Hace ya un tiempo que pudimos poner a prueba nuestras habilidades en el mundo del dirt track gracias a los cursos que impartía el Noyes Camp en sus inicios. De eso ya ha pasado un tiempo y ahora la escuela con sabor americano ha trasladado su sede hasta el Circuit Ricardo Tormo, en Valencia, arrancando una nueva etapa. Además de enseñar a derrapar sobre tierra, en el Noyes Camp también te enseñan a sacarle todo el partido posible a la moto en el asfalto. Así que, cogimos nuestra maleta y hasta Cheste que nos fuimos con la clara intención de pasar un gran fin de semana e intentar aprender todo lo posible, intentando absorber como una esponja todo lo que los monitores del Camp nos pudieran enseñar.
Las motos empleadas en este caso son dos, las “pequeñas” Kawasaki KLX 140 y las ya más serias Kawasaki Ninja 250 y es que la mejor manera de trabajar sobre vicios adquiridos es con motos pequeñas que no nos hagan pagar nuestros errores con unos cuantos cientos de euros en reparaciones.
Ahora que ya sabemos dónde hay que ir y las motos, volvamos al punto de partida. Llegamos a Cheste y en la puerta ya nos estaban esperando para, en grupo, pasar todos dentro de las instalaciones del trazado valenciano. La pista en la que se llevan a cabo los cursos ocupa toda la trasera de la recta que va desde el final de recta hasta la curva Doohan, pero al otro lado de las gradas. Justo debajo de ellas el aula que se utiliza durante el fin de semana para que los monitores (Gerard Bailo y Óscar Ibáñez) nos cuenten cómo hay que hacer y especialmente que no hay que hacer para ir rápidos y seguros en moto. De la parte teórica se encarga también Kenny Noyes, que nos transmite toda la experiencia que acumuló en todos los años que estuvo compitiendo en velocidad tras su paso por el dirt track y que culminó con su etapa en el Mundial de Moto2 y posteriormente siendo Campeón del FIM CEV en la categoría de Superbikes.
A pesar de su grave accidente, Kenny sigue al pie del cañón y nunca mejor dicho porque además de la teoría, va a pie de pista con su quad para seguir las progresiones de los cursillistas y dar su opinión al respecto.
Hechas las presentaciones y tras una pequeña charla técnica, llegó el momento de ir al lío. Cambio de vestuario y primera toma de contacto con las KLX140, la misma moto que se emplea en los cursos de dirt track. Primeras vueltas, primer contacto con el circuito y primeras indicaciones.
Tras cada tanda los monitores, que están rodando en todo momento, van contando qué han visto en tu conducción, desde la postura encima de la moto a la trazada pasando por el momento y la forma en que se abre gas o se frena.
Una vez familiarizados con la moto y el trazado llega el momento de dos pruebas de destreza. La primera de ellas consiste en rodar con la mano izquierda en el depósito, para conducir la moto únicamente con la mano derecha y las piernas. Esto, que en un primer momento parece raro, a mi me sirvió para rodar mucho más fino, hacer todo de una manera más suave y a las dos vueltas empiezas a rodar cómodo y a animarte.
El segundo de los ejercicios “raros” llega con el momento de hacer lo mismo pero de pie. Sí, sí, nada de sentarse ni en curva ni en recta ni en ningún momento de la tanda. El equilibrio entra en juego y también el juego con el peso de uno mismo para hacer girar la moto. Después de estas dos pruebas, cuando vuelves a la moto no solamente vas más rápido, también más cómodo y seguro.
Otro de los aspectos que te ayudan a mejorar tu conducción es la prueba del cono. He de reconocer que se me atragantó, con una pit bike hay que comenzar a dar vueltas en círculo para ir tumbando hasta tocar con la rodilla y girar casi sobre el eje. Mientras, los monitores van corrigiendo tu postura para que no llegues a tocar con la rodilla por el hecho de tocar sino trabajando en tu postura corporal, lo que redunda en poder rodar más seguro y más rápido en un ejercicio que puedes ir repitiendo a lo largo del fin de semana.
