Objetivo cumplido: llegamos a la tumba de Pedro Páez
Tumba de Pedro Páez

Pedro Páez, nacido en Olmeda de las Cebollas (hoy de las Fuentes) en 1564, llegó a Etiopía en 1604 no sin dificultades. Enviado desde la misión portuguesa de Goa junto a otro sacerdote, su barco fue abordado por piratas. Obligado a recorrer a pie el inmenso desierto de Yémen, donde pasó cautivo seis años antes de ser rescatado.
Un mito del medioevo era el reino africano del Preste Juan, próspero territorio más allá del Sáhara donde gobernaría un príncipe cristiano. Los exploradores hasta el XVI persiguieron un sueño que los avances geográficos desvanecían. Hasta que el lusitano Bartolomé Díaz dobló el Cabo de las Tormentas y abrió la ruta africana hacia las Indias Orientales.
Cuando los portugueses exploraron la costa este se toparon con una nación cristiana rodeada de musulmanes: Etiopía. El cristianismo había llegado en el siglo IV gracias a misioneros sirios. Para los etíopes, los portugueses eran un gran aliado contra el Islam, pero éstos prestaron ayuda a cambio de admitir a los jesuitas. En ese contexto político entró Páez en el país.
Hombre con don de gentes y políglota, se hizo amigo y consejero del emperador Susinios, quien le brindaría la oportunidad de visitar las fuentes del Nilo Azul en las montañas Sahala al sur del Lago Tana, en la ruta principal a Addis Abeba. Suceso que se produciría el 21 de abril de 1618.
«Confieso que me alegré de ver lo que tanto desearon ver antiguamente el Rey Ciro y su hijo Cambises, el Gran Alejandro y el famoso Julio César.», escribiría en su libro “Historia de Etiopía”.
Gorgora: tumba de Páez
El camino se torna grava durante cincuenta kilómetros para llegar a la aldea Gorgora, a orillas del Lago Tana. Aquí Páez diseñó un palacio-catedral para Susinios, al que convirtió al catolicismo. En su última visita a la localidad cayó enfermo. El 25 de mayo de 1622 murió. Lo enterraron en su catedral.
Imposible llegar en coche 4×4. El camino de piedras es apto sólo para cabras y vacas. A unos quince kilómetros de la pista se erige una montaña sobre la pequeña península. Sobre ella, el esqueleto del palacio y los restos de un torreón. Alrededor yacen esparcidas las piedras que forjaron los muros de la iglesia. Los labriegos las usan para construir sus casas.
Nada recuerda al jesuita madrileño. El inglés Speke tiene una placa en el Lago Victoria de Uganda como descubridor de las fuentes del Nilo Blanco. Páez un agujero negro en un lugar remoto. Cuán diferentes son las naciones en el trato dispensado a sus mejores hijos.