La reeducación del automovilista
Se me ocurren dos posibles respuestas: O bien les explican en estos países cómo comportarse ante las motos en sus autoescuelas, o bien tienen una dosis de sentido común y de educación de la que carecen los automovilistas españoles, aunque probablemente se trate de una combinación de ambas cosas.
Lo cierto es que en España, desgraciadamente, la actitud de los conductores de coche suele ser despectiva ante las motos, cuando no descaradamente hostil. Supongo que en el fondo se trata de una combinación entre rabia (les pone de los nervios que podamos adelantarles fácilmente mientras ellos se desesperan en sus interminables atascos) y envidia (a muchos les encantaría estar en nuestro lugar, pero no se atreven por torpeza o cobardía).
El problema es que esta desafortunada y negligente actitud aumenta todavía más el riesgo ya de por sí elevado que asumimos los que hemos elegido la motocicleta como medio de transporte.
Hay una clamorosa falta de empatía de los automovilistas hacia los motoristas, un no querer ponerse en nuestro lugar a pesar de que ellos también saben que nosotros somos mucho más vulnerables. Y si no quieren enterarse yo se lo explico con un ejemplo, para que me entiendan de una vez: que se imaginen circulando constantemente rodeados de grandes camiones que no les respetan, les pasan rozando sin venir a cuento como si quisieran aplastarles, y encima les increpan si no se apartan.
Ya va siendo hora de que se eduque a los conductores españoles para que aprendan a convivir con las motos, una tarea que debería ser auspiciada por las autoridades en seguridad vial y llevada a cabo por las autoescuelas, esas fábricas de expender títulos donde no te enseñan casi nada que valga la pena. Pero parece que resulta más rentable políticamente tratarnos a los motoristas como delincuentes viales («es que siempre vais como locos»), masacrarnos a golpe de multa por interpretar a nuestra manera un código diseñado para los coches pero a menudo ilógico para las motos, colgarnos el sambenito de la culpabilidad en la mayoría de accidentes entre coche y moto (cuando es exactamente al revés), diseñar unas infraestructuras (guardarrailes y demás “lindezas” que protegen a los ocupantes de coches y en cambio siegan la vida de los motoristas), y tantos etc. que ya no merece ni siquiera la pena citar para evitar subidas de tensión.
En cambio, y para más inri, esos mismos “responsables” de nuestra seguridad vial que nos maltratan e ignoran ni siquiera reconocen algo tan obvio como la decisiva colaboración de la moto en la movilidad del tráfico. Pero claro, cómo iban a hacerlo, si los motoristas somos minoría y sus puestos de trabajo dependen de unas elecciones en las que casi todos los votantes conducen coche. Supongo que son los inconvenientes de la democracia, pero yo desde luego me niego a doblegarme ante una situación tan injusta como esta..
Llegados a este punto empiezo a pensar si no me he equivocado al titular este artículo como «La reeducación del automovilista», porque en realidad lo único que éste hace es seguir la corriente de los que desde ciertos despachos y a golpe de normativa parecen empeñados en acabar con nosotros. ¿Qué os parecería “Conspiración contra los motoristas” en su lugar?