Pero el Noyes Camp no sería el Noyes Camp sin competición. Kenny y toda la familia que lo componen llevan la competición en la sangre y por eso llega el momento de dar gas con el crono en contra. Ahí llega el momento de la Superpole. De uno en uno van saliendo los pilotos, colocados en función de lo visto por los monitores de los que en principio van a ir algo más lento de los que van a ir más rápido. Una vuelta, sólo una, para decidir tu puesto en la carrera que se celebará un rato antes. Es el momento de poner en marcha lo aprendido, sobre todo en el aspecto de seguridad porque si te caes ya sabes que saldrás el último… Además, uno de los monitores te sigue de cerca con la intención de grabarte para analizar todos y cada uno de los momentos de esa vuelta con el resto de compañeros. Así no solamente ves tú lo que haces bien o mal, también tus compañeros lo ven y entre todos se aprende lo que hacer y lo que no para acercarse lo más posible al estilo de conducción ideal.
Con la superpole se pone punto y final a la mañana del sábado ¡sólo medio día! del #VelocidadWeekend. Después de comer y antes de volver “al lío serio”, carrera de lentos. Aquí el chiste no está en llegar el primero a la línea de meta, sino el último. Jugando con el embrague y los frenos, el equilibrio es fundamental y la pericia también. Tras un rato de risas, llega el momento de seguir.
Unas tandas rápidas de calentamiento de nuevo con las KLX y a las Ninja 250. Motos más grandes, potentes y pesadas, más cercano a las motos que podemos tener cada uno para ir por la calle y el circuito para poner en marcha lo aprendido ya con “fuego real”. El paso al principio choca, después de estar toda la mañana con motos pequeñas subirte a la Ninja en el mismo trazado hace que la cosa se ponga interesante, pero al rato ya ni te acuerdas y automatizas las nuevas referencias para seguir aprendiendo.
El primer día de los dos tiene como colofón la carrera, una carrera de verdad, con su parrilla y su salida al más puro estilo USA, con la bandera como procedimiento para arrancar la prueba y dar lo mejor de uno mismo para luchar contra los compañeros de curso por ver quien ha sido el “más listo de la clase”. Después de la carrera y con la paliza en el cuerpo toca descansar y coger fuerzas para el segundo día.
Ya el domingo empieza con un buen calentamiento, al igual que hicimos el sábado antes de arrancar. A partir de ahí trabajo y más trabajo, vueltas y más vueltas y de nuevo a poner a prueba lo aprendido y mejorado con las Ninja 250. El curso acaba el domingo a medio día después de unas últimas tandas libres, pero la experiencia no. Después del podio de las dos carreras (el grupo A y el grupo B) una comida de confraternización antes de volver cada uno a su casa con una bolsa de regalo con unos cuantos obsequios de los diferentes partners del Noyes Camp y lo más especial de todo, una deslizadera como diploma certificando la asistencia al curso y su aprovechamiento.
Tras toda la experiencia toca la vuelta a casa sabiendo que la próxima vez que subas a una moto (sea en circuito o en carretera) podremos ir más seguros aplicando lo aprendido y conociendo dónde están nuestros límites y cuáles son nuestras habilidades.
Por si te lo preguntas, el precio del curso es de 440 euros e incluye las motos y posibles caídas (no pagarás los daños que pudieran ocasionarese), snacks y bebidas todo el tiempo que dura el curso, los almuerzos y comidas de los dos días y fotos y vídeo. Este año todavía quedan varios cursos del #VelocidadWeekend por completar, el primero de ellos 1 y 2 de septiembre, después 22 y 23 de septiembre, 13 y 14 de octubre y el cierre, que será el 10 y 11 de noviembre. En su web www.noyescamp.com encontrarás más información al respecto.
Además, si quieres disfrutar del curso de octubre, desde el Noyes Camp han querido tener un detalle con vosotros y os harán un interesante descuento de 45 euros si usáis el código SOYMOTERO, a la hora de concretar el pedido.
