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Prueba Honda CRF250M: aprende y disfruta a partes iguales

Fotos: Honda
Honda da una vuelta de tuerca más a su descafeinada CRF250 para sacarse de la chistera una nueva supermotard idéntica a su pariente trail sólo que con los rasgos distintivos de su segmento. Agradable y fácil pero con altas dosis de diversión.

La proliferación de motos supermotard para calle ha dejado de ser una moda para convertirse en un segmento propiamente dicho. Las hay de todas las cilindradas, desde las más pequeñas de 50 cc hasta con motor de litro y con una potencia por encima de los 100 CV. A medio camino se encuentra la moto que hoy probamos, la Honda CRF250M, un supermotard perfecta para quienes empiezan, apta para carnet A2 y con un precio moderado (4.759 €).

El buen resultado que ha dado la trail CRF250L ha servido para desencadenar el nacimiento de esta nueva supermotard de la que deriva en cuerpo y alma. Ambas comparten chasis, motor y estética, pero difieren en que la “M” tiene algo menos recorrido de suspensiones y un tarado más firme, además las llantas son de 17’‘ y llevan montados neumáticos de asfalto. Con lo cual podemos decir que esta moto aúna las cualidades de una moto de campo con el comportamiento de una de carretera, el resultado es una moto diferente, muy divertida y con un radio de acción amplio, más allá de los confines urbanos.

Desde arriba

Para quienes estamos acostumbrados a ir por la ciudad en scooter o motos de baja altura, cuando montamos en una supermotard todo cambia: lo ves todo desde arriba. Haciendo un paralelismo con las cuatro ruedas es como cuando te montas en un todoterreno de los grandes. La CRF250M, aunque con el asiento 20 mm más bajo que en su melliza “L”, es una moto alta. Cierto es que cuando te montas las suspensiones bajan mucho, pero aún así se pudría catalogar de alta. Esto puede suponer un problema para aquellos conductores de baja estatura (de 1’60 para abajo) al parar en los semáforos y al subir o bajar de la moto. Desde arriba da la sensación de tenerlo todo bajo control, el manillar es lo suficientemente ancho para ser cómodo sin ser un estorbo para “callejear” entre coches. Además su altura hace que los retrovisores de los coches normalmente queden por debajo, así que un problema menos del que preocuparse en los atascos.

La Honda CRF250M tiene una buena planta.

Su campo de actuación predilecto es la ciudad y alrededores, es decir, circunvalaciones y carreteras secundarias. Hay que recordar que su asiento es similar al de una moto de campo, estrecho y no demasiado blando, por lo que enseguida el trasero se empieza a resentir. Además la protección aerodinámica es prácticamente nula, por lo que a ciertas velocidades el aire impacta de lleno en el cuerpo.

Dócil

La CRF250M monta un motor monocilíndrico de refrigeración líquida, inyección electrónica y doble árbol de levas. Exactamente el mismo que el de la CRF250L. Monta un eje de equilibrado para reducir las vibraciones a alto régimen, algo que se consigue en cierta medida, desde luego mucho más que en motos similares de la competencia. Sus 27 CV son más que suficientes para manejarse con soltura en distancias cortas y en carreteras convencionales reviradas. Quizá para autopista y autovía se vea algo escasa de velocidad punta.

La aceleración no es como para tirar cohetes pero teniendo en cuenta al público al que va dirigido, se puede considerar aceptable. En tramos virados y conducción deportiva hay que llevarla muy alta de vueltas para salir rápido en las curvas, pero el motor siempre responde con alegría. El tacto del embrague es realmente bueno.

La Honda CRF250M monta un motor monocilíndrico de 27 CV.

Calidad Honda

La firma japonesa jamás descuida la parte ciclo de sus motos, y esta CRF no iba a ser una excepción. Es una moto ligera que además parece ligera en marcha, para ello cuenta con un robusto chasis de doble viga de acero de sección oval y un basculante de aluminio similar al que montan las motos de competición de Honda. La horquilla la firma la prestigiosa marca Showa, quien ha montado unos muelles más duros específicos para un buen rendimiento en asfalto en lugar de en tierra; lo mismo ocurre con el amortiguador trasero (también Showa), que funciona con un sistema progresivo de bieletas.

Todo esto se traduce en un comportamiento sin tacha, es ligera y permite tumbar a placer en las curvas como una buena supermotard. Te da confianza desde que andas con ella los primeros metros, el mejor ejemplo de que se trata de una moto muy equilibrada, en el argot callejero “bien parida”. No me convencen mucho los neumáticos que trae de serie, con un buen “calzado” mejorará con creces la adherencia.

Valoración final

Me gustan las supermotard, en circuito y en la calle, quizá sea un poco macarra pero me gusta esa sensación de ir tan arriba y tenerlo todo bajo control. Aunque sin demasiados excesos, la CRF te permite ir rápido porque te da confianza, responde bien en cualquier situación y eso es muy importante. El motor no ofrece potencia a raudales, pero tal y como están las cosas tampoco hace falta para desplazarte cada día o darte una vuelta por la sierra el fin de semana. Y ojo, no descartes nunca meterte en un circuito de karting para ver hasta donde llegan sus posibilidades, eso sí, hazlo con unos buenos neumáticos. La CRF se ofrece para el común de los mortales, una moto sencilla que funciona bien, un perfecto primer peldaño para aprender y porqué no aficionarte al increíble mundo del supermotard.

Lo mejor

  • Respuesta del motor
  • Tacto del embrague
  • Suspensiones eficaces

Mejoraríamos

  • Algo más de potencia
  • Neumáticos de calidad

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