pura seda, puro confort. Perfecto. Pero más adelante, la carretera comenzó a revirarse y el ritmo se avivó. En esas circunstancias empecé a percibir la moto algo blanda en las transferencias de carga, al acelerar con decisión y al apurar en cierta medida la frenada, además de ello, empezó a mostrarse algo torpona y un poco testaruda a la hora de girarla para entrar en cada viraje, algo comprensible, sin duda, en una moto tan larga, que desplaza 289 kilos declarados, con una horquilla lanzada a nada menos que 26º, sin embargo este punto era mejorable.

Siguiendo las recomendaciones del personal técnico de Yamaha, en un avituallamiento (porque la selección hay que hacerla con la moto parada y recomendada con el motor en marcha) subí la precarga un punto más, hasta el ajuste para dos personas. Al momento sentí cómo la moto se elevaba lentamente de atrás, como si la fuera alzando un gato hidráulico. Bien. A partir de ese momento, la FJR1300 absorbía con mucho mayor firmeza las frenadas y las aceleraciones en plena curva, con la moto aún bien inclinada. Además de ello, su colocación sobre el asfalto se hizo más picuda, resultando sensiblemente más ágil, mucho más fácil de meter en el viraje. Así, tal vez sin pretenderlo, Yamaha nos ofrece la geometría más sport de su FJR, ajustando de ese modo la precarga de las suspensiones, aunque no sea lo más ortodoxo.

Yamaha ofrece un interesante catálogo de accesorios para potenciar la faceta rutera de la Yamaha FJR1300 2016

El 1.298 cc de la FJR, por arquitectura, por distribución y por mera cilindrada se muestra como un propulsor diseñado para cubrir largas travesías con robustez y con la máxima fiabilidad, aprovechando, además, los 25 litros de su depósito, y ese nuevo cambio con una sexta de “desarrollo overdrive” para rebajar el consumo de crucero y aumentar la autonomía. Además de ello, gracias a la electrónica, Yamaha también pude ofrecer una chispa extra de alegría en la entrega, manteniendo los mismos 146 CV que rinde. Y así es como en el propulsor nos encontramos de nuevo con esa dualidad: El modo Touring y el modo Sport. Si bien es cierto que en ocasiones la electrónica nos resulta pura magia a la hora de regular y controlar la potencia, tampoco podemos pensar que sus recursos alcancen el terreno de lo divino. En una palabra: La electrónica no es La Mano de Dios. Por tanto, es verdad que se percibe con claridad la diferencia entre ambos modos, pero ni el quemado se va a dormir con la entrega Touring, ni el tragamillas se va a sobresaltar con la Sport.

En otro apartado electrónico, esa entrega llega a la rueda bajo la supervisión de un control de tracción gobernado por el mismo nodo inercial que enciende y apaga los leds de la luces direccionales, aportando una mayor confianza a la hora de conducir a lo largo de carreteras maltratadas por el tiempo y por los elementos.

El control de tracción de la Yamaha FJR1300AE 2016 favorece la seguridad en la conducción

La protección de la pantalla (regulable eléctricamente) también constituye otro apartado importante en ese equilibrio sport-touring que nos propone Yamaha. Con ella abajo, prácticamente, su efecto es el de la cúpula de una moto deportiva, con una penetración aerodinámica digna de ese lado sport que ofrece la FJR. Y llevando la pantalla elevada hasta el grado más alto, un tipo con la corpulencia de un servidor (1,91 m) puede viajar con los hombros a cubierto (salvo el último extremo que queda bajo las protecciones de la chaqueta) y con el casco al resguardo del viento para no fatigar el cuello del tragamillas que opte por este lado touring de la FJR1300.

No se puede hablar, en ningún modo, de que esta FJR1300 frene poco, o que frene con alguna carencia. No, en absoluto. El conjunto Nissin idéntico al de versiones anteriores, que continua equipando esta sport-touring, detiene la moto, apoyándose en el ABS, en cualquier condición de carga con una eficacia acorde a la velocidad y prestaciones que brinda esta sport-touring. Sin embargo, si lo comparamos con lo mejor que ofrece el mercado hoy en día, echaremos de menos digamos que medio punto de potencia. Más que otra cosa es la sensación de poder absoluto al tirar de la maneta, aunque no sea realmente necesaria. Una maneta que, dicho sea de paso, monta una frenada combinada con el freno trasero.

Yamaha FJR1300

Lo más leído