Prueba RAV 2020: fórmula única para circuito

La RAV 2020 no representa ni un mero restyling, ni tampoco se ha quedado en una profunda revisión, sino que la marca española ha construido una moto completamente nueva, como ya hemos anunciado. Vaya por delante, como prólogo, que tan solo conserva de la anterior naked 250, presentada en 2013, el motor firmado por IMR, del que incluso ha abandonado su escape central.
Pero antes de hacer un inventario de todas las novedades que presenta la RAV 2020, conviene situar al lector en el posicionamiento que toma esta peculiar moto dentro del mercado.
Hay que posicionarse
La RAV 2020 guarda mucha similitud en apariencia y en medidas, aunque no sean exactamente las mismas, con las conocidas pit bikes. Cualquiera puede confundir a primera vista esta 250 con una de tantas pit bikes que proliferan cada domingo en circuitos de entrenamiento y kartings; sin embargo, la magnitud de sus prestaciones, sus cronos, y la calidad de sus materiales, en general, así como su rendimiento a lo largo del tiempo, se sitúan en una categoría tan diferente que, en el fondo, no tienen absolutamente nada que ver.
Mientras que una pit bike representa una categoría para iniciarse y divertirse en los trazados más pequeños, podemos decir que la RAV Naked 250 es una auténtica moto de carreras con manillar plano.
Una pit bike es una moto para asomarse por primera vez al mundo de los circuitos, a través de su ventana en versión reducida, mientras que una RAV Naked 250 es una máquina metida ya de lleno en el espacio de las pistas y de la competición. Si la primera puede representar una prueba, la segunda se plantea como una auténtica inversión a corto-medio plazo.
Por otro lado y para terminar de situar y entender la RAV Naked 250, diremos que un kart es a un Fórmula 1 lo que esta RAV es a una SBK, o a una MotoGP. Y es que las sensaciones que transmite una RAV rodando en buenos tiempos, dentro de sus circuitos, son las mismas, en proporción, que podemos sentir sobre una superbike.

Nueva Versión
Esta RAV 2020 ha adelgazado 14 kilos “malos”, como los colesteroles; es decir: catorce kilos de masa no suspendida. A esta rebaja, en una parte tan determinante para la manejabilidad del conjunto, han aportado su contribución más importante el cambio a las nuevas llantas y la sustitución del doble disco de freno por uno sencillo, otra renovación que, como veremos a continuación, gana en eficacia.
Pero hay otras partes de la moto que también han perdido peso con el cambio. Véase, por ejemplo, el nuevo subchasis o la nueva carrocería, sensiblemente más liviana. Incluso la corona de transmisión es diferente.

Hay que creérselo
Tuvimos en el pasado la oportunidad de probar, y archiprobar, la versión anterior de la RAV naked 250. Lo hicimos incluso en una carrera de su Copa y en este test maratoniano, como preparatorio de las 24 Horas de Montmeló. En tantas y tantas vueltas, esta pit naked siempre planteaba la misma coyuntura: Se aguanta tanto y tanto que tienes que creértelo. Tú pones el límite de la tumbada y sobre todo la rapidez para ejecutarla, para tirarte a por el viraje.
Bien. En ese aspecto, incluso, la nueva RAV 2020 se ha superado. Por un lado, el chasis que monta ahora es de tal robustez, que para dar una idea, sirva señalar que es el mismo que soporta alguna de las actuales PreMoto3; y por otro, los neumáticos, antes Dunlop y ahora los BT 601 firmados por Bridgestone, se muestran más pegajosos, según nos dicen antes de subirnos a la nueva criatura de Rafa Ávila.

En la parte trasera, destaca un nuevo basculante de formas más robustas con las aristas bien marcadas de su sección rectangular. Arriba un subchasis más ligero, con la misma consistencia o más, y abajo, en lugar del anterior cantiléver, un monoamortiguador con sistema progresivo de bieletas, que recuerda, en alguna medida, al clásico Uni Track diseñado por Kawasaki.
Todo un conjunto que puede "cogerse" más al asfalto, incluso, que el de la versión anterior. Vamos a comprobarlo en un momento, pero primero, sentémonos sobre la nueva RAV 2020.

