Cuando sabemos que no vamos a usar la moto durante una temporada más o menos larga, es bueno tomar algunas precauciones para que cuando llegue el momento arranque a la primera y no tengamos problemas. Hay dos cosas claves para eso: una, la batería y la otra, las presiones de las ruedas. Por otra parte es bueno dejar el depósito de gasolina lleno, un buen seguro por si hubiera que moverse y para evitar óxido dentro.
Parada
Cuando la moto está inmóvil mucho tiempo, las ruedas se deforman donde están en contacto con el suelo: por eso es mejor subirla al caballete, si tiene, que dejarla en la pata de cabra. Y si tienes caballetes para dejarla subida en ellos, todavía mejor. Si no, aprovecha que salgas a llenarla de gasolina para subirle las presiones y déjala sobrehinchada (algo por encima de 3kg) para minimizar el efecto de deformación. A malas, cada pocos días o una vez a la semana, bajas y la mueves un poco para que no apoye siempre la misma sección.
En cuanto a la batería, tienes varias posibilidades: sin garaje, desmontarla y llevártela a casa es la mejor opción. En ese caso además podrás dejarla conectada a un cargador inteligente, que tras subirla al 100% pasará a mantenerla en ese estado indefinidamente. Con garaje, puedes hacer eso mismo sin necesidad de desmontarla. Desconectarla (negativo) es la mínima medida preventiva para que luego sea capaz de arrancar bien cuando queramos. Ah, y arrancar la moto y dejarla unos minutos NO es buena idea porque la batería no se recupera: si no puedes rodar media hora (mejor una hora) mínimo, no la arranques.
Limpia y brillante
Cuando no podemos usar la moto sí que podemos encargarnos de su mantenimiento: habrá muchas formas de pasar un rato con ella, que no sea saliendo. Para empezar podemos aprovechar para dejarla bien limpia: existen toallitas de limpieza “en seco” muy eficaces, de hecho muchos talleres las usan en lugar de un lavadero tradicional, pues no todo el mundo podrá lavarla en un garaje privado (en la calle no se debe). Incluso con garaje y jardín, las toallitas van bien…
Tras la limpieza, podemos rematar la faena con pulimento en los pequeños arañazos que poco a poco degradan su aspecto. Depósito, cúpula, luces, colín… con tiempo descubrirás muchos de esos “toques” y al repasarlos y mirar tu moto te sorprenderá cómo luce. Después de eso, una funda protectora ayudará a mantenerla lustrosa. De vez en cuando, la vas a ver y agradecerás ese rato que pasaste limpiando y puliendo.
A punto
Antes o después de la limpieza, puedes aprovechar para ocuparte de algunas tareas de mantenimiento. Aquí depende de qué moto sea, de tus conocimientos y experiencia mecánica, y de si tienes o no garaje (y herramientas). Pero revisar los niveles lo hace cualquiera donde sea: líquidos hidráulicos (frenos y quizás embrague), refrigerante y aceite (o aceites si la transmisión va aparte). También cualquier podrá aprovechar para engrasar mandos y articulaciones (pata de cabra y caballete, pedales, manetas, cables) con aceite ligero o grasa. Y por supuesto aprovechar para hacer una buena limpieza y engrase de la cadena (si tiene), además dejarla bien de tensión (y quizás descubrir si no goza de buena salud).
A partir de aquí se puede aprovechar para dejar hecha una revisión básica. Esto puede incluir un cambio o limpieza de filtro de aire, incluso aprovechar para montar uno engrasado lavable tipo K&N (inversión recomendable). También revisión o reemplazo de bujías, y si disponemos de espacio hacer un cambio de aceite (y su filtro) no tiene mayor dificultad que después buscar un punto limpio para entregar el aceite usado para su reciclaje. Un repaso a la tornillería para comprobar que no hemos perdido ningún elemento y que todos están bien sujetos, es el remate a un par de mañanas o tardes haciendo compañía a nuestra moto en estos tiempos en los que no podemos pasar tiempo de ruta con ella.
