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¿Cuál es la ventaja de las pinzas radiales? Descubre todo acerca de los frenos…

Fotos: Marcas
Se empezaron a usar en las carreras pero han pasado a las motos de calle: las pinzas radiales ya son un argumento de venta para muchas motos. Pero ¿cuál es la diferencia con las pinzas axiales o “normales”? ¿Qué ventajas tienen para su uso en la calle? ¿Qué hace a un sistema de frenos mejor o peor?

Siempre que hablamos del sistema de frenos de una moto, debemos tener claro que es la parte más potente del vehículo. Da igual la potencia que sea capaz de desarrollar su motor: si comparas el tiempo que tarda en acelerar de 0 a 100 km/h, con el que tarda en frenar de 100 a 0, verás que siempre ganan los frenos. Esa potencia tan tremenda la gestionamos sobre todo con uno (o más) dedos de la mano derecha. Es la misma mano que puede necesitar dar un golpe de gas si estamos reduciendo. Y la misma mano que nos sujetará al manillar durante esa fuerte frenada, necesitando suficiente tacto para iniciar la siguiente maniobra, un giro normalmente, sintiendo qué y cómo está pisando la rueda delantera.

Para cumplir con ese duro trabajo, el sistema de frenos debe estar preparado. Tiene que poder transmitir la presión de nuestra mano y convertirla en presión de las pastillas sobre los discos. También debe ser capaz de disipar mucho calor si hacemos frenadas seguidas. Y, sobre todo, debe ser “fiable”: la relación entre nuestra fuerza en la maneta y la potencia de frenada debe ser directa y mantenerse en el tiempo sin apenas variaciones. De otro modo, nunca sabremos si estamos frenando cerca o lejos del límite de la moto en esas condiciones. En un circuito eso nos haría frenar demasiado pronto (o, peor, pasarnos), en la calle ante un imprevisto puede ser la diferencia entre un susto o anécdota y un golpe. No llegar al límite no es algo que sólo afecta a las motos antiguas sin ABS (con posible caída): con ABS frenarás mejor si no llegas a activar el sistema. Y para eso hace falta tener buen tacto.

Cuestión de rigidez

La clave del “tacto” está en la rigidez del sistema. Imagina que la maneta de freno no fuera un sólido pedazo de metal, sino una vara de madera. Al frenar, nunca estarías seguro de cuánto apretar… Todos los componentes del sistema de frenos persiguen eso: los latiguillos inextensibles (normalmente con trenzado metálico por fuera) añaden rigidez al sistema de transmisión de la presión hidráulica: ofrecen un tacto más inmediato. El líquido de frenos, cuando envejece, absorbe humedad y puede generar burbujas al calentarse: la maneta se queda blanda en ese caso y pierdes tacto porque el sistema no es rígido.

En las pinzas de freno ocurre lo mismo: cuanto más rígidas sean, más precisa (y potente) será la frenada. Como suele ocurrir todos los avances se dan primero en la competición, donde la exigencia es siempre máxima. Primero llegaron las pinzas cuyas dos partes eran fundidas en moldes más precisos. Luego, las dos partes de las pinzas se mecanizaban de un bloque de aluminio. Y más tarde aparecieron las pinzas monobloque (mecanizadas en una pieza, sin tornillos que sujeten las dos mitades); son las que se siguen usando en competición al más alto nivel, mejorando ya en materiales o ligereza.

Las pinzas pueden fabricarse de diferentes maneras

Pero hay otro factor a tener en cuenta en las pinzas, además de cómo están fabricadas: cómo se sujetan a la horquilla (la parte rígida que soporta la frenada cuando las pastillas muerden el disco). Teniendo eso en cuenta tenemos dos tipos: pinzas axiales flotantes y pinzas radiales. Las pinzas axiales son las de toda la vida: los pernos que las sujetan a la horquilla van perpendiculares al plano de los discos (es decir paralelos al eje de la rueda, de ahí su nombre). Estas pinzas pueden ser de montaje flotante o rígido (montadas directamente en la horquilla, al usar discos flotantes). En el primer caso (pinzas flotantes con discos fijos) una pletina va sujeta con tornillos a la horquilla, y la pinza desliza sobre unos casquillos de esa pletina para compensar el movimiento (y desgaste) de las pastillas.

En las pinzas radiales el montaje es siempre directo a la horquilla y con tornillos paralelos a los discos (perpendiculares al eje de la rueda). ¿Cuál es la diferencia entre todos los tipos? Seguro que lo sabes: la rigidez. En unas pinzas axiales flotantes, podemos hablar de varias décimas de flexión al frenar: incluso a mano puedes moverlas ligeramente en parado. En unas pinzas axiales rígidas la cosa mejora y como mucho tendremos una décima de flexión lateral en frenada fuerte. Pero con las pinzas radiales, por su montaje, no puede haber flexión lateral: sólo tendremos la mínima flexión de la pinza en sí (centésimas). El tacto con ellas es más sólido y consistente. Además, si (como en competición) nos interesa poder cambiar de diámetro de discos, es muy fácil: basta añadir un casquillo o arandelas para acercar o alejar la pinza del eje.

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