Con 25 años, Robert Allen Zimmerman circulaba a lomos de su Triumph Tiger 100 del 64 seguido por el coche de su mujer Sara para dejar la moto en el taller de su mecánico de confianza en los alrededores de Woodstock (Nueva York) hasta que, de repente, se salió de la Striebel Road. La muerte anduvo cerca pero, finalmente, la rotura de una vértebra del cuello y una fuerte conmoción cerebral fueron su bendición. No hubo informa policial ni ambulancia, ni tampoco pisó el hospital. Le llevaron a Middletown, a la casa de un médico que conocía, el Dr. Ed Thaler, donde permaneció “ingresado” un mes.
Un charco de aceite, ceguera por el sol, demasiado gas, quién sabe… ni el propio Dylan es capaz de recordarlo. En “Crónicas”, el primer volumen de sus memorias, el poeta reza: Tuve un accidente de moto y me lastimé, pero me recuperé. La verdad es que quería escapar de toda aquella vorágine. Tener hijos había cambiado mi vida y me había separado de todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Fuera de mi familia, nada tenía ningún interés para mí.
Temas como Blowin ‘in the Wind, The Times They Are A-Changin o Like a Rolling Stone transformaron la historia de la música para siempre, himnos para una sociedad necesitada de derechos civiles y en plena Guerra de Vietnam. A pesar de ello, la mayor estrella americana del pop de su época (y quizá el artista vivo más importante del mundo) no pasaba por su mejor momento personal. Superado por las expectativas y víctima de su propio éxito, Zimmerman estaba a punto de “petar”.
Las letras bíblicas del Dylan más puro, el de los sixties, estaban cargadas de influencias políticas, filosóficas y literarias, posicionándose como un estandarte de la floreciente contracultura americana de un país dividido. La “electrificación” de su música en albums como Highway 61 Revisited (1965) y Blonde on Blonde (1966) para abrazar el rock no fue muy bien entendido por críticos y ortodoxos del folk. Tras el accidente, Dylan abandonó las giras durante 8 años aunque siguió componiendo algunos discos minimalistas hasta su regreso a los escenarios en 1974. El canto nasal estaba mutando.
? Yo sólo soy #BobDylan cuando tengo que ser Bob Dylan. La mayor parte del tiempo quiero ser yo mismo. Bob Dylan nunca piensa en Bob Dylan. Yo no pienso en mí mismo como Bob Dylan. Como dijo Rimbaud: «Yo soy el otro» ~ . Hoy cumple 80 años nuestro eterno poeta! ? pic.twitter.com/qUaz1gWykp
— ● Rocktuber ● (@Rocktuber) May 24, 2021
Bob Dylan cambió radicalmente tras su accidente
Toda su discografía post-accidente fue diferente. No estuvo tan motivada por fines comerciales, sino más bien buscando un fin más lúdico y personal que antes. Gustos aparte, el renacimiento y explosión del “Dylan 2.0” se expresa magistralmente en su obra magna The Basement Tapes Complete publicada en 2014: un pack de 6 discos con 138 temas que Dylan y su grupo (The Band) grabaron en el primer semestre de 1967 en Big Pink (la casa-local de ensayo del grupo). Galardonado con el Grammy al Mejor Álbum Histórico, The Basement es el legado de aquel accidente, un tesoro musical propiciado, en parte, por una Triumph de 498 cc. La época de las anfetaminas y los viajes sin fin había terminado.
El accidente me limitó. Es difícil hablar del cambio que supuso. No es algo que puedas describir con palabras… más allá del cambio físico. Me rompí una vértebra, una del cuello. Y no hay mucho más que contar. No quiero hablar de ello. Dejémoslo en que tuve un accidente de moto y eso me permitió salir de todo lo que me rodeaba, porque ya no me importaba en absoluto (Declaraciones de Dylan a la revista Rolling Stone tres años después del accidente).
¡80 años de #BobDylan! https://t.co/vIiBSi0wlP
— Loquillo (@LOQUILLOoficial) May 24, 2021
A sus 80 años, Dylan se niega a colgar el micro, mientras que Triumph ha renovado este año su gama de monturas neoclásicas con una buena dosis de electrónica: un prometedor futuro…