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MotoGP Catalunya: Checa ganó y Crivillé levantó al público en 1996

Fotos: SMN
La solvente victoria de Carlos Checa y el soberbio espectáculo ofrecido por Alex Crivillé hacen del GP de Catalunya de 1996 otra de las carreras para recordar disputadas en el Circuito de Montmeló.

La llegada del GP de Catalunya al Mundial de Motocicismo coincidió con las dos últimas temporadas de Wayne Rainey y la poderosa ascensión de Mick Doohan como gran dominador de la categoría reina de 500 cc. Pero a pesar de ganar mundiales a pares, el australiano tardó seis años en ganar una carrera en Barcelona.

Primero se lo impidieron el propio Rainey y Luca Cadalora. En 1995 Alex Crivillé se convirtió en el primer piloto local en ganar una carrera de la categoría reina en Montmelo, aunque fuera el GP de Europa, último de la temporada, y el Mundial estuviera más que decidido a favor de Doohan. En 1996, el que evitó la primera victoria de Doohan fue Carlos Checa.

1996 era la primera temporada completa de Checa en 500 cc con la Honda del Pons Racing, y con ella fue capaz de firmar su primer triunfo en el Mundial de Motociclismo. En Montmeló, por supuesto, y ante un público más que entregado.

Salía desde la primera línea de la parrilla junto a las dos Honda oficiales de Crivillé y Doohan, que había conseguido la pole position, y una cuarta Honda, la de Luca Cadalora. Nada especial, teniendo en cuenta que ese Gran Premio acabaría con motos de la marca alada en las ocho primeras posiciones.

Aunque fue Cadalora el que dominó las primeras vueltas, Checa dejó pronto muy claro que ese podía ser su día. No hay que olvidar que se esperaba de Crivillé que repitiera la gesta de la temporada anterior, pero muy pocos contaban con Checa, el gran tapado de la carrera.

A las primeras de cambio adelantó a Doohan. Después fue el turno de Crivillé. Cadalora también cayó con aparente facilidad, y fue entonces cuando Crivillé se dio cuenta de que tenía que ponerse las pilas si no quería ver cómo Checa se escapaba en dirección a la línea de meta. Pero no pudo hacer nada para seguirlo. El pilotaje de Checa era soberbio, sin fallos, como un reloj.

Pasado el ecuador de la carrera, era evidente que Carlos Checa estaba controlando el asunto con absoluta autoridad. Y entonces Crivillé empezó a pagar el sobreesfuerzo al que había sometido su neumático trasero, mientras Doohan empezaba a atacarle por detrás. Los dos pilotos oficiales HRC se enzarzaron en una tremenda lucha al límite de la adherencia, en la que Alex Crivillé escribió un manual completo de derrapajes controlados.

Al final, el estilo más sobrio de Doohan tuvo su recompensa en forma de segundo escalón del podio, con Crivillé todavía pegado a su rueda trasera 49 milésimas después. Checa había entrado 6 segundos y medio antes casi sin levantar la cabeza de la cúpula.

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