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Prueba Triumph Thunderbird LT: culto a los ’50

Fotos: Javier Ortega
Este año, los ingleses han atacado el mercado custom americano con un modelo de imagen inmortal y contundentes líneas clásicas que evoca las siluetas de las motos de hace seis décadas, pero con una buena dosis de tecnología Triumph y saber hacer. Nostalgia maxi-bicilíndrica en pleno siglo XXI.

Nuestra protagonista es el modelo más elaborado, completo y personal de las cuatro integrantes que componen la familia Thunderbird. La gama custom de Triumph llega ya a los nueve modelos, una selección suficientemente extensa como para satisfacer las necesidades de todos los usuarios que no pueden vivir sin cuero y cromo. Como novedad este año, además de la Thunderbird estándar (custom básica) y la Storm (muscle), aterrizó la Thunderbird LT formando pareja con la Commander, un opción de estética más deportiva pero con la misma plataforma.

La denominación Thunderbird debutó en Triumph allá por 1949 pero, con mecánica bicilíndrica en paralelo y estética custom, existe desde 2009. La Thunderbird LT (Light Touring) es una imponente moto que rivaliza directamente con un cuarteto americano compuesto por la Harley-Davidson Heritage Softail Classic (23.850 €), Harley Road King Classic (25.240 €), Indian Chief Vintage (26.799 €) y Victory Cross Roads Classic (19.900 €), pero con refrigeración líquida y cilindros en paralelo en lugar de en V, claro.

Llantas de radios, neumáticos con banda blanca, parabrisas regulable en altura, alforjas de cuero, doble faro antiniebla delantero, intermitentes “bala”, depósito de gasolina “gordo”, pintura bitono, buenas curvas y mucho cromo son las principales características que marcan la personalidad de la LT.

Pasear deprisa

Nada más subirte a la Thunderbird LT y pulsar el botón de arranque te “cambia el chip”. La postura no te pide guerra y te encuentras a gusto desde el primer instante, el asiento es más confortable que muchos sillones que conozco, no es un impedimento para usuarios de baja estatura (está a 70 cm del suelo) y las vibraciones de su bicilíndrico de 1.699 cc son casi inexistentes, ni punto de comparación con un V-Twin, el típico motor del segmento custom.

La potencia en una custom nunca es decisiva, pues lo que prima es esa sensación de fuerza traducida en aceleración que “te llena” hasta las 3.000 revoluciones. 94 CV pueden resultarte algo justos, pero 151 Nm de par a 3.550 rpm se hacen notar. Buenas recuperaciones, sensación de desahogo y un ronroneo constante que te invita a pasear deprisa por tu carretera preferida sin mayor pretensión que disfrutar del paisaje y del placer de rodar tranquilo en moto. Sus 22 litros de depósito también ayudan a no tener que preocuparte de la gasolinera durante los primeros 300 km.

Si fuerzas la Thunderbid en un tramo de curvas para catar sus aptitudes deportivas te encontrarás con mucha transferencia de masas en las frenadas, una horquilla Showa demasiado blanda y los avisadores de los reposapiés lijados. Cierto es que, a pesar de su elevado peso y grandes dimensiones, es bastante más ágil que otras motos de su especie. El secreto de este agradable comportamiento pueden ser sus estudiadas y “ajustadas” geometrías (29.9º de lanzamiento y 133 mm de avance). Como en toda custom que se precie, es casi imprescindible compensar la frenada actuando sobre el freno trasero (Brembo) para rematar con los delanteros (Nissin), ya que las inercias de una moto de 380 kg por encima de la velocidad legal son más que respetables.

Valoración final

Triumph ha diseñado una custom de estética vintage con la suficiente sofisticación como para no perder las señas de identidad de una moto clásica y que al mismo tiempo puedas desenvolverte en carretera con la autoridad de una montura actual. De la ciudad tendrás que olvidarte, pero jugar con su doble palanca de cambio “punta-tacón” en carreteras secundarias tiene su rollo.

En una moto en la que la imagen es tan importante, también es fundamental disponer de un extenso catálogo de accesorios. En este sentido, la Thunderbird LT no iba a ser menos y dispone de más de una treintena de piezas con las que conseguir el toque personal que buscamos incluyendo, por ejemplo, una curiosa toma de corriente opcional oculta en una de las carteras. Otros detalles como el indicador del nivel de gasolina analógico también son de agradecer.

Sus 18.695 € (ABS de serie) la convierten en la segunda Triumph más cara del catálogo 2014, pero es la opción más equilibrada de su segmento ya que se encuentra a medio camino entre las prestigiosas opciones americanas y las más sencillas japonesas. La calidad de acabado de la Triumph es muy buena y los materiales utilizados no dejan lugar a dudas. El cierre de las alforjas se realiza por velcro en la parte superior y dos automáticos tras las falsas hebillas. El interior está tapizado y dispones de bolsas interiores para poder transportar el equipaje con mayor facilidad una vez aparcada.

Lo mejor:

  • Comodidad
  • Imagen
  • Agilidad en marcha

Mejoraríamos:

  • Tapón de gasolina sin llave
  • Horquilla no regulable
  • Peso

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