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Pere Navarro en la DGT: la segunda oportunidad

Se confirmó la llegada de Pere Navarro a la dirección de la DGT tras el cambio de Gobierno. Es su “segunda oportunidad” en el cargo, después de su primera época entre 2004 y 2012. ¿Aprovechará para arreglar algunas cosas que siguen sin corregirse? Veamos qué nos gustaría que hiciera la DGT próximamente...

Pere Navarro llegó a la DGT en 2004, de la mano del primer gobierno Zapatero. Venía del Ayuntamiento de Barcelona, donde tuvo responsabilidades relacionadas con el tráfico, y donde hizo cosas que fomentaron el uso de la moto allí. Se enfrentó en la DGT con un país de alta siniestralidad, por detrás de nuestros vecinos europeos en diferentes temas, y sacó adelante varios cambios que tuvieron un efecto positivo y rápido en la seguridad.

El carné por puntos fue el más conocido en general, y el carné de moto por etapas el que más nos afectó en el mundo de las dos ruedas. Aunque era algo razonable, se hizo de forma algo particular y local (ahora es europeo), y todavía esperamos algo igual de razonable para las cuatro ruedas… También aprobó la importantísima convalidación que permite conducir motos de hasta 125 con carné de coche. Esto, que no es más que una puesta al día de la posibilidad de conducir ciclomotores con cualquier carné, revolucionó un mercado en crisis y todavía hoy es vital. Gracias a eso las motos se han popularizado, se ha contribuido a desatascar ciudades, tenemos seguros razonables porque hay más competencia… y podría seguir. Un gran paso adelante.

A Pere Navarro se le recuerda por el carné por puntos y por haber disminuido las víctimas de accidentes.

Pero Navarro también tuvo un papel menos positivo para las motos. Cuando las cifras de siniestralidad bajaron sensiblemente, las víctimas de accidentes de moto no lo hacían. Las cifras globales mejoraron gracias a las medidas como el carné por puntos, pero también a la crisis que redujo el tráfico. Pero las ventas de motos sí aumentaron y por desgracia eso trajo consigo más víctimas, algo que un político combate porque le afea el resultado. De ahí que se hicieran algunas campañas y tomaran algunas medidas negativas: más dificultades para obtener carnés, más impuestos, etcétera.

Pere Navarro

Una vez fuera de la DGT, Pere Navarro siguió relacionado con el mundo de la seguridad vial. Vio en algunas entidades privadas una buena plataforma para mantenerse en el candelero. Y lo hizo dentro y fuera de España, en latinoamérica en particular. Pasó de ser “enemigo de las motos” (un poco entre comillas) en la DGT, a ser su defensor fuera de ella. Desde Fundación Pons Navarro se convirtió de hecho en el nuevo abanderado de las motos: habló mucho de sus ventajas en el tráfico urbano moderno, y las defendió de agresores externos. Destacó los riesgos que sufrimos por actitudes de otros conductores y poca atención de las autoridades, reclamando por ejemplo la figura de un “especialista en motos“ (necesariamente motorista) en cada Ayuntamiento.

Fuera de la DGT Pere Navarro se convirtió en un abanderado de las motos.

Ahora Pere Navarro ha vuelto a la dirección de la DGT, tras el reciente cambio de Gobierno en España. Apostamos a que su presencia no será efímera (como quizás sí pueda serlo el gobierno en sí) pues a fin de cuentas ya es un especialista en la materia, y en su primera etapa aguantó hasta 2012 (más que “su” gobierno). Cuenta con una “segunda oportunidad” única, un poco como aquél programa de seguridad vial que dirigió en TVE hace muchos años el recientemente desaparecido Paco Costas (DEP). ¿Qué pensamos que debería afrontar o cambiar desde la DGT en esta “segunda fase”?

Para empezar estaría bien cambiar un poco el discurso y la política general. La DGT es parte de la Administración, sí, pero debería ser una parte más crítica cuando se trata de defender su razón de ser: la Seguridad Vial. Deberían tener más iniciativa de cara a mejorar infraestructuras por ejemplo: los agentes de la Guardia Civil deberían tener no ya libertad (que ahora no tienen) sino obligación de denunciar calles, carreteras, señales, etcétera, inseguras. Jamás he visto a nadie de la DGT o agente declarar ante una cámara “aquí hay demasiados accidentes porque este ayuntamiento o comunidad no mantiene bien su asfalto”, o “estas señales no deberían estar aquí porque agravan las lesiones si hay un accidente”. Para eso, primero como digo un cambio de actitud (política). Pero también empezar a investigar mucho mejor (más recursos) cada accidente: así es como en aviación se mejora y es la única forma de evolucionar en el tráfico terrestre también.

Hace falta mejorar (mucho) la investigación de accidentes y evitar las injusticias: sale muy barato matar al volante.

Luego, reformar la legislación para impedir injusticias como las que vemos cada vez que hay accidentes con víctimas vulnerables (peatones, ciclistas o motoristas). Esa frase tan política de “respetar la decisión judicial” no la entiendo ni la comparto. Yo acato las decisiones judiciales, porque así es la ley en un estado de derecho, pero algunas no las puedo respetar. Y, ahora, la ley deja en manos judiciales los castigos en muchos casos: un buen abogado, un juez impaciente o injusto (sí), pueden provocar esa sensación de impunidad relativa. No es sólo que matar o dejar inválido a alguien pueda salir “barato”. Esto no ayuda nada a evitar que haya gente al volante (o al manillar) borracha, drogada, distraída (móvil), medicada o incluso demasiado cansada… todos un peligro para sí mismos pero sobre todo para los demás.

Guardias civiles investigando un accidente de bicis

Por último hace falta más y mejor “marketing” también. Algo que ayudaría a cambiar la percepción de la DGT como entidad (y la Guardia Civil… y por extensión Mossos y Ertzaina si siguieran el ejemplo) sería dejar de ocultar radares, o ponerlos en lugares absurdos (rectas cuesta abajo). Convencernos, en resumen, a los ciudadanos, que la prioridad es de verdad la seguridad, no la recaudación ni el exceso de celo en el control. Y a la vez, sí, aumentar el control en aquellos aspectos que de verdad inciden en los accidentes actuales: uso del móvil (¿por qué no prohibirlo directamente hasta que se aprenda a hacerlo?), controles de alcohol y drogas, o una gran asignatura pendiente como es exigir responsabilidades ajenas al accidentado. Si alguien en mal estado físico provoca un accidente ¿quién dio luz verde a su reconocimiento médico? ¿O a su medicación sin retirarle el carné? Si hay avería mecánica ¿qué ITV o mecánico lo revisó por última vez? O si es la infraestructura, como apunté antes, perseguir de oficio al responsable y no dejarlo en manos de una posible reclamación de la víctima. Desde la DGT todo es posible si se sabe qué hacer y se tienen ganas de mejorar las cosas.

La DGT necesita cambiar su política para que nos creamos de verdad su finalidad: mejorar la seguridad.

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