En una sociedad que, inevitablemente, busca alternativas a los combustibles fósiles, caros de obtener, en manos de unos cuantos países productores y altamente contaminantes, conocer proyectos respetuosos con el medio ambiente y que se salen de la línea de lo “convencional” siempre es interesante. Hasta el momento, la mayoría de alternativas a los combustibles fósiles pasan por los vehículos eléctricos en cuya fabricación se emplean materiales contaminantes (especialmente para las baterías y partes digitales) y cuya energía no siempre proviene de fuentes renovables.
Es por eso que proyectos tan diferentes merecen, como poco, el reconocimiento al esfuerzo y suponen en muchos casos una ventana de esperanza a mundo sostenible en todos los sentidos.
Aún así, lo que más llama la atención de este proyecto emprendido por dos holandeses, Ritsert Mans y Peter Mooji es que la madera es la principal materia con la que está hecha la moto. Su diseño, a medio caballo entre lo retro y lo moderno, pero en cualquier caso alternativo es lo que capta la atención para mostrarnos un experimento que sí puede revolucionar el mundo, el aceite de algas cultivadas.
Mooji es científico y lleva un tiempo trabajando en un biocombustible que se obtenga a partir de las algas. Con su propio cultivo, Mooji ha conseguido dar un paso adelante en un camino que aún es largo de recorrer. Como se puede ver en el vídeo, la moto arranca y funciona, pero aún falta por obtener un buen rendimiento a este combustible. En el lado positivo se sitúa el hecho de que estas algas se cultivan en agua salada, la mayor parte del agua que tenemos en la tierra, pero por el momento hay que mejorar también la producción puesto que a día de hoy se estima que el coste es el triple de costoso que para los carburantes fósiles.
A modo de curiosidad, ya en 2012 se rozaron las 100 millas por hora con una moto con combustible derivado del aceite de algas, aunque en esa ocasión iba disuelto al 50% con aceite usado de cocina.
