La contaminación que no evitan ni las eléctricas: frenos y neumáticos

A medida que el mundo avanza nos hacemos más conscientes de la necesidad de contaminar poco. En las motos ha habido una evolución muy evidente: añoramos el genio de los motores de dos tiempos, pero es verdad que quemaban aceite y echaban mucho humo. Las cuatro tiempos son mucho más limpias, y las sucesivas normas Euro se han ocupado de que las actuales contaminen poco. El siguiente paso son las motos eléctricas, que ya están aquí: aparte de lo que se contamina para fabricarlas (sus baterías en particular) y de lo que se emite para cargarlas (no toda la electricidad se genera de forma ecológica), son vehículos cien por cien limpios … ¿seguro que lo son del todo?
Pues no. Hay dos fuentes importantes de contaminación en cualquier vehículo, de los que por ahora nadie se ha preocupado mucho… todavía. Son los frenos y los neumáticos. Cada vez que accionamos los frenos, las pastillas se desgastan al rozar con los discos y sueltan polvillo (tóxico). El desgaste de los neumáticos al rodar también es obvio (si no, durarían para siempre) y sueltan también partículas. Prueba a soplar con aire comprimido una rueda delantera de un coche y verás (si lo haces, tápate y evita respirar “eso”). Un estudio realizado en París mostró que nada menos que el 40 por ciento de las partículas finas en suspensión procedían de neumáticos, frenos y asfalto (sí, la carretera también se gasta).
¿Qué solución tiene esto? Por un lado desde hace años los fabricantes de frenos usan materiales menos tóxicos, pero las partículas siguen siendo un problema en sí mismas. Volkswagen es una de las marcas más activas en este frente: junto con el fabricante de filtros Mann+Hummel han desarrollado un sistema de pinza de frenos que incorpora un filtro de partículas. Sí, pronto los vehículos llevarán filtros en las ruedas … incluso algo más: aspiradores. Una o más turbinas con conductos dirigidos a las ruedas aspirarían las partículas de frenos y neumáticos. Lo que nos queda por ver…