Ahora que ya tengo un poco más de experiencia viajando sobre dos ruedas, se confirma lo que hace algún tiempo sospechaba: Italia es un país estupendo para iniciarte en los viajes en moto. Lo tiene todo, o al menos lo más demandado por los ruteros. Para empezar, gracias a su relieve te olvidas de tramos aburridos. Los Apeninos recorren todo el país de bota y dan como resultado más de 1.300 km de cordillera que va de norte a sur del país, dejando su marca en toda la orografía. Si no fuera suficiente al norte tienes los Alpes, no creo que haya mucho más que decir. Aunque la cadena montañosa más célebre de Europa condiciona bastante el viaje al tener que realizarlo en verano, si no quieres tener muchos pasos cerrados.
Italia es un país con una gran diversidad dentro de su propia cultura. Toscana, Liguria, Piamonte o el Véneto, realmente son muy diferentes entre sí. No es distinto a España en ese sentido, pero la diferencia es que al ser un país mucho más pequeño todo está mucho más cerca. Rodando pocos kilómetros saltas de una región a otra con mucha facilidad.
Finalmente cabe destacar su espléndida historia y cultura. Pese a que ha sido uno de los más azotados por la crisis, en Italia sienten un gran orgullo por su patrimonio y la cantidad de lugares que visitar es casi infinita. Como país recibe un gran número de visitantes al año y están muy preparados para el turismo.
Tiene sus contras como todo. Lo peor para mí es que, de todos los países recorridos, este último viaje era el que tenía la gasolina más cara. Ya os digo que por más tiempo que rodéis, no creo que hagáis muchos kilómetros si lo comparáis con Alemania o Francia. Para compensar, la comida es bastante barata y riquísima. Otro contra serían las infraestructuras, no creo que hagáis muchas autopistas pero si alguna vez os toca enlazar tener en cuenta que son todas de pago. Cuando digo todas, me refiero a todas.
Con todo y como os digo me parece un gran país para recorrer en moto. Os dejo por aquí la ruta pasada antes de proseguir con la actual:
1. Madrid – Civitavecchia: El comienzo del viaje 2. Tarquinia – Siena: La costa de una ciudad sin mar 3. Chianti – Pisa: Las joyas de la Toscana 4. Viareggio – Genova: Atrapado en Liguria 5. Genova – Milan: Mismo aspecto pero un sabor diferente 6. Como – Garda: Los grandes lagos 7. Verona – Bolonia: Anfiteatros y motores 8. Rimini – Tavulia: De curvas por rossilandia 9. Umbria: El retiro espiritual 10. Roma: Un gran final
En la de este año quisimos hacer lo que nos faltó en la anterior. No podíamos bajar hasta el sur porque visitar Eslovenia y recorrer Croacia era uno de los puntos fuertes de la ruta. Así que nos centramos en los Alpes y en el este del país que hace frontera con los Balcanes. Friuli-Venecia Julia es la región del noreste de Italia que limita con Austria y Eslovenia. Es hogar de las montañas Dolomitas de cimas agudas. Trieste, la capital, fue alguna vez parte del Imperio austrohúngaro en el siglo XIX y me pareció una de las ciudades menos conocidas y más infravaloradas del país.
Posiblemente toda la fama se la lleva Venecia, pero no estábamos dispuestos a visitar una ciudad que se ha convertido en Disneylandia. Esto último nos lo dijeron muchos italianos, no es cosecha propia. Pero hay otras ciudades del Adriático que tienen la misma estructura de canales y siguen la misma técnica de construcción. Hicimos noche y vista en Grado, que al igual que Venecia, está a la orilla de una gran laguna junto a la costa adriática. No es muy grande, tan solo unos 9.000 habitantes aunque cuando llega el verano se llena de visitantes. Es uno de esos lugares donde no me importaría para nada volver y estar un mes entero. La basílica de Santa Eufemia está en pleno centro histórico, es de visita obligada, así como el paseo por los canales. A escasos 10 km está Aquilea, antigua colonia romana conocida por ser uno de los asentamientos en mejor estado de conservación. Todavía hoy continúan las excavaciones. Tenéis que visitar la basílica, los mosaicos en el pavimento la convierten en algo único.
Trieste fue nuestra última ciudad italiana de este tramo de la ruta y como os decía anteriormente, injustamente tratada al ser menos conocida. La verdad es que me pareció una ciudad esplendida, con la salvedad que no te la puedes recorrer en moto y lo tienes que hacer a pie. En cierto modo, y espero que no me escuche ningún italiano, parte de su encanto es por todas las idas y venidas de su historia, donde ha formado parte de Austria, Balcanes e Italia casi a partes iguales en una época muy reciente de la historia. Y de esta manera por su extremo más oriental nos despedimos de Italia hacia Eslovenia. En cierto modo y pese a haber recorrido 2.000 km desde nuestra salida en Madrid, el viaje comenzaba ahora.