En moto las luces tienen una importancia doble: cumplen la misión evidente de iluminar nuestro camino cuando circulamos de noche, pero también y no menos importante es que permiten que los demás conductores nos vean mejor o antes dentro del tráfico. Lo primero hace necesario sistema de luz potentes y bien guiados, y las motos tienen el problema de que, al inclinar en las curvas, en esa posición la luz proyectada puede no iluminar hacia donde nos dirigimos, ocultando algún potencial riesgo. Para evitarlo ya hay algunos avances: las luces laterales que estrenó KTM, o las móviles de BMW. Seguro que vemos más sistemas, y en más motos, en los próximos años.
Pero sea cual sea el sistema, siempre hay un origen o fuente de luz. A principios de la década de 1960 aparecieron las bombillas halógenas, que todavía nos acompañan en la mayoría de modelos actuales. Como sus antecesoras, dan luz poniendo incandescente un filamento calentado por el paso de la corriente eléctrica. La diferencia en las halógenas está en que el filamento (tungsteno) no brilla en el vacío sino en una atmósfera de gas inerte (halógeno) y puede hacerlo a mayor temperatura, dando más luz y más blanca. Un faro halógeno ilumina bien hasta unos 60-70 metros de distancia.
El siguiente paso fueron las lámparas de descarga, las popularmente llamadas Xenon. En lugar de un filamento incandescente, aquí la luz se genera por un arco eléctrico, es decir una “chispa continua”. Con menos energía generan más luz, y más blanca (incluso azulada según la temperatura de color). Empezaron a aparecer en los años ’90 en coches de alta gama y se ha ido popularizando. Necesitan una electrónica que adapte la tensión del sistema (12 Voltios) a la de descarga, y en los coches es obligatorio contar con un sistema de regulación automática de nivel y otro de lavado para evitar deslumbramientos, dado el nivel de luz que emiten. Alcanzan hasta unos 100 metros.
Es posible encontrar en el mercado “bombillas” que reemplazan las halógenas por una lámpara de descarga y su electrónica de cebado. Ofrecen mucha más luz con lo cual dan más seguridad por partida doble (iluminando el camino y haciéndonos obvios al resto de conductores). Pero deslumbran mucho ya que usan la misma óptica que la bombilla original, y es fácil detectarlas (la policía multa por llevarlas).
LED y Láser
Luego llegaron los LED, diodos que emiten luz, que aunque como tales existían hace mucho, no había diodos capaces de dar luz blanca ni de tan alta luminosidad (y precio razonable) hasta hace pocos años. Fue a partir de 2006 cuando empezaron a usarse en coches de serie (Lexus) y tienen dos ventajas: un rendimiento muy superior a las bombillas (apenas se calientan mientras en las incandescentes la mayor parte de la energía se disipa como calor) y una duración mucho más larga, muy superior normalmente a la del vehículo (o sea, son “eternos”). En las motos esto último es muy interesante para todo lo que es señalización porque asegura que nadie circulará con una moto a oscuras. Ya son muchos los modelos con incorporan LED en pilotos traseros (lo primero que llegó) o intermitentes, pero también los hay con faros que en cortas, largas o ambas usan LED. Un faro LED es capaz de iluminar mucho más que los anteriores, hasta unos 300 metros de alcance.
Igual que en el caso de las de Xenon, existen en el mercado “bombillas” que reemplazan las tradicionales de filamento que montan LED. Gastan menos energía y emiten más luz, pero por ahora no conocemos ningunas homologadas (un problema en la ITV o con la policía). De hecho la procedencia oriental y de bajo coste de las que hemos probado ni siquiera las hace fiables (se rompen o “funden” fácilmente).
El siguiente paso son las luces Láser. El especial BMW i8 fue el primer coche de calle en usarlas (2014), aunque Audi las desarrolló para su coche del Mundial de Resistencia (para las 24 Horas de Le Mans). Un haz Láser azul procedente de un diodo concentra energía a una superficie que emite la luz blanca que necesitamos. Para la misma cantidad de luz emitida consume menos de la mitad de energía que las LED. Su capacidad lumínica las hace por ahora imbatibles y pueden llegar hasta 600 metros: se usa sólo cuando no se detecta ningún vehículo de frente, y por ahora sólo en coches de muy alta gama porque es muy caro.
Las luces LED son unas cosas con otras la solución óptima para las motos. Ligeras, no tienen problemas de calentamiento, funcionan con la tensión de la instalación de la moto y se pueden apagar y encender rápido si hace falta. Poco a poco ya han ganado su sitio en nuestro mundo y no pasará mucho tiempo hasta que sean el único tipo de luces que tengamos sobre dos ruedas: una buena noticia porque nos permitirá rodar más seguros.
