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Entrevista Jorge Martínez «Aspar»: «Valentino se fijaba en mí a la hora de frenar»

Fotos: Aspar Team
El mánager valenciano narra sus dos mejores carreras en el trazado checo de Brno durante las temporadas de 1988 y, sobre todo, 1996. Márquez ha sido el último, pero él fue el primer piloto español en conquistar la República Checa.

Es un placer sentarse a hablar de motos con Jorge Martínez Aspar, no sólo por su descomunal palmarés, que le convierte en historia viva del motociclismo de nuestro país, sino porque en la madurez sigue conservando aquel brillo en los ojos, propio de una pasión cada día más cultivada. No le cansa llevar más de treinta años de circuito en circuito, al contrario, su base de datos sigue registrando y las anécdotas se almacenan por fechas, carreras, victorias… Cualquier parámetro es bueno para conservar fotogramas de una cinta que sigue rodando.

Ayer se disputó el GP de la República Checa en Brno, terreno abonado por Jorge Martínez “Aspar”, fuente inagotable de anécdotas. Es raro pisar una pista en la que el tetracampeón alcireño no haya dejado su impronta y tenga una historia que contar. La temporada de 1988 fue histórica para él, último piloto en proclamarse Campeón del Mundo en dos categorías simultáneamente (80 cc y 125 cc). Aquí, en Brno, tuvo el orgullo de firmar un doblete de los que le darían los entorchados de las dos categorías más pequeñas del Campeonato del Mundo. Aparte de subir al cajón más alto del podio dos veces aquel día, fue el primer español capaz de ganar en territorio checo. Hoy es común ver a un español imponerse en Brno, pero alguien tenía que abrir el camino, alguien que mira con envidia sana a todos nuestros jóvenes pilotos.

Jorge Martínez Aspar en el GP de Brno de 125 cc en 1996

No se quedó ahí la conversación, hilando en el bullicio de sus pensamientos, excitados por la activación de su frasco de los sueños, sonreía al aparecer un segundo puesto en su memoria. Tanto me sorprendió ver a un ganador nato alegrarse por un segundo que mi inquisición no se hizo esperar. Allá por el 18 de agosto de 1996, montado sobre una Aprilia RS 125, diecinueve vueltas le separaban de una más que probable victoria. Desde 1994 (Argentina) no bebía de la botella más grande de cava, y tenía ganas de contemplar el bosque de Brno desde lo más alto del podio. El fin de semana había sido productivo, con un ritmo y unos entrenamientos lógicos, de modo que las esperanzas por ganar fueron tomando forma.

Manako, Sakata, Aoki, Alzamora, Rossi y el propio “Aspar” se escaparon al apagarse el semáforo. Pasadas tres vueltas el alcireño escuchó el sonido fatídico de un ‘gripada’ pero sostuvo el embrague a tiempo para no quedarse en el banquillo tan pronto. El incidente le hizo perder contacto con los fugados, aunque su empeño en la victoria le devolvió a la guerra grupal enseguida. Tan convencido estaba que se zafó de sus compañeros marchando en solitario, llegando a amasar varios segundos de ventaja. Pero el transcurso de la carrera le devolvió lo que era inevitable. Su moto gripada perdía potencia paulatinamente y en la última subida, antes de cruzar la línea de meta como vencedor, un jovenzuelo risueño y lampiño lo alcanzó para ganarle por menos de una moto de ventaja, 245 milésimas, un tímido suspiro.

Abrazado a Valentino Rossi en los instantes previos a la ceremonia del podio, “Aspar” recopilaba todos los sentimientos encontrados de una carrera tan curiosa como a la larga significativa. Aquella vez fue segundo, cediendo la primera victoria al que progresivamente se convertiría en uno de los mitos del motociclismo. Con los años, el tetracampeón alcireño vería un paralelismo claro: «recuerdo que Valentino comentó en alguna ocasión que se fijaba en mí a la hora de frenar. En aquel momento nadie imaginaba que llegaría tan lejos. El paso de los años le daría un valor histórico a aquella victoria, me recordó cuando yo ganaba a Nieto o a Tormo, la sensación de ganar a mis ídolos no tenía parangón».

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