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Conducción en moto: la formación del motorista como factor de seguridad

Fotos: JCD
Joan Campsolinas
Estar atentos, ser precavidos, cautelosos y educados tampoco basta para reducir a niveles aceptables el riesgo de conducir una moto. Hay otros factores que también influyen en nuestra conducción y que, gracias a la formación, podremos minimizar.

En nuestro tercer capítulo de Conducción en moto, La psicología del motorista seguro, vimos la gran influencia que una ACTITUD adecuada tiene en la seguridad del motorista. La complejidad del entorno viario, la a menudo cuestionable (cuando no negligente) actitud de otros conductores y los particulares requerimientos derivados de la conducción de nuestro vehículo de sólo dos ruedas nos obligan a tomar las decisiones más convenientes en cada momento y a ejecutarlas con la máxima eficacia. Esta facultad es la APTITUD, con “P” en lugar de con “C”.

El gráfico siguiente resume la importancia relativa que tienen los distintos factores en la seguridad del motorista. Se trata de una apreciación personal basada en mi propia experiencia, en la que puede observarse el gran peso específico de la FORMACIÓN como factor de seguridad (75% sumando actitud y aptitud).

Importancia de algunos factores en la seguridad del motorista

Conducir una motocicleta es sin duda una actividad arriesgada, nos guste o no reconocerlo. Además de protegernos adecuadamente (Seguridad Pasiva), la mejor manera de compensar ese riesgo todo lo posible es a base de formación, al igual que sólo un piloto de acrobacias bien entrenado puede hacer su trabajo con un nivel razonable de riesgo. Pero muchos motoristas entienden demasiado a menudo por formación cuestiones tan elementales como ser capaces de mantener el equilibrio, saber dónde están los frenos y el acelerador o conocer mínimamente el código de circulación, una visión reduccionista que la nefasta convalidación del carné de coche para conducir moto a finales de 2004 contribuyó a agravar con las consecuencias de todos conocidas.

Gráfico del aumento de accidentes tras la convalidación del carné B

Suelen entonces conformarse con aprobar un simple examen (eso en el mejor de los casos) para obtener su licencia, lanzándose alegremente a la calle, la jungla del asfalto en la que les esperan sus “depredadores” naturales (¿a que no hace falta citarlos?), creyéndose ingenuamente preparados para conducir un vehículo mucho más vulnerable que el coche, concretamente unas 14 veces más vulnerable atendiendo a la probabilidad de resultar herido en una colisión entre coche y moto.

El ejemplo del ajedrez

Os voy a proponer un ejemplo. ¿A que difícilmente os atreveríais a consideraros buenos jugadores de ajedrez si sólo fuérais capaces de mover correctamente las distintas piezas? Os faltaría la ESTRATEGIA, la TÉCNICA, y sobre todo la EXPERIENCIA necesaria, ese almacén mental de jugadas que os permitiría enfrentaros con auténticas garantías a vuestros rivales. En definitiva, os faltaría FORMACIÓN. Ni que decir tiene que haríais el más espantoso de los ridículos en cualquier competición digna de tal nombre. Pues eso es precisamente lo que les sucede a demasiados motoristas, sobretodo urbanos, para los cuales la moto no es más que un simple medio de transporte y no se preocupan lo más mínimo en mejorar sus conocimientos. Pero los errores se pagan muy caros encima de la moto, desde luego muchísimo más que ante un tablero de ajedrez.

Hace 35 años que conduzco motocicletas, por ciudad y carretera. A pesar de ello cada día aprendo algo nuevo, algún pequeño detalle que me ayuda a aumentar mi seguridad. El conjunto de estos mil detalles (esa mancha de color brillante en el asfalto ante la que mejor no frenar ni inclinar demasiado la moto, ese coche de trayectoria errática que puede cruzarse en mi camino sin avisar, ese mirar a mi espalda por los retrovisores para que no me “cacen” a las primeras de cambio, esa costumbre de comprobar por si acaso que no viene ningún coche antes de arrancar en primera línea al salir del semáforo, ese movimiento revelador del pasajero que está a punto de abrir la puerta ante mis narices…) es lo que llamo EXPERIENCIA.

Una puerta abierta en medio del tráfico puede ser más común de lo que parece

Recuerdo que cuando empecé a montar en moto nadie se molestó en explicarme ni uno solo de esos mil detalles, ni siquiera en la autoescuela, de forma que a los pocos días ya habia probado las “delicias” del asfalto al resbalar un día de lluvia sobre los dichosos raíles del tranvía. Así que no me digan que aprender a conducir una moto es posible sólo practicando porque la formación incluso en su vertiente precisamente más práctica, la experiencia en buena parte y desmintiendo el tópico, sí que es transferible. Espero que este artículo haya contribuido a demostrarlo.

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