Estados Unidos prepara una macrored de cargadores eléctricos ¿Y Europa?
Un obstáculo menos para la movilidad eléctrica

No cabe duda de que la movilidad eléctrica es una gran aliada para evitar la contaminación ambiental en las grandes ciudades. Las motos y los coches circulando sin emitir CO2 ni otros gases contaminantes mientras están circulando por las áreas más pobladas, supondrán una gran mejora en la calidad de vida. Pero, por el momento, el gran desafío al que se enfrentan los eléctricos es que su autonomía suele ser inferior a la de un vehículo de la misma clase de combustión pero, especialmente, que los puntos de carga no están tan extendidos como las gasolineras. Puede que esto sea la pescadilla que se muerde la cola porque mientras no haya más usuarios no serán necesarios más cargadores, y mientras no haya más cargadores puede que muchos usuarios no se atrevan a dar el salto.
En cualquier caso parece que las administraciones están intentando guiar (o empujar) a los usuarios hacia lo eléctrico y eso supone un impulso para que, quienes lo necesiten, puedan recargar fácilmente sus vehículos. Por ejemplo, en Estados Unidos se está intentando poner en marcha un ambicioso plan que sea capaz de suministrar la energía eléctrica necesaria para abastecer a los 22 millones de vehículos eléctricos que se esperan allí para 2032. Para ello han estimado que necesitarán en torno a 100.000 puestos de carga rápida en un plan que abarca hasta 2030.

Aun así y a pesar de que se trata de una de las mayores de las economías del mundo, se trata de un gran desafío puesto que actualmente sólo hay disponibles 5.644 cargadores rápidos para todo el país, por lo que en sólo 8 años deberían instalar cerca de 95.000. De ello se encargará (o pretende encargarse) la National Electric Highway Coalition, que no es otra cosa que la coalición de 53 compañías de energía privadas, aunque no han hecho público cómo pretenden llevarlo a cabo.
Este movimiento en Estados Unidos nos ha llevado a preguntarnos qué sucede en Europa y si hay algún plan similar. Por el momento, lo único que hemos podido encontrar llega de parte de la Unión Europea y se engloba dentro del programa “Fit for 55”, con el que se pretende impulsar la innovación política para la acción climática. Eso sí, no se trata de un plan específico de la movilidad eléctrica sino de diferentes medidas para conseguir reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero al menos un 55% para 2030.
En ese sentido, uno de los puntos es el que busca el mayor uso de energías renovables, mayor eficiencia energética y un despliegue más rápido de los modos de transporte de bajas emisiones y de la infraestructura y los combustibles para apoyarlos. Es más, el planteamiento es de la UE es que las emisiones de vehículos nuevos disminuyan un 55% a partir de 2030 y un 100% a partir de 2035. Eso obligará a dar un vuelco absoluto al sistema de abastecimiento de energía para los vehículos tal y como lo conocemos hoy en día. Y ahí es donde el Reglamento sobre la infraestructura de los combustibles alternativos exigirá a los Estados miembros que amplíen la capacidad de carga en consonancia a la venta de los vehículos. Así pues, deberá haber un punto de recarga eléctrica al menos cada 60 kilómetros en las principales autopistas y un punto de repostaje de hidrógeno cada 150. Eso sí, no especifica si en el caso de los puntos eléctricos serán de carga rápida.
Ahora solamente falta ver cómo ese proceso se pone realmente en marcha y cómo se es capaz de conseguir generar esa nueva energía de una manera limpia y sostenible a un precio razonable, pues todo apunta a que el coste de la electricidad no parará de crecer en los próximos años.