Capturar el CO2 y convertirlo en combustible, apuesta de futuro
Aunque económicamente todavía no es viable, ya existe una planta en funcionamiento


Imaginemos que somos capaces de capturar el CO2 de la atmósfera y, tras varios procesos químicos, convertir las moléculas en combustible que poder utilizar en nuestros vehículos, evitando así depender de los derivados del petróleo. ¿Ciencia ficción? No, es algo en lo que Carbon Engineering lleva tiempo trabajando.
Aunque de momento los costes son demasiado elevados como para que sea viable su producción a gran escala, los avances han permitido poner en marcha una planta de procesamiento que ya es capaz de generar combustible capturando simplemente CO2 del aire. Y lo bueno es que este combustible es mucho mejor que el que usamos actualmente.
Conseguir capturar el CO2 de la atmósfera, como hacen las plantas, es algo que ya llevamos haciendo desde hace más de medio siglo. Pero hace algo más de 20 años se consiguió simplificar enormemente para que los costes fuesen mucho más contenidos.
Este es el primer paso para conseguir realizar lo que se denomina Air two fuel (A2F) o aire a combustible. Con el uso de grandes ventiladores y filtros de panal de abeja, se consiguen atrapar las moléculas de CO2.
Por otro lado y mediante electrólisis, se separan las moléculas de hidrógeno y oxígeno del agua (mismo método que para conseguir el hidrógeno que utilizan los vehículos de pila de combustible). De esta forma ya tenemos todos los elementos necesarios para crear un combustible, también llamados hidrocarburos porque están formados única y exclusivamente de carbono e hidrógeno.
El último paso consiste en combinarlos artificialmente para crear con ellos una fuente de energía que puedan utilizar los motores de combustión. Dependiendo de lo que necesitemos, así será la cadena de moléculas resultante. Como ventaja, su poder calorífico es mayor (más potencia) que el de los combustibles derivados del petróleo y además, al no contener azufres, su combustión es mucho más limpia (no emite dióxidos de azufre).

Los problemas de este proceso vienen derivados del gasto energético necesario para conseguir extraer el hidrógeno (para hacerlo más ecológico, siempre de fuentes renovables). Es el mismo problema con el que se encuentran los motores de hidrógeno porque aunque se trate del elemento más común, nunca se encuentra solo en la naturaleza.
Es por ello que las empresas se aferran en conseguir minimizar los costes de la extracción del hidrógeno y, con ello, crear formas más sostenibles y económicas que permita nuevas alternativas al pretróleo.