«Es difícil explicar en tan sólo unas palabras mi relación con Yamaha durante los últimos siete años.
Han cambiado muchas cosas desde el lejano año 2004, pero especialmente ‘ella’, mi M1, ha cambiado. Por aquél entonces estaba considerada como una moto del montón de MotoGP, ridiculizada por otros pilotos y técnicos de MotoGP. Ahora, después de ayudarla a crecer y mejorar, puedes verla sonreír en su garaje, cortejada y admirada, tratada como la ‘primera de la clase’.
La lista de personas que han hecho esta transformación posible es muy larga, pero me gustaría dar las gracias a Masao Furusawa, Masahiko Nakajima y a ‘mi’ Hiroya Atsumi, como los ingenieros más representativos que han trabajado para cambiar la cara de nuestra M1. También Jeremy Burgess y todos los chicos de mi equipo, que la han cuidado en todos los circuitos del mundo y además a todos los chicos y chicas que han trabajado en el equipo Yamaha durante todos estos años.
Ahora es el momento de buscar nuevos retos, mi trabajo aquí en Yamaha ha terminado. Desafortunadamente las historias de amor más bonitas terminan, pero dejan un montón de recuerdos maravillosos, como cuando mi M1 y yo nos besamos por primera vez sobre el césped de Welkom, cuando ella me miró directamente a los ojos y me dijo ‘Te quiero‘»