Saltando fronteras (VI): Bosnia–Herzegovina, el país más emotivo de todos
La Ducati Multistrada 1260 Enduro nos ha acompañado en este periplo


No es objeto de este texto analizar el impacto de la guerra en los Balcanes unas cuantas décadas mas tarde, pero cuando ruedas con tu moto por allí es imposible que no te venga a la mente de manera recurrente. También en las diferencias entre países y como hablan los unos de los otros. En el último pueblo donde nos alojamos en Croacia la señora del AirB&B nos preguntó en reiteradas ocasiones por qué íbamos a Bosnia. Preguntaba por las ciudades que íbamos a visitar y nos relataba en un discurso, aprendido de memoria, los peligros de este y aquel barrio de esta y aquella ciudad. La expresión de su cara era un poema, no conseguía entender que se nos había perdido allí.
Era la primera vez, con la excepción de Marruecos, que salía en moto de la UE. Pero el de Marruecos fue diferente, primero porque iba con otras dos motos y si algo pasaba al menos estaría acompañado. Ahora que lo pienso con cierta perspectiva puede sonar a pobre consuelo, pero os aseguro que ir solo o acompañado no tiene nada que ver. Y la segunda diferencia, siendo esta mucho más irracional, es que Marruecos está considerablemente mas cerca de la tierra patria. Bosnia esta mucho más lejos y si tienes que volver por algún motivo resultaría difícil.

Pero de alguna manera la decisión estaba tomada y fue la geografía la que me ayudó a hacerlo. Había llegado al punto mas al sureste de la ruta, no tenía tiempo para volver si alargaba el viaje. Para llegar a Hungría solo me quedaba ir hacia el norte. Como no quería repetir país pudiendo conocer uno nuevo, solo me quedaba ir por Bosnia. No había otra. Y de todas las decisiones que tomas, grandes y pequeñas, cuando abordas una ruta con tantos países la de recorrer Bosnia-Herzegovina fue posiblemente la mejor de todas.
Los trámites para cruzar la frontera fueron bastante sencillos, sin duda el paso fronterizo mas despoblado. De entrada las infraestructuras me parecieron muy buenas, tanto las carreteras como las estaciones de servicio eran de lo mejor. Todo es nuevo. No apuraba en ningún caso el deposito de 30 litros de la 'Multi' por miedo a no saber cuando iba a poder repostar nuevamente. Pero era un miedo que también desapareció pronto porque el país está muy bien surtido de gasolineras en las vías principales. No vi autovías, pero tampoco las buscaba.

El plan de ruta era bastante simple al tener que recorrer el país de sur a norte y volver a salir por Croacia. Entrada por las cataratas de Kravice, subida por Mostar y noche en Sarajevo. Desde aquí por las montañas de Olovo hasta Doboj y salida del país. Me quedé con ganas de más, la frontera con Serbia tiene zonas muy interesantes y Bania Luka se me quedó un tanto al oeste. Pero lo rodado mereció la pena. Es un país montañoso con caudalosos ríos, muy de rodarlo en moto donde se disfruta en plenitud. Si que es cierto que con algunas salvedades no rodamos por zonas muy rurales y nos ceñimos al trazado estándar siempre por carreras importantes pero el posible “respeto” de ir por aquí desapareció a los pocos kilómetros.
La gente, como en todos los Balcanes, me resultó muy amable y siempre con predisposición a ayudar pese a las dificultades con el idioma. Y la gastronomía la verdad es que es riquísima, no dejéis de pedir un Cevapi si tenéis ocasión.
Si vas en moto por allí, para ellos eres como un extraterrestre. Con la excepción de Kravice, no vi ninguna de gran cilindrada en todo el país. La Ducati, que siempre es una moto muy admirada allá donde voy, aquí brillaba todavía con más intensidad. Por el momento, no han explotado el turismo, salvo el interno en los países de la antigua Yugoslavia que van a Sarajevo buscando estaciones de esquí. Esto hace que los precios sean realmente bajos tanto para comer como para alojarte, el más económico con diferencia de toda la ruta. Y el hotel de Sarajevo a su vez fue el mejor de toda la ruta, completamente nuevo con un nivel de domótica más propio de Japón, pero con un precio de risa.

Pero lo que mas duro resulta del viaje por Bosnia es sin duda es la presencia y el recuerdo de la guerra. El exterminio al que se sometió a su población fue brutal y la manera de su gente de combatirlo es que no caiga en el olvido. Es por esto que su “monumento” mas extendido son los cementerios. Están por todos los lados y expuestos en zonas de paso en las entradas y salidas de cada pueblo y ciudad. Placas citando los horrores de la guerra con el número de muertos y la fecha cuando se produjo la carnicería es una constante. Sarajevo, que es una ciudad preciosa ubicada en el mitad de un valle, sufrió un asedio que duró años. Los francotiradores se apostaban en las zonas mas altas de la ciudad a la espera abatir a cualquiera que pisara la calle desde esas posiciones elevadas, daba igual quien. Cuando bajaba de noche para visitar el Puente Latino que cruza el río Miljacka, dentro de la ciudad, donde asesinaron al archiduque Francisco Fernando de Austria dando comienzo a la Primera Guerra Mundial, casi podía escuchar el eco de aquellos disparos retumbando por las calles.
Ninguno de los países que he visitado con o sin moto, y afortunadamente los cuento por docenas, me ha transmitido como lo hizo Bosnia los horrores de una guerra. El significado real en coste de vidas humanas que supone trazar una línea en un mapa llamada frontera y el precio que puede llegar a pagar por proferir una religión u otra. Es por eso por lo que este es el país más emotivo de todo el viaje y el que, sin duda, más me aportó a nivel personal.

Por el norte de Bosnia se acabó la parte del viaje que recorría los Balcanes. De todos los países visitados en esta ruta y aun evitando crear listas o rankings, han sido los Balcanes los que más me han dado a nivel viajero en moto. Salir de la confianza que te da tu pasaporte europeo hace que en cierta medida se te active un sexto sentido motero que te hace ir con más precaución, rodar mucho mas suave y tener controlado más si cabe donde dejas la moto o la logística del viaje, es algo que no he sentido con frecuencia pero que aporta otra dimensión a la ruta en moto.