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Prueba Suzuki GSX-R125 2017: tu primera superbike

Fotos: Suzuki
Con la llegada de la GSX-R125 Suzuki completa la familia GSX-R metiéndose de lleno en la pelea de las sportbikes de octavo de litro. Una pequeña y juguetona deportiva perfecta para los que se inician en el mundo de las dos ruedas o para usuarios con carnet A1 o de coche, pero que no quieren renunciar a una moto de estética "R".

Más de 30 años han pasado desde aquella primera GSX-R750 presentada en el Salón de Colonia de 1984 que destacaba por un novedoso chasis de aluminio que hacía de ella la moto más ligera del segmento, un modelo con el que la firma de Hamamatsu rompió moldes y cambió por completo el concepto de las deportivas de la época. Desde entonces, y siempre en continua evolución, se han ido incorporando nuevos modelos a la saga GSX-R, cuyas siglas se convirtieron en sinónimo de moto deportiva que se caracterizaban por su ligereza, fiabilidad y eficacia, y con la que Suzuki ha conseguido grandes éxitos en el mundo de la competición.

Aprovechando toda esta experiencia adquirida nace la GSX-R125, una versión a escala de la GSX-R1000 de la que hereda parte del diseño, y con la que han mantenido el mismo estilo y filosofía, apostando además por una mayor facilidad de conducción y un bajo consumo. Con ella Suzuki se adentra en el segmento de las deportivas de 125 cc en el que tendrá que competir con duras rivales como la Honda CBR125R (3.499 €), la Yamaha YZF-R125 (4.699 €), la KTM RC125 (4.449 €) o la Aprilia RS 125 (4.674 €). Suzuki ha logrado una mejor relación peso-potencia, con un chasis muy ligero pero que ofrece la rigidez necesaria para mantener un buen equilibrio.

Genética GSX-R

A la hora de diseñar la GSX-R125 se ha puesto especial atención en cuanto a su aerodinámica y posición de conducción. El carenado ha sido desarrollado y testado en el túnel del viento para lograr una mayor estabilidad y manejabilidad a la vez que se ve reducido su consumo sin perder prestaciones.

En cuanto a mecánica, la GSX-R125 utiliza un propulsor monocilíndrico de 124,4 cc. con 4 válvulas y doble árbol de levas refrigerado por agua, que ofrece una potencia máxima de 15 CV a 10.000 rpm y un par motor de 11,5 Nm a 8.000 rpm. Lleva un sistema de inyección con 6 sensores con el que se consigue un consumo eficiente, cumpliendo por supuesto la normativa Euro 4. Gracias a los 11 litros de capacidad de su depósito y a un bajo consumo, cuenta con una gran autonomía.

Los acabados no tienen nada que envidiar al resto de nuevos modelos de la marca, destacando su sistema de arranque rápido y sin llave, el panel de instrumentos digital con pantalla LCD, la óptica de LED y un escape con doble salida.

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Pequeña y juguetona

Para probar la GSX-R125 Suzuki nos convocó en el Circuito de Silverstone. Este fue construido a partir de un aeródromo y se convirtió en la meca de los deportes de motor a partir de las modificaciones realizadas en 1991 para darle el diseño técnico actual. Dentro de él se encuentra el Stowe Circuit, un pequeño circuito muy revirado de poco más de un kilómetro del que se dice que es “fácil de memorizar pero difícil de dominar”, un trazado ideal donde, tras la correspondiente presentación del modelo, la GSX-R125 nos esperaba para poder exprimirla a fondo y conocer de primera mano todas sus prestaciones.

Como cabe esperar, la postura sobre la GSX-R125 es deportiva: manillar bajo y estriberas ligeramente altas y retrasadas, pero sin llegar a ser muy agresiva, una ventaja para tus muñecas que no se resentirán demasiado si la utilizas en trayectos largos. Es estrecha y muy compacta, con espacio suficiente para el piloto y con un asiento muy bajo (a 785 mm del suelo), que hace que cualquiera se sienta cómodo y con una gran confianza a sus mandos. Evidentemente no es una moto especialmente cómoda para el día a día, pero es el precio a pagar por moverse sobre una “R”.

Los retrovisores, aunque hoy no vamos a necesitarlos, nos permiten ver perfectamente todo lo que se cuece alrededor. Arranco y echo un vistazo al panel de instrumentos, visualizando rápidamente gran cantidad de información: marcha engranada, velocidad, odómetro total y dos parciales, cuentarrevoluciones, luz de sobrerrégimen, indicador de combustible, promedios de consumo, autonomía, reloj, recordatorio de cambio de aceite, testigo de ABS, temperatura, etc.

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Salimos a pista y desde el primer momento se siente su agilidad, dejándonos claro que las zonas reviradas son las que más la gustan. Su tamaño y ligereza hacen que se mueva con gran rapidez. Entra con mucha facilidad en las curvas y requiere de muy poco esfuerzo en los cambios de dirección. Se nota el buen trabajo realizado por Suzuki en el chasis.

A pesar de contar con unas suspensiones sencillas sin regulación, compuestas por una horquilla telescópica en la parte delantera y un monoamortiguador en la parte trasera, el conjunto hace un buen equipo respondiendo con firmeza y manteniéndola estable y segura en las zonas más viradas, algo secas quizás a la hora de absorber los baches.

Su motor es muy suave y sin ningún tipo de vibraciones, con una entrega de potencia lineal y progresiva en todo su rango de revoluciones, siendo en la zona alta dónde más cómoda se encuentra. Lógicamente no vas a encontrar la aceleración y velocidad de una “moto gorda”, pero la GSX-R125 cumple todas las expectativas que se pueden esperar de una moto de su segmento.

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A la hora de frenarla, sus frenos monodisco lobulados, ayudados por un ABS firmado por Bosch y con un nivel de intrusión muy bajo que no interfiere en una conducción deportiva, son más que suficientes para detenerla en circunstancias normales. Claro que, cuando vas cogiendo confianza y “vas a por nota” se echa de menos algo más de potencia en el freno delantero. Las ruedas, montadas sobre llantas de aluminio de 17 pulgadas de 10 palos y en medida 90/80 delante y 130/70 detrás, calzan de serie unos Dunlop D102 que ofrecen un buen agarre.

Como en la mayoría de deportivas se ha pensado más en el piloto que en el pasajero. Su asiento está más elevado que el del piloto y, aunque no es demasiado duro y tiene espacio suficiente, se verá obligado a ir echado hacia delante y “abrazar” la cintura del conductor o llevar sus manos apoyadas en el depósito. Poco aconsejable para trayectos largos.

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