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Prueba Victory Cross Roads: filosofía yankee

Fotos: Javier Ortega
Los americanos inventaron el segmento custom, con una estética copiada desde hace 40 años por el resto de fabricantes. Nuestra protagonista es una fiel representante de ése "American way of life", porque no sólo de Harley-Davidson vive el hombre.

La marca Victory empezó a fabricar motos en 1998 (modelo V92) y, desde entonces, se ha ido abriendo un pequeño hueco en un segmento bastante tradicional como es el del custom. Batirse con la legendaria Harley-Davidson es difícil, pero siempre hay un público que reclama algo diferente. En 2003 abrió mercado fuera de EE.UU y hace dos años aterrizó de manera oficial en nuestro país.

Para empezar, la firma de Minnesota (las motos se fabrican en Iowa) se encuentra englobada bajo el paraguas del gigante Polaris Industries, una macro empresa que desde 1954 no ha dejado de crecer. Además, también es propietaria de la “otra” mítica firma americana, Indian, por lo que ya mantiene dos gallos en el mismo corral. Por otro lado, Victory ofrece una interesante gama 2013 compuesta por 15 modelos clasificados en tres familias: Touring (ruteras), Baggers (estilo clásico) y Cruisers (más deportivas). Nuestra protagonista, la Cross Roads, pertenece al segundo grupo y fue lanzada al mercado en 2010.

Tampoco hay que olvidar la colaboración de la marca con los preparadores Ness. Tanto Arlen como su hijo Cory realizan desde hace una década algunas ediciones especiales, firmando estas preparaciones con un marchamo que las hace únicas. No en vano, Arlen lleva cuatro décadas dedicado al mundo de la customización, siendo uno de los pioneros del sector.

Enorme

Las dimensiones de una moto custom siempre imponen y la Cross Roads no es una excepción. Es bajita, pero muy larga y con una futurista zaga “culona” fruto de sus maletas rígidas de 79 l. Una vez subido ¡te da la sensación de ir en un camión! Casi 3 metros de largo, más de 350 kg y 22 litros de gasolina en el tanque pueden resultar intimidadores… en parado. Las maniobras deben ser cuidadas y precisas si no quieres dejarte las maletas en algún bolardo de la acera pero, una vez en marcha, todo resulta muy fácil.

Con lo bajita que es (el asiento está a 67 cm del suelo) nadie tendrá problemas, junto a unas amplias plataformas para los pies y un manillar no muy elevado, rutear con ella es toda una delicia. El respaldo para el pasajero es todo un detallazo, fundamental para una moto que se debe disfrutar a dúo.

El resto de conductores te asediará en los semáforos con preguntas, miradas o buscando la marca en el depósito. La Cross Roads en rojo infierno no es una moto para vergonzosos. Eso sí, cuanto antes puedas escapar del tráfico de la ciudad, mejor que mejor.

victory_cross_roads_08.jpg

Corazón 106

Como no podía ser de otro modo, toda custom que se precie debe ser impulsada por un enorme motor V-Twin con ingentes dosis de par. La Cross Roads no podía ser menos, con un corazón bicilíndrico “Freedom” de 1.731 cc (106 pulgadas cúbicas para los americanos) con los cilindros a 50º, casi 100 CV y 153 Nm que comparte con el resto del catálogo Victory. La refrigeración por aire/aceite, la transmisión secundaria por correa dentada de carbono y el cambio de 6 velocidades con overdrive redondean un sólido conjunto.

El tacto se siente poderoso, las recuperaciones son posibles sin bajar de marcha y la velocidad de crucero es más que suficiente. A medio régimen da lo mejor de sí, dándote la sensación de “cabalgar” hasta el infinito cuando circulas por una buena autovía. Sorprendentemente, apenas noté vibraciones, algo que siempre es de agradecer. Con la Cross Roads podrás pasear más cómodo y deprisa de lo que crees.

El V-Twin de la Victory Cross Roads cubica 1.731 cc

¿Victory o victoria?

Al margen del motor, otro de los aspectos que más me llama la atención de la Cross Roads es su sofisticación en lo que a parte ciclo se refiere. Las custom no suelen ser tan avanzadas como otro tipo de motos nos tienen acostumbrados, pero los de Iowa no se han andado por las ramas: chasis de aluminio, horquilla invertida de 43 mm, doble disco delantero flotante con pinzas de 4 pistones y basculante de aluminio… sin olvidar “gadgets” como el ABS y el control de velocidad (puedes fijar automáticamente una velocidad constante y relajar tu muñeza derecha). No hay nada igual en el segmento.

En una moto de este tipo, disponer de potentes frenos se agradece aunque por dimensiones e inercias siempre es necesario comenzar “tirando” de atrás para compensar con la maneta derecha si queremos detenernos lo antes posible. El ABS es algo brusco en su funcionamiento, pero siempre es bienvenido.

Parte trasera de la Victory Cross Roads

Valoración final

Lo mejor:

  • Exclusividad
  • Parte ciclo
  • ABS de serie

Mejoraríamos:

  • Peso elevado (338 kg en seco)
  • Precio alto (18.935 €)

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