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Las 5 causas más habituales de caídas y accidentes en moto

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Cuando vamos en moto disfrutamos de muchas ventajas: agilidad, rapidez, sin atascos ni problemas de aparcamiento… En contra está que vamos menos protegidos, y que sobre dos ruedas podemos perder el equilibrio. Veamos cuáles son las causas más habituales de esas caídas y cómo podemos evitarlas.

Moverse en moto tiene tantas ventajas que se hace largo enumerarlas: su agilidad y rapidez dentro del tráfico, la libertad de movimientos en atascos, la facilidad de aparcamiento, pero también su bajo consumo y precio económico de compra. Incluso que nosotros nos movamos en moto tiene ventajas para los demás: una moto más en el tráfico es un coche menos en el atasco, y por lo tanto cuantas más motos circulen, mejor lo harán los coches y el transporte público.

Las dos desventajas de la moto son que, de una parte, al ir expuestos necesitamos equiparnos bien por nuestra seguridad y para combatir las inclemencias del tiempo (frío o lluvia en invierno). Por otra parte, moverse sobre dos ruedas (o tres con un triciclo moderno) es una cuestión de equilibrio, y ese equilibrio puede perderse: ahí llega la temida caída. En el siguiente artículo tenemos algunos consejos para evitarlas, vamos a profundizar en sus causas y cómo aprender de ellas para prevenirlas cuando sea posible.

Trampas del asfalto y velocidad

El asfalto puede ocultar trampas que nos hagan perder el equilibrio en la moto, provocando una caída. En ciudad ese tipo de trampas es abundante, pero por suerte nos desplazamos a baja velocidad y muchas podemos esquivarlas a tiempo. Tapas de alcantarilla rotas, baches e incluso agujeros de varios dedos de profundidad, rejillas de ventilación, grasa y aceite derramados por vehículos en las paradas de semáforos… la lista podría seguir. Es importante ir fijando la vista por donde pasarán nuestras ruedas con suficiente antelación (y sin excesiva velocidad) para evitar pisar cualquiera de estas trampas. Estos cuidados deben aumentar al conducir con frío o lluvia.

Agujero en el asfalto

Fuera del ámbito urbano, además de algunos de esos elementos de riesgo tendremos juntas de dilatación, asfalto mal reparado (líneas de alquitrán), señalización horizontal pintada, badenes, baches poco visibles, grava o barro desplazados en accesos desde caminos… y también aquí la lista podría seguir. Ser capaz de detectar alguno de estos posibles peligros a tiempo dependerá de la visibilidad, y tener tiempo suficiente de reacción de no circular a una velocidad excesiva. Pero está claro que, por ejemplo, circular por una carretera secundaria con campos arados implica encontrarse restos de tierra en los accesos a caminos, dejados por tractores en sus desplazamientos.

Caídas a baja velocidad

Un tipo de caída que suele no tener ninguna consecuencia física es la que ocurre a baja velocidad. Se nos cae la moto al suelo, y posiblemente nos quedemos de pie: no tendremos ningún daño físico… aunque nos sentiremos torpes y el ánimo sí quedará tocado. Esto puede ocurrir por diferentes motivos. Dejarse el antirrobo de disco puesto y arrancar sin él es más habitual de lo que parece: a todos los motoristas nos ha pasado por lo menos una vez. Con suerte, nos damos cuenta enseguida y no pasa del susto (y esperar que nadie nos haya visto). Con menos suerte, la moto puede acabar en el suelo, el freno de disco doblado e incluso alguna pieza rota… Otra forma “tonta” de caerse a baja velocidad (o también a no tan baja) es si llevamos prendas que puedan engancharse en alguna pieza de la moto: desde zapatos o botas con cordones (cuidado con los lazos y las estriberas) hasta pañuelos o bufandas (mucho cuidado con el pasajero y la rueda trasera).