Más turística
En la versión anterior, se ofrecía como opción un asiento desplazado hacia atrás para tallas XL y 3XL. La versión 2020 ya cuenta de serie con ese espacio, montando un asiento más largo y amplio, con lo que, al colocarse encima un servidor y su 1,91 de largo, encuentra un habitáculo suficiente para acoplarse, teniendo en cuenta siempre la categoría de moto que estamos tratando.
Los pies se colocan en una posición retrasada, por supuesto, pero ahora lo hacen sobre unas estriberas sustancialmente más robustas, que ofrecen algún centímetro extra para la estrecha libertad de movimientos que permite cualquier moto de competición, y más aun, una de las particulares características que muestra esta RAV 2020.
La posición de las manos, y por ende la de todo el tronco, es la diferencia más marcada con la versión anterior. Ahora el manillar, igualmente amplio como el de cualquier naked de tamaño estándar, te deja el pecho menos echado hacia delante, con el tronco inclinado, sí, pero en un ángulo menos racing que antes y algo más similar al turístico, o de calle, si se prefiere.

A la pista con la RAV
Botón de arranque en el lado izquierdo, y al instante se escucha el rumor del monocilíndrico con la exclamación del nuevo escape, por el lateral derecho, que si abres a fuego, lanza al aire un bramido ronco y bien sonoro, que se queda justo, justo, en el límite de decibelios.
Tomamos el acceso a la pista sintiendo el embrague blando como la manteca bajo los dedos, con un cambio que permite ser convencional o invertido, que se percibe algo abrupto bajo el pie; sí, es una sensación semejante a la que transmiten esos cambios de carreras que clavan la marcha en su mecanismo, para que no pueda saltar de ninguna de las maneras, por muy salvaje que sean tanto las reducciones como el régimen del motor.

Al entrar en el circuito, lo primero que se necesita, cuando se prueba por primera vez una RAV, es asimilar sus medidas en marcha, con unas reacciones directísimas e instantáneas.
Para ello, hace falta al menos el tiempo de dos tandas, o quizá el de tres. Un servidor, a pesar de conocer bien las reacciones de esta particular categoría, necesitó diez minutos de rodaje previo para empezar a sintonizar, después de haber pasado más de dos años sin tocar una RAV.
El límite to pones tú
Bien. Como era de esperar, lo primero que se deja sentir en la nueva versión es su ligereza, que se percibe particularmente en el momento de girar. No digamos ya al negociar el cambio violento de dirección que, por ejemplo, exige una chicane; una maniobra que puedes ejecutar con la RAV tan rápido como seas capaz. Otro trance más en el que el límite está en ti y no en esta moto.
Esta ligereza se deja notar también, aunque menos, en la aceleración, sobre todo con un tonelaje como el de un servidor encima (108 kilos). Pero lo que más se aprecia en este aspecto es la conexión directa del puño con el dos y medio, que rinde 20 CV a la rueda. Efectivamente, se siente un golpe instantáneo de tracción al girar el gas, y es que, al salir de las curvas más lentas, casi puedes sentir cómo te empuja cada pistonada, con unos bajos que te perdonan, en buena medida, una equivocación de marcha que te deja largo, perdiendo en ella un mínimo tiempo.

Pero el punto verdaderamente excitante de esta moto está en la parte ciclo. La curva uno del circuito de Karpetania, donde tuvimos ocasión de hacer esta prueba, representa tal vez el punto de esta pista en el que la RAV te plantea su particular reto de la forma más clara. Es el viraje más rápido, que empieza abierto, entrando con el gas abierto una pizca, para cerrarse ligeramente a continuación y mostrar su vértice.
Vuelta a vuelta, cada vez te tiras a una velocidad un poco más alta y haces el giro algo más rápido y retrasándolo ligeramente más, pasando de esa manera más y más de prisa por esa curva. Pero realmente nunca terminas de ver el límite, y te vas a casa un tanto picado, como se suele decir, con una sensación un algo insatisfecha, y con ganas de volver para hacerlo mejor.

