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Miquel y Alicia tomarán caminos distintos para cubrir mejor el área del Pacífico

Ruta de los Exploradores Olvidados
Con el condicionante de tener que llegar a Alaska en verano, Miquel Silvestre y Alicia Sornosa han decidido separar temporalmente sus caminos para abarcar más territorios por donde seguir la pista de los exploradores españoles en las tierras bañadas por el Pacífico sin tener que renunciar a Australia.

Cuando se presentó la Ruta de los Exploradores Olvidados (REO) en verano del 2011 no se dieron datos concretos sobre el camino a seguir, Miquel Silvestre se limitó a mencionar algunos exploradores a quienes buscaría en Europa, África, India, el Sudeste Asiático o América. El modo de llegar hasta ellos quedaba abierto. También anticipó que habría sorpresas a lo largo del recorrido. La primera fue la incorporación de Alicia Sornosa al equipo para completar una vuelta al mundo. La que utilizando el título de un célebre cuento de Borges se anuncia ahora, a punto de iniciar la conquista del Océano Pacífico, es la bifurcación de la REO en dos rutas. Miquel continuará su camino hacia Filipinas mientras que Alicia intentará alcanzar Oceanía antes de reencontrarse ambos en Norteamérica.

Las razones son tanto personales como logísticas. Respecto a las primeras, una auténtica aventura motociclista requiere haber completado un tramo sustancial en solitario para demostrarse a uno mismo capaz de resolver todos los problemas que puedan surgir y también para vivir la introspección que el viaje en soledad supone. En relación con los riesgos y dificultades inherentes a la aventura en moto, Alicia Sornosa ha demostrado a lo largo de estos cinco meses estar perfectamente capacitada para asumir el reto.

El «Lago Español»

Desde el punto de vista geográfico, las características de Pacífico hacen casi imposible abarcar una mínima parte de las muchas historias de sus exploradores españoles. Durante siglos se le llamó el Lago Español. Sólo España lo navegaba al dominar sus dos orillas, la americana y la asiática con plazas en Formosa, Filipinas, Indonesia, Camboya, las Islas Salomón o las Marquesas. El Galeón de Manila fue durante siglo y medio el único medio de unir Asia con América convirtiéndose en la ruta comercial más longeva del mundo. Sin embargo, la dispersión del territorio a explorar, su insular fragmentación, complica el viaje de dos motocicletas. Continuar como equipo doble con el condicionante temporal de llegar a Alaska en verano supondría renunciar a Australia. Y eso era algo que la REO no puede permitirse porque si ese país se llama así es precisamente por otros exploradores españoles olvidados.

Australia: la Terra Australis Incognita

Durante los siglos de la oscuridad geográfica existió otro gran mito: la Terra Australis Incognita. Debía existir un inmenso continente al sur. La idea de esa masa terrestre tuvo su origen en la Grecia Clásica y fue Claudio Ptolomeo, cartógrafo de la Biblioteca de Alejandría, quien la asumiera en su sistema geocéntrico, según el cual la tierra sería el centro del Universo, algo en lo que erró, pero sería redonda, algo en lo que acertó. Tras el descubrimiento de América en 1492 los científicos se pusieron a rastrear quién había podido predecir en la antigüedad que el planeta no era plano. Entonces dieron con Ptolomeo. Y si había acertado en lo de la esfericidad, debía haberlo hecho con lo de ese continente del sur. De modo que los cartógrafos del Renacimiento empezaron a dibujar mapamundis que incluían la «Terra Australis Incognita».

Los exploradores se pusieron a buscarla. Pedro Fernández de Quirós, portugués al servicio de la Corona Española, salió del Perú en 1603 con tres barcos. Llegaría a las Nuevas Hébridas, actual Vanatú, desembarcó, reclamó para los Austrias todo el territorio comprendido de allí hasta el Polo y pensando que había alcanzado al mito bautizó la tierra pisada como Australia del Espíritu Santo, demostrando un gran talento poético al combinar el nombre de sus patrocinadores con el del legendario continente.

Pero a pesar de haberle dado el nombre casi definitivo, el mito seguía esquivo. Poco después una tormenta dispersó los barcos. Tomó el mando de la expedición Luis Váez de Torres, capitán del San Pedro. Intentando llegar a Manila atravesó el paso abierto entre Nueva Guinea y el extremo más septentrional de una gran masa terrestre. Hoy esa tierra inmensa que el navegante gallego seguramente fue el primero en divisar desde el puente de mando se llama Australia. El continente australiano ya no es un mito aunque a veces sí una incógnita. Y el complicado canal que aquel capitán recorrió se llama hoy el Estrecho de Torres.

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