Cuando cogemos nuestra moto y emprendemos algún desplazamiento rutinario, alguna que otra vez nos acordamos de la familia de algún conductor cuando comete una infracción de circulación evidente y el individuo prosigue su marcha con toda la tranquilidad del mundo, con el riesgo que eso conlleva.
Uno de los escenarios en los que más errores de circulación se cometen son las rotondas. Hay gente que las traza, digamos a su manera, provocando importantes algomeraciones en las horas candentes del día y lo que es más peligroso, accidentes y choques frontales por los inoportunos cambios de carril.
La solución a este problema parece que pasa por un nuevo invento, las turbo rotondas. Matizando un poco lo de nuevo, ya que en otros países europeos como Francia u Holanda ya se han implantado, en España no se han visto muchas, quizás por el simple hecho de que sólo existe una, en la localidad asturiana de Villa de Grado.
¿Cómo funcionan?
Las turbo rotondas vienen a solucionar los dos problemas que hemos descrito antes: las retenciones y los cambios de carril inesperados. Para ello, estos emplazamientos se han diseñado concienzudamente, hasta el punto de que el conductor tiene que decidir por qué carril entrar a la rotonda en función de su destino, ya que una vez dentro no podrá cambiar y va en serio.
La lógica no es demasiado complicada. Si nos encontramos una turbo rotonda y queremos tomar la primera salida, nos mantendremos en el carril derecho y luego la rotonda nos dirigirá hacia nuestra salida de forma directa. De esta manera nos será imposible pasar al carril central, ya que este estará separado por una línea continua.