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Valentino Rossi es de carne y hueso, con virtudes y defectos

Fotos: Motogp.com
Las situaciones extremas hacen aflorar el verdadero carácter de las personas. En Sepang, Valentino Rossi ha dejado de ser un mito idealizado para convertirse en un hombre de carne y hueso, como cualquiera de nosotros, con sus virtudes y sus defectos.

He dejado pasar horas antes de ponerme a teclear. Horas en las que han circulado por mi cabeza multitud de sensaciones, y creo que en una situación como la de hoy, verdaderamente excepcional, es necesario, más que nunca, calmar los ánimos y contemplar todo lo sucedido con frialdad y sin apasionamiento, aunque la cascada de acontecimientos, declaraciones, réplicas, apelaciones y demás ha sido una montaña rusa de sensaciones.

He visto una y mil veces el incidente, y esas tres vueltas intensas en las que ambos, Rossi y Márquez, pilotaron sin contemplaciones, a cara de perro. Hasta que llegó la maniobra de Rossi. Creo que no hace falta explicarlo más: fue un maniobra claramente antideportiva. Punto y final.

Ojalá que todo hubiera acabado allí. Pero las redes sociales se incendiaron de inmediato. En ese momento, antes de conocer la sanción que se le impondría a Rossi, las descalificaciones se multiplicaron. Para mí era innecesario. Yo no lo veo con la visceralidad de los aficionados: no es el primero ni será el último incidente de este tipo que contemple. Simplemente es diferente porque implica a los que, seguramente, son los dos pilotos con mayor carisma del campeonato, son el pasado, el presente y el futuro de este deporte, los dos hombres de referencia en el motociclismo moderno, y que me perdone mi admirado Jorge Lorenzo por hablar así, él que es puente entre ambos.

Para mí simplemente es un error, un gran error de Rossi actuar así. Quizás está demasiado idealizado por muchos, pero hemos podido ver que es un hombre como cualquiera de nosotros, capaz de lo mejor y lo peor, capaz de maravillarnos con su talento y decepcionarnos con su mediocridad. ¿Acaso alguno de nosotros no ha cometido alguna vez un tremendo error? Yo sí; yo me he equivocado muchas veces. Hoy Rossi se ha equivocado y nos ha decepcionado, a muchos. Pero no por ello voy a dejar de apreciarlo y considerarlo como uno de los mayores talentos que he conocido. Como él, solo unos pocos: Nieto, Bayle, Peterhansel… Son personajes irrepetibles.

Lo que ha hecho Rossi no es nada nuevo, ya lo hemos visto antes; lo excepcional es el contexto en el que se ha producido el incidente.

Lo que hizo Rossi no es muy diferente de lo que hicieron otros antes, y sin embargo en solo unos segundos se le había vapuleado en la red. ¿Hemos olvidado Argentina 1998, la maniobra de Loris Capirossi sobre Tetsuya Harada? ¿O cómo soltó los frenos Alex Crivillé en Eastern Creek 1996 y se llevó por delante Mick Doohan? Hasta el propio Alex reconoce que fue así, que fue a “llevárselo puesto” sin más contemplaciones. O lo de Hanika en Jerez con Juanfran Guevara. En las horas inmediatas al incidente, Rossi ha sido despellejado sin piedad. ¿Acaso no recordáis la terrible maniobra de Marco Simoncelli sobre Héctor Barberá en Mugello? ¿No se merecía aquello un castigo ejemplar? Pero el recuerdo que se tiene de Marco es inmaculado. ¿Se es más piadoso con la memoria de Marco por el hecho de que, tristemente, falleció hace cuatro años? Porque aquello fue mucho más peligroso que lo que ha hecho Rossi hoy.

En esencia, el sentido de todas esas maniobras es el mismo. Hubo encendidas discusiones entonces, pero hoy en la aldea global las redes sociales ejercen de altavoz multiplicador. El tiempo templará ánimos, eso pensaba yo…

Después de la carrera, las declaraciones del propio Rossi han avivado aún más el fuego de la polémica. Esto también era innecesario.

Pero la tarde ha traído nuevas declaraciones que han echado más leña al fuego en vez de aportar sentido común. Confieso que he sentido sonrrojo oyendo las explicaciones de Valentino al pie de podio. Qué cínico, pensé con sus primeras palabras. Pero está en su derecho de aportar su punto de vista. Después llegó la penalización, más que esperada y creo que justa. La respuesta de Rossi, crucificando a Márquez, obsesionado con él desde que llegó a Sepang, sigo sin entenderla. Con lo fácil que habría sido acatar la sanción, por mucho que estuviera en contra, y ya está. Pero para mí lo que no tiene sentido es su amenaza: “¿Valencia? Tal vez ni siquiera salga”, dijo después.

Al más puro estilo de Hernán Cortés, Rossi ha quemado sus naves y ha convertido lo sucedido hoy en una huída hacia delante que no consigo entender. La amenaza de no correr en Valencia entiendo que forma parte de su escenificación, pero estoy seguro que correrá en Valencia, porque tiene un compromiso con Yamaha y con Dorna. Pero si por un solo instante creyera Rossi que el campeonato solo tiene sentido con él en pista, está muy equivocado: hay vida más allá de Valentino, por más que en estos últimos veinte años Rossi ha sido el centro del universo de MotoGP. El Mundial de Velocidad tuvo sus héroes y sus mitos antes que Rossi, y tendrá otros cuando él ya no esté.

Y sobre la obsesión que ha manifestado este fin de semana con Márquez, solo llego a la conclusión de que existe una serie de cuentas pendientes entre ellos que arrancan de las anteriores temporadas. Esto no nace en Argentina, ni mucho menos. Ni en Assen. Y solo ellos dos saben realmente donde está el origen de todo. Habría que bucear en el pasado, en esa a todas luces falsa complicidad que ambos parecían tener. En definitiva, no nos engañemos, no hay amigos en las carreras.

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