El momento crítico
Quien firma este reportaje no se había terminado de readaptar aún a las particulares medidas y reacciones de la RAV, cuando necesitó cerrar la trayectoria a la salida de un viraje redondo.
La orden llevó consigo una excesiva energía, y la moto giró con tal brusquedad que, simplemente, cayó; o realmente la tiró. Se vio en el suelo, sintió la caída, escuchando la estridencia de un ruido metálico, pero en el último momento, se impulsó instintivamente con la rodilla y levantó milagrosamente la RAV.
Durante el resto de la prueba, escuchó un roce metálico en las inclinadas más pronunciadas a derechas, que desde luego lo eran en grado superlativo, lo mismo que las de izquierdas. Al terminar la tanda y apearse de la RAV, repasó sus bajos, descubriendo la palanca de freno doblada, en una unidad que estaba completamente nueva, a estreno.
¡Había hincado, literalmente, la palanca en el asfalto!, y no se había caído. Bien por el agarre de sus nuevos Bridgestone, bien por la solidez de sus chasis o por la efectividad de sus suspensiones, ¿hasta qué punto llega a aguantarse esta RAV sobre la pista?

Hay que parar
Bien es cierto que nos hubiera gustado probar más a fondo este aspecto en frenadas verdaderamente extremas, como por ejemplo, el final de recta del circuito FK-1, pero la pista segoviana de Karpetania, que presenta un trazado revirado y muy técnico, sin embargo no resulta tan exigente en el aspecto de la frenada.
A pesar de todo, una curva cerrada, en el fondo de la bajada, nos resultó muy válido como escenario para el test de la frenada.

Allí, la mordida de las nuevas pastillas se dejaba sentir de inmediato, para que a continuación, la maneta de la RAV mantuviera su consistencia bajo el apretón final, mientras la moto se detenía con eficacia; sin olvidar que, en este caso, llevaba encima el peso de quien firma, que era, según y de la manera que se mire, como parar con dos pilotos a cuestas.
Lo cierto es que la sensación que transmitía el disco solitario que monta ahora es de que, en otros escenarios, que exigen el máximo del freno, no perdería la cara, incluso conmigo encima.

Ajustes de la RAV
Tanto la nueva horquilla invertida como el amortiguador montado sobre el sistema progresivo de bieletas se regulan a base de los clásicos clics tanto en precarga, como en extensión y compresión.
Pero la nueva RAV 250 ofrece recursos propios de la alta competición, no solo con el caballete externo, anclado mediante el sistema de diábolos; detalles como la excéntrica sobre la que fija el eje de su dirección la sitúan al margen de cualquier moto corriente.
De esa manera, la nueva RAV puede adaptar al milímetro sus cotas geométricas, y permite ajustar el lanzamiento de la horquilla o la distancia entre ejes a los diferentes trazados que podremos visitar con esta pequeña-gran moto, sin la necesidad explícita de transportarla en un furgón o en un remolque.

Precio
De la misma manera que deben de dejarse fuera de comparación las prestaciones, la fiabilidad o la longevidad de una pit bike frente a las de la RAV, también hay que poner aparte, como es lógico, el capítulo de su precio. Todo es cuestión de que el lector valore si los 3.950 euros que cuesta la nueva RAV 2020 le resulta rentable. Desde luego, si el uso que piensa darle es regular, continuado e incluso intensivo, sin duda que lo será.
La Copa RAV
Casi en paralelo a la aparición de la primera naked 250 de RAV, se puso en marcha una copa monomarca, que la marca mantendrá en la próxima temporada, con unas características muy similares, aunque simplificando su desarrollo.
Pasará por 6 o 7 circuitos de Castilla-León, con dos carreras a celebrar sobre cada trazado. Es decir, entre doce y catorce carreras a lo largo del calendario, en las que se participa con los motores de serie precintados, para asegurar la igualdad de oportunidades.

En el particular poblado que monta sobre los boxes o el paddock de cada circuito, RAV ofrece un servicio completo de asistencia, que abarca los dos días de carreras y que comprende el asesoramiento, las revisiones y los ajustes de la moto; también cuenta con el cronometraje homologado, e incluso pone la gasolina, Todo queda incluido en el precio de una inscripción que se fija en 150 euros.
Por otro lado, RAV ofrece la modalidad de alquiler para cada fin de semana de carreras, en la que se incluye todo lo mencionado, además de la moto. Esta opción tiene un precio de 500 euros, que se podrán descontar del precio total de la moto, si el arrendatario adquiere una RAV 2020 durante la semana siguiente.