Caída en un bordillo

También se puede sufrir una caída a baja velocidad cuando estamos maniobrando. Hay varios ejemplos de situaciones en las que es fácil tomar la decisión equivocada, y que se nos caiga la moto. Por ejemplo: dar media vuelta en una calle inclinada, si no queda más remedio es mejor hacerlo maniobrando y no intentando hacerlo de una vez, con la moto vertical, porque si inclinamos la moto hacia el sentido de la pendiente seremos incapaces de sujetar su peso. Otro ejemplo: subir un bordillo debe hacerse siempre en ángulo recto (o lo más recto que la situación nos permita, maniobrando antes) pues si lo hacemos cuando la rueda delantera tiene poco ángulo, el bordillo vencerá nuestra fuerza y nos hará perder el equilibrio.

Presiones incorrectas en las ruedas

Un coche se apoya sobre cuatro ruedas, y cuando alguna está algo deshinchada, incluso pinchada, es capaz de circular a velocidad baja o moderada sin problema. Una moto, no: su equilibrio depende de la forma de las ruedas, y eso depende de la presión del aire en su interior. Cualquier motorista con algo de experiencia y sensibilidad es capaz de apreciar cuando una moto lleva las ruedas unas décimas de kilo “bajas”: la moto se hace menos ágil, más pesada y “dura” de dirección, y además pierde estabilidad.

Presión de los neumáticos

Por eso es tan importante revisar con periodicidad las presiones: en realidad, igual que un avión se revisa antes de cada vuelo, una moto debería inspeccionarse (incluyendo presiones) cada día. Sin llegar a eso, conviene fijarse si vemos que nuestros neumáticos se ven bien hinchados y una vez cada dos semanas comprobar que están en su presión correcta. Si lo miramos en una gasolinera que no es de confianza, ante la duda (si marca de más) nunca bajaremos la presión leída y siempre añadiremos dos o tres décimas. Una presión alta sólo perjudica ligeramente el agarre, pero una presión baja puede provocar un accidente.

Mal estado de los neumáticos

Ya hemos visto la importancia de las ruedas en una moto, pero no es sólo cuestión de llevar las presiones correctas. También, de que los neumáticos estén en buen estado, y eso depende de dos factores: uno, el que todo el mundo conoce, es el desgaste. Un neumático que ha perdido ya el dibujo, sin goma, lógicamente es mucho menos seguro que uno nuevo. No sólo es cuestión de agarre, sino también de comportamiento: cuando el trasero se queda sin dibujo (por el centro) la moto pierde estabilidad, incluso parece agitarse al pasar sobre líneas blancas; cuando el delantero se gasta (laterales) y pierde su perfil, cambia el tacto de la dirección a peor además de ponernos en riesgo en curvas.

Neumático viejo, goma reseca

El otro factor en el estado de los neumáticos está relacionado con su antigüedad. Un neumático que ha pasado más de diez años en la calle, expuesto al sol, tendrá una goma muy lejos de su mejor forma. Los compuestos de goma se endurecen con el tiempo y la acción del sol y el aire, se secan: cada vez les cuesta más alcanzar su temperatura de trabajo, cuando la goma es elástica y adherente, y basta pasar la yema del dedo por encima de unos neumáticos viejos para darse cuenta del riesgo que representa circular con ellos.

Problemas mecánicos

Una última causa de caídas está relacionada con el mantenimiento y estado mecánico de la moto. Afortunadamente, los motoristas tienen una relación más íntima con sus motos y por ello se preocupan más de su mecánica. Pero por un lado siempre puede haber descuidos (o averías) y por otro no todas las personas que usan una moto para sus desplazamientos diarios son “motoristas” ni cuidan tanto su vehículo.

Cadena de transmisión rota

Además del estado de los neumáticos, que los frenos estén en buen estado puede ser crucial en una situación de riesgo para poder usarlos de forma óptima. Menos evidente pero no menos importante es el estado de las luces: cambiar una bombilla es fácil y barato, pero circular sin luz de posición trasera, o con la de freno fundida, o sin intermitentes, puede hacer que otros conductores no nos vean y se produzca un accidente. Una cadena mal mantenida, o la correa en un scooter, puede también darnos un disgusto serio si se rompe y se engancha.

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