El Sueño del Señor Grau

Fue hará cosa de cuatro o cinco años, cuando le hice una entrevista panorámica en la coqueta pizzería que regentaba. Me había enterado de que un tiempo atrás había participado en las 24 Horas de Montmeló, formando parte de un equipo con tres pilotos y habiendo cumplido entonces 63 años. La pregunta casi le ofendió. “Pues claro. Claro que las acabé”, me respondió con un punto de vehemencia y un tanto sorprendido.
Hace unos días y ahora con nada menos que 72 años, ha vuelto a participar en otra carrera, en otro circuito, pero con una perspectiva bien distinta. Porque no vaya a pensar el lector que nuestro protagonista se presentó en el circuito de Alcarrás de una manera testimonial o como mero figurante. No, en absoluto. Ahora ha corrido con un ambicioso objetivo, y yo diría que sumamente elevado. Esta carrera pasada en el circuito ilerdense tan sólo representaba un trámite para ¡engrosar su palmarés de 2017!
Y si por fin este año resultara que un servidor fuese uno de los afortunados que cruzarán la meta, la admiración que uno siente por el Señor Grau formará parte de ese cóctel de emociones: euforia, alivio, satisfacción y una inconmensurable alegría; sin dejar de recordarme también que, por muy exultante que viviera ese momento festivo, debería de contenerme aún dentro del modesto reducto de los mortales, reservando el de los héroes a personajes de leyenda como él, que acabaron la misma carrera no sólo siendo 4 años mayor que yo, sino sobre todo rodando dos horas más en pista; eso sin olvidar nunca que cuando él ganaba las 24 Horas en El Parque, lo hacía con el apoyo de un solo compañero, en un circuito mucho más machacón y trabajoso, e infinitamente más peligroso.
Ahora, al pensar en la nueva proeza que se propone el Señor Grau y recordando quién fue y el desbordante entusiasmo que proyecta siendo un heptagenario en la actualidad, no me cuesta imaginarle volando sobre Crosby o sobre Ballacraine, por mucho que puedan sorprenderse los lectores más jóvenes, o los flacos de memoria; incluso me resulta fácil verle peleando en Glen Helen para mantener a raya un monstruo como la Yamaha OW31 de 750 y 2T, con la que dicen pretende participar; una moto que constituye otra leyenda de la velocidad y que por sí sola merece un extenso y detallado reportaje.
¡Ánimo, Señor Min!
¡Gas, mucho Gaaaasssss!