Dos motores de 750 para arrasar en Bonneville: así es “el Anticristo”
Un trabajo de cobertizo que deja sin aliento

Ya sabemos que los estadounidenses son un poco exagerados, rozando si se me permite el término “flipados”, a la hora de elegir nombres para su máquinas más potentes. Y dentro de ese nivel de exageración nos encontramos los que emplean términos religiosos para referirse a sus vehículos. Es algo que hemos podido ver de manera habitual en los “muscle cars”, pero esta tradición también se extendió a las motos y, concretamente, hasta esta máquina que os presentamos. Con todos ustedes “el Anticristo”.
Según la RAE, el término evoluciona del latín tardío y a su vez este lo hace desde el griego y la traducción literal de la lengua helena es “contrario a Cristo”. En cuanto a la definición: “Ser maligno que, según san Juan, aparecerá antes de la segunda venida de Cristo, para seducir a los cristianos y apartarlos de su fe”. Y claro, si uno empieza a darle vueltas a la moto puede entender que se pueda perder la fe que cada uno profese y pasar a adorar a esta máquina única.

Lo más llamativo que encontramos en la moto está en su motor y es que en realidad se trata de sus motores, ya que tiene dos colocados, además, de una manera muy peculiar. Normalmente cuando hemos visto fusiones de motores lo hemos hecho viendo como se sitúan en paralelo pero en esta ocasión nos encontramos que están en fila, uno tras otro. Se trata de dos motores de 750 cc donados de sendas Honda CB750, así que estamos ante una moto de ocho cilindros... Y es que la finalidad de esta moto era la de competir en Bonneville, por lo que la potencia era un factor muy importante.
Detrás de esta creación se encontraba Boris “Bob” Guynes, un auténtico entusiasta de la velocidad que incluso llegó a participar en el TT de la Isla de Man. Así que para poder enfrentarse al desafío salado, Bob tuvo que trabajar no sólo en esos dos motores sino también en un chasis de acero que los pudiera albergar. Así que se puso manos a la obra para lograr la moto que puedes observar en las fotos y que tiene otras muchas curiosidades más allá de sus ocho cilindros y sus 32 válvulas. El sistema de escape es un ocho en cuatro y sus carburadores, cuatro en total, se podían manipular de manera remota para conseguir el rendimiento deseado.
Pero claro, una bestia así había que pararla y para eso empleaba un freno de tambor delantero de cuatro zapatas y otro trasero de dos. La lástima sobre la historia de esta moto es que no conocemos sus récords ni velocidades máximas en el lago y tampoco la potencia final que consiguió Bob de ese motor tan especial. Lo que sí sabemos es que medio siglo después sigue luciendo espectacular y desafiante y que cualquiera que se suba a ella tendrá una experiencia cercana a lo divino. También sabemos que recientemente ha cambiado de propietario después de ser subastada en Mecum y que, a pesar de su edad, luce espectacular.

Además, gracias a esta joya, hemos podido conocer la historia de Boris Guynes, que después de nacer en 1937 y prestar servicio en el ejército estadounidense pasó 60 años construyendo máquinas para desafiar la fe del más fuerte.