Mientras que en Europa tenemos la ECE 22-05, la normativa Snell regula los cascos que se venden en Japón y la DOT, los que se venden en Estados Unidos. Si no queremos ser multados, deberemos llevar un casco que cumpla la pertinente norma de homologación. Pero mientras la ECE 22-05 y la Snell realizan pruebas y ensayos muy rigurosos, los americanos han empezado a poner en entredicho la normativa DOT.
Y es que el estándar por el que se definió esta norma data nada menos que de 1974, y presenta detalles tan absurdos como que deba soportar unos picos de impacto inusualmente altos pero, por otro lado, que no sea necesario que los cascos que se quieran homologar bajo esta normativa conlleve pruebas de impacto en la visera o sistemas que evite la rotación del mismo sobre la cabeza.
Por si fuera poco, las pruebas que deben pasar son realizadas por los propios fabricantes y ellos certifican que así ha sido. Esto produce la paradoja de que luego, en pruebas de laboratorios independientes, una media del 20% presentan resultados no satisfactorios cuando, teóricamente, sí habían sido homologados.
Muchos cascos fabricados en Estados Unidos y comercializados a lo largo del mundo no presentan problemas pues pasan tanto las normas DOT como la ECE 22-05 y la Snell. Sin embargo son los pequeños fabricantes americanos en los que su mercado es el consumo interno los que pueden presentar irregularidades y una protección escasa frente a los accidentes.
Es por ello que FortNine, un videoblogger canadiense, ha realizado este magnífico vídeo con una ambientación como si de una película de detectives se tratase, y en la que descubre esta y otras incongruencias en la normativa DOT y pide que, los americanos, lancen una nueva norma con la que se creen cascos más seguros.
