Cuando algo inesperado se rompe... cuidado tras cualquier caída

En el vídeo que os mostramos a continuación, vemos cómo un piloto de trial se lleva una tremenda sorpresa (y tremendo golpe) cuando el manillar de su moto se rompe. No sabemos qué historia tenía ese manillar, pero teniendo en cuenta el (gran) margen de seguridad con el que se fabrican, está claro que esa moto había ido unas cuantas veces al suelo, algo muy normal en una trialera. Y esas caídas, más o menos suaves, habían dejado huella en el material: por eso, con ese pequeño esfuerzo, se rompe.
Eso de la fatiga de los materiales puede sonar raro pero es muy fácil de entender: gracias a ello es posible partir un alambre o un clip sólo con doblarlo varias veces. Cuando haces eso, concentras mucha fatiga en el punto de doblado: primero la elasticidad del material llega a su límite, doblándose, y luego con cada doblado se llega al límite de fatiga y se rompe.
Cada material, por composición y por acabado o tratamiento, tiene sus límites. En las motos tenemos muchas piezas en metales ligeros y en aceros, también plásticos, y todos sufren de un modo u otro este efecto, pero los que se vuelven más frágiles son los ligeros. Si hemos tenido un golpe fuerte es normal revisar o reemplazar muchas piezas, pero hay cosas que pueden pasar desapercibidas después de una caída “tonta” en parado o a baja velocidad… y que luego pueden convertirse en un problema muy serio. Imagina que se te parte el manillar como al trialero del vídeo, pero te ocurre en una curva rápida en carretera.
Piezas críticas
Estriberas, manillares y manetas. Cualquier pieza que soporte nuestro peso y nuestras órdenes sobre la moto ocupa un lugar destacado entre las que son más críticas a la hora de una rotura. Ten presente que una pieza que haya sufrido un golpe, y que no se haya roto, mostrará su fragilidad cuando reciba otro esfuerzo. Al apoyar más peso en una estribera para cambiar la moto de lado entre curvas, o en una frenada fuerte cuando nuestro peso se vuelca sobre los manillares. Y no son momentos en los que quieres tener esa “sorpresa”.
Las aleaciones ligeras (aluminio) son muy poco elásticas y muy frágiles. Una maneta suele partirse en una caída en parado, aunque algunas se doblan. Si se ha doblado, no intentes devolverla a su forma original: descubrirás lo frágil que se queda. Por eso muchas manetas llevan un agujero o hendidura en la zona media o algo más lejos del punto de giro: para que, en caso de caída, se rompan por ese punto y puedas seguir usándola aunque sea con un dedo.
Con estriberas y manillares ocurre lo mismo. Las estriberas de las motos de calle son articuladas para evitar partirse en una caída leve, pero sus pletinas de fijación no y las palancas (cambio o freno trasero) tampoco. Si son de acero y se han doblado poco, no será complicado devolverlas a su sitio y seguramente sea seguro; si son de aluminio, como con las manetas, seguramente se partan en cuanto intentes doblarlas de nuevo (fatiga). En cuanto al manillar, dependerá además del material de cómo esté diseñado: unos semimanillares pueden doblarse en una caída sobre la barra o botella de la horquilla en la que se fijan, recibiendo su material poco o ningún daño. Un manillar entero se doblará seguro, y si es de acero será más fácil o posible que vuelva a su forma original, por lo menos para seguir andando, que si es de aleación ligera.
Hay otras partes que tras un golpe más fuerte pueden haberse doblado y que es posible reparar, pero que no te recomendamos. La horquilla por ejemplo, en un típico golpe de alcance urbano (das por detrás a un coche). Unas barras dobladas y arregladas pueden parecer perfectas pero apuesto a que en una radiografía o escáner de material mostrarían grietas internas… ¿te arriesgas a que se partan en una frenada fuerte? Y lo mismo con una tija de dirección.