A 180 km/h sobre una moto de 30 años impulsada con vodka destilado


Esta es una de esas historias que nos encantan. Ideas locas que surgen delante de unas cuantas botellas de cerveza (o vodka como en este caso seguramente) y que suelen terminar en forma de reto por parte de alguien que grita: “a que no hay huev…” Pues sí, esta vez también los hubo.
Todo comienza con Ryan Montgomery, propietario de la destilería ubicada en Missoula (Montana) y que lleva por nombre Montgomery Distellery. Allí el bueno de Ryan fabrica vodka, ginebra y wiskey y, teniendo en cuenta que el etanol producido a partir de grano tiene un alto poder calorífico, empezaron a darle vueltas a la cabeza pensando en cómo podrían hacer funcionar una moto y que esta, además, fuese capaz de ir verdaderamente rápido.
Así y a partir de los restos del destilado del vodka, un etanol que no puede ser consumido debido a sus impurezas, fueron capaces de crear un combustible más limpio que era capaz de hacer funcionar un motor de combustión sin tener que realizarle demasiadas modificaciones.
La elegida fue una vetusta Yamaha XS650 de 1980, la cual desmontaron por completo y volvieron a armar con las modificaciones necesarias para poder participar en la categoría de motos de menos de 750 y del año 1980 o anteriores impulsadas por combustibles alternativos, siguiendo los consejos de todo un experto tomo Neil “Mort” Olson.
Una vez llenado el tanque, tan sólo tuvieron que proteger la línea de combustible con material ignífugo y ajustar la carburación ya que, aproximadamente, el etanol se quema al doble de velocidad que la gasolina.
Tras dotarla de una bonita decoración clásica, la bautizaron como Sudden Wisdom (Sabiduría Repentina), el mismo nombre que utilizan en su wiskey y se pusieron rumbo a Bonneville con más ganas que sentido común, tal y como el propio Ryan Montgomery reconocía:
Una moto construida por un novato, montada por un aficionado, corriendo con combustible experimental para conseguir ir tan rápido como sea posible… ¿qué podría salir mal?
En las primeras pruebas en carretera ya pudieron comprobar que, contra todo pronóstico, casi rozaban las 100 mph (160 km/h) lo que les situaba justo en la órbita del anterior récord que estaba en 157,71 km/h. Pero ya en Bonneville consiguieron una mejor marca de 113 mph de media en las dos pasadas, o lo que es lo mismo, una increíble velocidad de 181,85 km/h.
Eso sí, la alegría no les duró mucho ya que otro participante de la misma categoría, en este caso Denis Weinhold a lomos de una Honda CB750 de 1974 e impulsada por un combustible supersecreto les fulminó el récord solamente 15 minutos después tras alcanzar una media de 143 mph (230 km/h).
Ryan se lo tomaba relativamente bien, y homenajeaba al nuevo poseedor del récord con un divertido mensaje:
“La gloria es por su naturaleza efímera, y los récords siempre son prestados. Hoy este caballero – Denis Weinhold – batió nuestro récord por un buen margen corriendo con su Honda CB750 1974 por las salinas arriba y abajo. Queremos encontrarnos con él antes de que volvamos a Missoula y pobre de él si no es un buen tipo. ¡Felicidades! Ciertamente disfrutamos nuestros 15 minutos de gloria.”
Y todo ello con un presupuesto de poco más de 5.000 euros invertidos en la moto. Divertirse no siempre es caro.