Lo primero que hay que decir es que en la mayoría de los casos, un correcto mantenimiento en el día a día de la moto evitará que el óxido haga aparición en la mayoría de casos, por lo que el primer paso para luchar contra él es evitar que aparezca.
Si ese no es nuestro caso y ya tenemos alguna parte de nuestra moto oxidada, hay varias cosas que pueden ayudarnos a recuperar su aspecto original. En el mercado existen diferentes productos que siendo aplicados sobre las piezas hacen que recuperen su estado inicial. En muchos casos es necesario frotar una vez aplicados estos productos. Para ello, no es buena idea usar estropajos o materiales similares, ya que acabaremos rozando la superficie. La mejor opción es utilizar una bayeta o trapo, aunque suponga un poco más de esfuerzo.
También existen productos que ayudan a recuperar el brillo o el aspecto cromado y que pueden venirnos muy bien en estos casos. Así mismo, en algunas partes de nuestra moto o en determinados casos, un pulido puede marcar la diferencia en el apartado estético.
Si aun así no somos capaces de eliminar el tan molesto óxido, la otra solución posible es la de desmontar y lijar la parte afectada. De esta manera, si es óxido superficial, lo eliminaremos fácilmente. Es muy recomendable pintar a continuación la pieza para evitar que vuelva a oxidarse en un corto plazo de tiempo.
Debemos destacar que no todo el óxido es inofensivo, solo el superficial. Si la oxidación ha calado hacia el interior de la pieza, el peligro de que esta no esté en condiciones de seguridad puede ser muy elevado. De hecho, en casos extremos el material va desapareciendo, dándose lugar a agujeros, sobre todo en tubos o partes similares con espesores reducidos. De ser así, la única opción posible es la sustitución por otra en buen estado.
