Prueba SYM Cruisym 125i 2018: juega en primera división

SYM nos presentó recientemente su nuevo modelo CruiSym, del que probamos la versión con motor 300, y ahora hemos tenido la oportunidad de probar su hermano de 125 cc y por lo tanto que podrán conducir un mayor abanico de conductores. El 300 exige carné de moto pero el 125 como sabemos se puede conducir con carné de coche (y por lo menos tres años de antigüedad). La marca taiwanesa se encuentra en plena fase de renovación, pues hace bien poco también probamos su nuevo modelo más “urbano”, el SYM Jet 14.
El podio de los superventas en matriculaciones en España lo copan precisamente scooter 125 de tamaño compacto. Pero los “GT”, los modelos de mayor tamaño, les siguen de cerca. Scooter como los Honda Forza, Yamaha XMAX o KYMCO Super Dink gozan del favor de muchos compradores, y hablamos de scooter 125 que rozan cuando no superan claramente los 4.000 euros de precio. Pero son “lo más” cuando el cliente no tiene carné de moto, y eso explica su éxito, más cuando sabemos lo que cuesta (en esfuerzo, tiempo y dinero) sacarse actualmente el carné A2.
La apuesta de SYM en este segmento era hasta ahora el Joymax, un buen scooter pero al que le faltaban pequeños detalles para rivalizar de tú a tú con la competencia. Para eso ha llegado este nuevo CruiSym, que realmente es una evolución del Joymax, no una revolución. Es el último eslabón de una saga de maxiscooter SYM de pequeña y mediana cilindrada (125 y 250/300) que arrancó en el modelo GTS hacia 2005 y que llega a su madurez total con el CruiSym. Su precio justo por debajo de los cuatro mil euros (3.999) es bueno, y si tenemos en cuenta que incluye cinco años de garantía y uno de seguro gratuito (terceros, asistencia, robo e incendio para mayores de 21 años), más.
Un Gran Turismo… deportivo
Basta echar un vistazo al diseño de sus rivales y a cómo ha evolucionado éste para darse cuenta de lo que busca el comprador de un scooter 125 “grande”. Busca más amplitud, comodidad, y más capacidad de carga, sí, todos esos parámetros GT, pero también busca una moto (automática) de aspecto deportivo. Los diseños se orientan cada vez más hacia ese lado, con líneas afiladas y agresivas, y ése es el camino seguido por SYM en el CruiSym. Su aspecto es mucho más deportivo que el del Joymax o GTS anteriores, aunque mejora aspectos ergonómicos como permitirnos dos posiciones de pies diferentes (sobre la plataforma paralela al suelo o adelantados) y una posición la manillar muy natural para pilotos de casi cualquier talla, algo muy conseguido. Tanto como la escasa altura del asiento, 750 milímetros, una buena noticia para los menos altos.
La pantalla parabrisas tiene dos posibles posiciones, pero incluso en la baja protege muy adecuadamente. El asiento, a dos niveles (otro toque deportivo) esconde un hueco largo, profundo y capaz. Todavía es ligeramente estrecho sin embargo: dos cascos integrales cabrán bien pero una mochila algo ancha, o ciertos maletines, es posible que no podamos llevarlos ahí dentro. Dos excelentes detalles son la luz interior y el amortiguador (evita tener que sujetar el asiento abierto). Ese buen volumen de carga se complementa como es habitual con guanteras delante del piloto, y una toma USB y otra tipo mechero (12V) para poder cargar cualquier tipo de dispositivo. La cerradura es única (permite abrir el hueco o repostar) y el legible cuadro de instrumentos clásico con dos agujas (velocidad y revoluciones) más una pantalla digital (gasolina, temperatura y parciales).
Los detalles de equipamiento son importantes en esta categoría porque ciertas cosas pueden hacer decantar la balanza de uno u otro lado cuando alguien valora más de un modelo. El CruiSym monta por ejemplo indicadores LED en todas partes (intermitentes, piloto trasero y freno) y lo combina con sendas bombillas halógenas para las luces delanteras de carretera o cruce. Estas usan ópticas de proyección elipsoidal, que no son nuestras luces favoritas para ninguna moto: no presentan tanta superficie luminosa como otras soluciones y la parte del “ser visto” de la seguridad es peor; además en este 125 nunca encienden ambas, es una de cortas y la otra de largas (siempre vizco). Por suerte SYM ha dotado al CruiSym de LED de posición muy brillantes (tipo “luz de día”) que compensan. Pero nos quedamos con ganas de ver en este 125 el sistema de su hermano mayor 300, con las dos ópticas siempre encendidas.
Motor evolucionado y ABS de Bosch
Si los cambios en el diseño y estilo son numerosos, en el aspecto mecánico es donde está la evolución más tranquila. El chasis se basa en el anterior de tubo de acero del Joymax, con nuevas dimensiones adecuadas a la carrocería renovada. Monta rueda delantera de 14 pulgadas (medida 127/70) para mejorar el comportamiento, y detrás una de 13 pulgadas (neumático 140/60) ofrece sobrado agarre dejando espacio para la carga bajo el asiento. Los frenos se sienten potentes, con un disco delantero de 260 mm ayudado por uno trasero de 240 mm. Esa ayuda no consiste en ningún sistema combinado: los frenos son independientes pero montan un ABS Bosch de buena eficacia como pudimos comprobar. En cuanto al bastidor y suspensiones, ninguna queja: el CruiSym se siente ágil y estable. Tanto, que entre curvas es fácil animarse a sus mandos y buscar los límites, que llegan en forma de ligero rozamiento de la parte inferior del carenado primero, y caballete después.
El motor es evolución del propulsor conocido de SYM: refrigeración líquida, simple árbol de levas y multiválvula, con inyección electrónica. Se acerca al límite legal de la categoría (15CV) con sus 14’3 CV declarados. La transmisión también sin sorpresas, con el habitual variador mecánico con embrague centrífugo trasero. En este caso nos sorprendió una puesta a punto tirando a agresiva… como la estética del CruiSym. A un ralentí algo alto (cercano a 2.000 rpm) se sumaba un régimen de “enganche” del embrague también tirando a elevado (más de 5.000 rpm) y un variador que claramente mantenía el motor revolucionado. Está clara la apuesta deportiva de SYM con este scooter y el motor no se iba a quedar atrás: el caso es que gracias a esa puesta a punto, nos movimos con este 125 con buena agilidad incluso en carreteras sinuosas y con fuertes pendientes. Al llanear, cuando la transmisión ya deja al motor estirar sin más, la aguja del cuentavueltas llegaba justo a la zona roja (9.000 rpm) donde se apreciaba un suave corte, mientras el velocímetro nos indicaba unos 125 km/h, que algunos menos reales serían, pero que no está nada mal.
La puesta a punto del motor no sólo es “deportiva”: el asiento del pasajero es cómodo y las estriberas (plegables dedicadas) ofrecen una buena posición. Podrá ser un scooter para usar (y disfrutar) en pareja, y en ese caso una transmisión que no se “duerma” es importante. ¿Colores? Cuatro: los ya obligatorios blanco y negro, el rojo que vimos en el modelo CruiSym 300 y un nuevo azul metalizado, precioso, que es el más llamativo.