Hay países que diariamente tienen que sortear los posibles accidentes contra animales. En regiones con grandes extensiones de bosque o zonas deshabitadas, los animales están en su entorno y son las carreteras las que seccionan su hábitat. Es por ello que países como Canadá o los situados al norte de Europa llevan años usando dispositivos ultrasónicos para ahuyentar a los animales.
No son los únicos sistemas. Existen bolardos fijos ultrasónicos que evitan que los animales crucen por lugares peligrosos (tanto para ellos como para los conductores) o que evitan que entren en zonas ganaderas. Pero es imposible (y además va en contra de la protección de la naturaleza) llenar las carreteras de ruidos que eviten a los animales vivir con tranquilidad.
Pero volvamos a los dispositivos pasivos. Se tratan de unos elementos cónicos desarrollados de tal manera que cuando se superan los 50 km/h aproximadamente, el aire que circula por el interior emite un sonido casi imperceptible para nosotros pero molesto para los animales.
¿Son eficaces? Pues realmente no lo podemos saber. Pero que la Guardia Civil o las ambulancias que prestan servicio en Galicia los usen y hayan constatado que sí han disminuido los accidentes, reafirma que sí podrían cumplir su cometido.
Lo cierto es que además son económicos, con un precio de entre 5 y 20 euros dependiendo del lugar en el que hagamos la compra. Eso sí, rompen la estética (aunque son pequeños) dependiendo de dónde los coloquemos y puede que generen ruidos aerodinámicos que podríamos llegar a percibir.
