Seguro que alguna vez has oído esa expresión de “no es la flecha, es el indio”, una frase típica de las películas del oeste, pero que hace tiempo en nuestro gremio significa que lo que marca la diferencia no es el piloto sino la moto. Es verdad que cuanto más fácil y efectiva sea la moto más sencillo nos será sacarle el potencial, pero a igualdad de máquina serán las manos y el valor los que marquen la diferencia en circuito.
Pues bien, con ese concepto se enfrentan en un circuito de motocross una Yamaha YZ 125 actual frente a una Suzuki RM 125 de hace 31 años. Antes de nada hay que decir que aunque la evolución en el motocross ha sido espectacular en los últimos años, es una de las disciplinas en las que el piloto puede marcar seriamente la diferencia cuando hablamos de amateurs. La élite ya es otra cosa y cada décima es un mundo.
El caso es que la RM 125 fue una gran máquina en su momento, capaz de ganar en el Mundial de MX cuatro títulos del octavo de litro, nada mal. Además la moto de la comparativa es, simplemente, espectacular. Restaurada hasta el más mínimo detalle, es una réplica de la que empleó Pedro Tragter. Al otro lado del ring una tremenda y espectacular YZ 125 preparada para competir en un momento en el que, dicho sea de paso, las 2 tiempos vuelven a ser objeto de deseo quizás por su economía a la hora de mantenerla o quizás porque hay mucho melancólico.
Así que vamos a la pista a ver cómo funcionan unas y otras y lo cierto es que de entrada se ve que la Suzuki va realmente bien. El primer plano ya es «a fuego» y, por la velocidad, nadie pensaría que es una máquina veterana. Además el comportamiento en curva, el cómo afronta los baches e incluso los saltos nos deja la imagen de que es una moto totalmente funcional y con la que ir rápido, realmente rápido. Lógicamente al exigirle lo máximo, el caer en plano (por ejemplo) sí se nota la carencia de las suspensiones uno de los puntos en los que más han avanzado. A su favor, el sonido de la moto es tremendo, diríamos que hasta más bonito que el de la Yamaha y es que ese escape es glorioso.
De todas maneras es el cronómetro el que debe dictar sentencia y en la parte final lo hace. Una vuelta, sólo una vuelta, al circuito donde se desarrolla la prueba y con el mismo piloto. Es sorprendente lo parejo que van en todos los aspectos, incluidos los cambios de marcha, pero en la segunda mitad de la vuelta milésima a milésima la YZ empieza a coger ventaja. Al final sólo 7 décimas separan a ambas, un tiempo que en motocross no es significativo.
Eso sí, es más que probable que para sacar el tiempo con la RM haya que esforzarse un poco más y que en tandas largas se noten más las diferencias. Lo que sí es seguro es que disfrutar de cualquiera de las dos máquinas es una gran manera de pasar una mañana de primavera.
