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Prueba Triumph Bonneville Steve McQueen SE: mito bélico

Fotos: Javier Ortega
En 1963, el actor americano Steve McQueen alcanzó el estrellato "hollywoodiense" protagonizando una de las escenas más memorables del cine bélico en la película "La Gran Evasión". Esta edición limitada es un homenaje a aquella Triumph TR6 Trophy.

Cine y motos… una combinación explosiva a lo largo de la historia. Triumph ha sido una de las marcas más utilizadas en la gran pantalla, signo inequívoco de que son muy “resultonas” de cara al público. En 2013 se conmemora el 50 aniversario de la película La Gran Evasión y los 55 años del lanzamiento de la Triumph Bonneville (la T120 se presentó en el Earls Court Bike Show de Londres). Estos acontecimientos supusieron el reconocimiento mundial como actor de Steve McQueen (además fue la primera peli en la que aparece en moto) y el nacimiento del modelo más legendario de la marca británica. Cabe mencionar que la denominación de la moto se debe a los récords de velocidad (+300 km/h) que Johnny Allen consiguió pocos años antes en el Lago Salado de Bonneville (Utah), la meca de los caza-récords.

Nuestra exclusiva protagonista es un remake de una de las Triumph más famosas del cine, aquella Tiger con la que Virgil Hilts (McQueen) intentó escapar de las BMW’s de los nazis saltando a lo freestyler por encima de la alambrada que le separaba de la frontera suiza. Aunque la pasión y habilidad de Steve por todo lo que oliera a gasolina es de sobra conocida, la toma del salto real fue realizada por su colega Bud Ekins. Ganó varias medallas en los ISDT, algunas como capitán del equipo de enduro americano (en el que también estaba McQueen) en los Seis Días de 1964 con sendas monturas Triumph. Al igual que steve, fue un gran especialista off-road.

Para crear la McQueen Special Edition Triumph usó como base la versión T100, pero minimizando el cromo con negro, empleando pintura verde kaki y añadiendo algunos accesorios con el objetivo de “militarizarla” como es debido (puños de Triumph Thunderbird, asiento monoplaza con parrilla trasera y cubrecárter). Los adhesivos con el logotipo en el depósito, la placa numerada en el manillar y el certificado de autenticidad terminan de darle el toque maestro. Un dato: sólo se han construido 1.100 unidades (la de nuestra prueba es la nº612).

Ritmo sereno

Esta Bonnie es tranquila, cómoda, estrecha (74 cm), baja (77 cm del asiento al suelo) y muy compacta. Uno de los aspectos que más me han llamado la atención, ha sido el funcionamiento de su bicilíndrico en paralelo de 865 cc y 67 CV. A pesar de su “estética carburatada” (los inyectores van por dentro), la electrónica Keihin hace que la suavidad de funcionamiento sea alucinante. El tirón inicial desde parado me recuerda, incluso, al de las motos eléctricas: instantáneo y directo. Llegar a 160 km/h de marcador en pocos segundos es realmente fácil… En los ’60 fue una de las motos más rápidas del mercado y hoy día sigue siéndolo en su segmento. El clásico tirador del aire para facilitar el arranque en frío es un puntazo.

La manejabilidad es muy buena, casi tanto como una naked sport. Aunque resulta pesada (si no la tienes que empujar en parado no lo notas) goza de un centro de gravedad muy bajo. Entre curvas, ojo con inclinar demasiado: los reposapiés (adornados con una goma con logo Triumph) rozan fácilmente con el asfalto. Para moverte entre el tráfico de la ciudad es ideal.

El freno delantero monodisco de 310 mm con pinza Nissin de doble pistón se muestra algo justo, siendo necesario tirar del trasero para compensar. La pareja de amortiguadores Kayaba funciona bien, pero la suspensión delantera (horquilla convencional de 41 mm) se hunde demasiado y carece de regulación.

Valoración final

Desgraciadamente, la última de las 70 unidades de la McQueen Special Edition que llegaron a nuestro país se acaba de vender por lo que, si quieres hacerte con una, deberás esperar a que alguno de sus afortunados y cinéfilos poseedores le apetezca anunciarla.

La Triumph Bonneville, en cualquiera de sus versiones, es la mejor moto-retro del mercado. Al contrario que otras, no sólo sirve para pasearla por las terrazas y sacarle brillo con una gamuza, sino que también se muestra muy polivalente y válida para el día a día. Una moto que hace girar cabezas allá por donde va, que siempre recibe la aprobación del respetable y que aúna como nadie tradición y modernidad.

Las modas pasan pero la clase permanece, por eso, después de 55 años rodando por las carreteras de todo el mundo, las Bonneville siguen rompiendo corazones.

Lo mejor:

  • Imagen
  • Motor
  • Exclusividad

Mejoraríamos:

  • Sólo un disco de freno delante
  • Peso elevado (230 kg en orden de marcha)

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