Publicidad
[the_ad_placement id="adsense-mega-2-mobile"]

La isla de las tormentas

Fotos: Motogp.com
Phillip Island es un escenario irrepetible que, a menudo, nos ofrece carreras para el recuerdo. Las de este pasado fin de semana seguramente no pasarán a la posteridad, pero en líneas generales fue un Gran Premio entretenido e intenso.

Siempre que el Mundial de MotoGP viaja a Phillip Island, el “paddock” vive con emoción esta carrera, por más que la demoledora gira asiática termine pasando factura a todos. Son muchas horas de viaje, nuevos climas, nuevas situaciones, siempre lejos de casa, pero es pisar la isla, y el espíritu cambia. Phillip Island tiene algo. Sólo con disfrutar del entorno sería suficiente, aunque en ocasiones no es el más agradable. Tras dos días de infierno, llegó el sol justo para las carreras, que resultaron de lo más vistosas, tras unos cuantos Grandes Premio bastante monótonos.

Phillip Island se merece un mejor emplazamiento en el calendario. Desde que pasó del otoño austral a la primavera de las antípodas, se sucede el ritual de protesta por tan desaconsejada fecha. La baja temperatura y la lluvia del viernes y el sábado han dejado un elevado saldo de caídas, y no es precisamente un sitio donde las caídas resulten insignificantes. De los entrenamientos salimos con dos pilotos fuera de combate para las carreras, Alex Márquez e Isaac Viñales, y tras las carreras, especialmente la alocada prueba de 125, tenemos dos lesionados más de consideración, John McPhee y Enea Bastianini.

También los hay que son más fuertes que el vinagre, que diría mi admirado Valentín Requena, como Sam Lowes, que se cayó cinco, sí c-i-n-c-o veces a lo largo del fin de semana y llegó de una pieza. Y lleva 27 caídas en 16 carreras. Me parece que Lowes va a batir todos los records.

En total, el domingo se produjeron 29 caídas, ni más ni menos, 16 de ellas solo en Moto3, en una jornada seca y sin lluvia, pero tremendamente fría, que fue la causa fundamental de los accidentes: la baja temperatura restaba efectividad a los neumáticos, que no conseguían trabajar de modo adecuado. Y fue un mal común a las tres categorías.

Ya sé que es habitual en los humanos hablar de Santa Bárbara sólo cuando truena, y con el Gran Premio de Australia sucede lo mismo. La falta de temperatura de la pista es el único pero a esta carrera, y sólo se me ocurre una forma de ponerle remedio: cambiar la fecha de la carrera. Original, ¿verdad? Como no ha habido ninguna crisis, ni polémica, ni nadie se ha hecho daño de verdad, pasamos por encima de los resultados y los acontecimientos, y seguimos camino. ¡Hasta otra, Australia! Y cuando llegue el próximo otoño y los equipos aborden otro nuevo periplo de un lado al otro del mundo, volveremos a quejarnos de lo mismo. ¿Por qué no se le pone remedio ya?

El Gran Premio de Australia de 2017 está programado para el 22 de octubre. Ya no podemos hacer cambios (o quizás sí: ¿no se cambió la fecha del Gran Premio de Japón tras el terremoto de 2011?), pero quizás si se puede buscar una solución para minimizar riesgos en 2018. Porque es un lujo que no nos podemos permitir que se produzcan tantos accidentes en un circuito como Phillip Island, uno de los más rápidos del calendario: Crutchlow ha ganado a una media de 176,5 km/h, y eso que la carrera fue quince segundos más lenta que en 2015. Por ahora los pilotos van saliendo bien librados, especialmente teniendo en cuenta que hay algunos puntos donde la seguridad es más bien justita: Rodrigo terminó contra el muro, a pesar de ir en una ligera Moto3. Con una MotoGP se podría llegar hasta el mar (en el lejano pasado, antes del Mundial, sucedió).

Hay conflictos que impiden que se regrese al marzo original del primer Gran Premio de Australia, en 1989. La Fórmula 1 se disputa en Melbourne en marzo, así que el promotor de Phillip Island es partidario de desplazar el segundo evento del motor más importante de Australia a otra fecha distante en el calendario. Y anticipar el Gran Premio es imposible, porque supondría meter la carrera en el periodo destinado a la pretemporada, y en la fecha de SBK, en febrero. Difícil solución, entonces. Pero algo hay que hacer. Lo fácil es echarle la culpa al empedrado y decir que los neumáticos no han funcionado, pero la realidad es que las condiciones que se dieron a lo largo del fin de semana, domingo incluido, no son las más adecuadas para hacer carreras de motos.

Lo último

Lo más leído