Esta Honda CBR750RR es un diseño que fusiona lo clásico y lo moderno
Sirve para fantasear sobre la vuelta de la categoría de 750 cc


Estamos deshojando la margarita. ¿Habrá Honda CBR600RR-R? ¿No habrá Honda CBR600RR-R? ¿Habrá Honda...? Desde Japón dicen que sí, pero a lo largo de los años hemos aprendido a no hacernos demasiadas ilusiones para luego no pasarnos días llorando en las esquinas. Por eso ya hasta nos conformamos con diseños que, al menos, sabemos que es imposible que lleguen a hacerse realidad pero de los cuales podemos disfrutar fantaseando. Y en esta línea decimos, ¿y por qué no una Honda CBR750RR?
Hubo una época, hace como una década, que el usuario podía elegir entre tres tipos de deportivas: las rabiosas Supersport de 600, las brutales Superbikes de 1.000 o aquello que se consideraba lo mejor de dos mundos: una 750cc. Suzuki fue quien más apostó por ellas, y fue la última en vender una moto en esta cilindrada y siempre con éxito.

Si bien es cierto que ahora tenemos algunas propuestas en ese segmento, vienen en su mayor parte condicionadas porque cuentan con mecánicas tricilíndricas y, debido a ello, cubican algo más que las Supersport. Pero es un mercado difícil, sobre todo porque no hay espejo en competición al estar fuera de normativa, no solo en campeonatos mundiales sino también en nacionales.
Pero dejando a un lado temas de homologación, este diseño que muestran los amigos de Asphlat & Rubber tiene eso que dicen los franceses, un je ne sais quoi (no sé qué), que nos ha entrado por los ojos. La miras y sabes que es una Honda aunque no lleve logotipos.

El faro delantero, con esa firma lumínica vista en la Honda VFR800 en forma de "X", esas formas casi moldeadas a cuchillo pero, sobre todo, el lateral del carenado con las dos aristas prominentes a los lados del faro y el colín con sendas tomas aerodinámicas a los lados que son, claramente, un calco de las empleadas en la Honda CBR1000RR SC57 de 2005-2006.
Un diseño que diríamos clásico, que huye de los carenados imposibles llenos de vértices y vórtices (que ojo, también nos encantan), apostando por una silueta que nos lleva a la primera década de este siglo.