Cómo es un curso básico de trail en Madrid

En un recinto casi contiguo al Parque Warner, se encuentra el lugar sobre el que la firma Dirt Track Madrid tiene trazados sobre el terreno sus diferentes circuitos. Dos óvalos de dirt track, uno de 200 y otro de 400 metros, y un trazado de motocross ocupan parte de un espacio compartido, también, con un circuito TT, que discurre como uno de motocross, pero sin saltos.
La extensión de este recito acotado no permitiría un enduro completo, con sus enlaces y sus cronos, pero sí que ofrece unas medidas suficientes como para que el incipiente motorista trail haga una primera toma de contacto en un escenario y una situación insólitos para él, hasta el momento de iniciar el curso:
En primer lugar, pisar la tierra suelta y las piedras por un lado; y en segundo, conducir su trail puesto en pie sobre ella.
Por esta misma razón, el primer ejercicio que se realiza sobre una explanada, absolutamente plana, donde el alumno empieza a sentir las reacciones de su moto conduciéndola en posición erguida, percibiendo sus inercias en una postura novedosa para él hasta ese momento.
Así empieza a habituarse a esa perspectiva diferente que toma ahí arriba su visión del terreno. Lo mismo sucede con el manejo del cambio, del pedal de freno y también de ambas manetas, lo mismo que el control del giro del puño. Para este último apartado en más de un caso, bien por la ergonomía de la moto, bien por la estatura del propio alumno, es necesario modificar previamente la altura del manillar, así como el ángulo con el que las manetas se fijan a él; lo mismo puede ocurrir, lógicamente, con la palanca de cambios.
Para estos reglajes, Dirt Track Madrid pone un carro de herramienta especializada a disposición de los alumnos, o, si lo necesitasen, su personal puede operar sobre la moto en cuestión para hacer los ajustes necesarios.
Sobre la explanada que hemos mencionado, los alumnos realizan varios ejercicios elementales, con eslalon, “ochos” de diferente diámetro y dificultad, y finalmente con las prácticas de la frenada, una con el freno trasero y otra con los dos, para que el alumno tome el tacto del pedal y de la palanca sobre la tierra, así como para que pueda observar el criterio de intervención que aplica el ABS, si es que no lo desconecta, para soltar las pinzas sobre los discos o permitir su mordida según y cómo deslice cada rueda.
A continuación, los alumnos pasan al circuito TT, trazado sobre un marcado desnivel, lo que lo hace más productivo si cabe de cara al aprendizaje. Cada alumno descubre en este escenario sin saltos una nueva forma de dibujar las curvas con su trail, un nuevo concepto de trazada, teniendo en cuenta el derrape de cada rueda, sobre todo de la rueda trasera, al acelerar con energía. Igualmente descubre el apoyo que le proporcionan los pronunciados peraltes para sujetar el deslizamiento de ambas ruedas, arrastradas por la fuerza centrífuga sobre la tierra. Además de ello, aprende a elaborar con mucha más antelación que sobre el asfalto, el plan para abordar cada curva o cada dificultad.
Por otro lado, resulta particularmente interesante el paso por la ese que traza la bajada, a derecha e izquierda, con la pendiente haciendo un marcado contraperalte que exige todo el apoyo en la rueda delantera. En cada paso por ese trance, con su cambio de dirección incluido, el alumno descubre poco a poco cómo la moto se coge al terreno mucho más de lo que había temido. Efectivamente, toma conciencia de que la tierra desliza obviamente más que la carretera, pero que no es, ni mucho menos, el hielo, ni el aceite esparcido sobre asfalto.
Todo este ejercicio realizado en el circuito TT con la intensidad, claro está, que permita el nivel de destreza de cada alumno y su facilidad para adaptarse a un terreno desconocido hasta ese día, lo mismo que su talento natural para conducir una moto.
Finalmente, el paso por este particular circuito resulta tan determinante como efectivo para liberar al alumno de las posibles barreras psicológicas, de los bloqueos que pudiera provocar en él la idea de abandonar el asfalto con su trail para adentrarse en la tierra y sobre la arena.
Dentro del recinto se realizan después otras dos pruebas que completan la formación como para que el alumno pueda hacer, después de este curso, la travesía por una pista sencilla con una mínima dignidad.
El primero es el paso por una franja de terreno arada con llamativa profundidad y regada posteriormente, de manera que al cruzarla, la moto vadea un tramo de terruños, voluminosos y compactos como bolsas de patatas, con una irregularidad tan caprichosa como la que formaría un montón de botes de conserva con cajas de botellas, para dar una idea.
En este tramo, el alumno se familiariza y libera sus temores sobre esa particular circunstancia que lleva la dirección de la moto, y su rueda delantera, de un lado a otro, para terminar por preocuparse, solamente, de mantenerla dentro de la amplia franja que le llevará en dirección al otro lado, sin importarle el punto exacto en el que lo alcance.
Como añadido, esta prueba resulta definitiva, si es que aún no se había convencido de la absoluta eficacia que aporta la conducción puestos en pie sobre la moto por un terreno más abrupto que un barbecho, bastante más allá del exhibicionismo que le pudiera suponer esta posición.
El otro ejercicio consiste en encarar una pendiente considerable y parar la moto en medio de la rampa, simulando un error que interrumpe nuestra ascensión y que hace imposible rematarla desde parado.
El monitor explica y muestra cómo salir de este particular atolladero, muy común para los que empiezan, y también entre los más avezados.
La formación del curso se remata con un recorrido mezclado, con varias vueltas a lo largo de todo el recinto, con caminos y senderos que guardan en su cauce piedras y regueros, lo mismo que badenes y también algunos taludes en los márgenes que servirán como espontánea dificultad, o como una buena ayuda para el alumno, después de haber recogido toda la instrucción impartida y practicada a lo largo de la mañana. También se pasa en este recorrido por uno de los óvalos de dirt track, e igualmente existe la posibilidad, para los más intrépidos, de cortar haciendo un tramo fuera de pista, pasando por escalones de tierra y hoyos diversos, formados caprichosamente por el terreno bajo un mar de cardos gigantes.
El curso tiene una duración de cinco horas, aproximadamente, y cuenta con un seguro personal que cubre el físico de cada alumno; se ofrece además un desayuno durante el rato de descanso; y al final, cómo no, se entrega un diploma personalizado a cada participante para que lo cuelgue con satisfacción en la pared de su casa que más luzca.
El rango de moto a utilizar es completamente abierto, dentro del mundo trail. Nosotros participamos con una sencilla Royal Enfield Himalayan, pero nos acompañaron alumnos, en este curso piloto, a los mandos de maxitrails como la Suzuki VStrom 1000 o, desde luego, las inevitables BMW R1200GS y GS Adventure, y entre ellas, otras motos de cilindrada media.
El precio del curso está pendiente de fijar, y se hará con la forma inminente en que dará comienzo la temporada.