Las cifras de siniestralidad nunca son buenas noticias, porque un solo herido es un drama personal y cada fallecido un drama familiar. Sin embargo, igual que cuando esas cifras arrojan un aumento (más víctimas) se encienden alarmas de todo tipo, cuando hay un descenso siempre da cierto alivio pensar que son menos los compañeros y familias afectados.
Cada víctima es un drama, pero si la tendencia global es de aumento y en las motos han bajado… alivia.
No es un gran cambio, pero en la campaña de verano de 2018 ha habido dos fallecidos menos en accidente de moto y uno en accidente de ciclomotor, respecto de 2017. En total, pues, tres víctimas mortales menos, pasando los que iban en moto de 54 a 52, y los que iban en ciclomotor de 7 a 6. Teniendo en cuenta que la cifra global ha aumentado de 225 a 259 fallecidos, en buena parte por culpa de los fallecidos en coche o autocar (36 más que en 2017), podemos estar contentos con “nuestro” resultado aunque mejor será cuando no haya ninguna víctima.
Menos contentos podemos estar con las reflexiones de la DGT. Pere Navarro, a quien creemos debemos dar confianza para poder hacer las cosas bien, ha señalado la velocidad como la principal causa de accidentes seguido por las distracciones. La mayoría de siniestros fueron salidas de vía (37%) seguidas de colisiones frontales (29%). Navarro recordó que en Gran Bretaña o Francia hay muchos más radares que en España y recuperó su plan de reducir la velocidad en algunas carreteras secundarias de 100 a 90 km/h. No se habló en la rueda de prensa de mejorar la educación vial en colegios y autoescuelas, ni de mejorar los exámenes psicotécnicos o pedir responsabilidades a quienes lo hacen (o las ITV). Ni de limitar mejor el uso del móvil. Ni del necesario cambio de legislación para mejorar la protección de usuarios vulnerables (peatones, ciclistas y motoristas) y que fueron el 34% de las víctimas este verano. En fin: mal.
Llama la atención que casi uno de cada cuatro fallecidos en coche (23 por ciento) no llevaban puesto el cinturón de seguridad. Llevarlo hubiera posiblemente salvado al vida de esas 29 personas… En cuanto al casco por desgracia la cifra de fallecidos podría haber sido mejor todavía, pues uno en ciclomotor y dos en moto no llevaban casco puesto cuando se accidentaron (y murieron por ello).
La campaña de control a motos es la que tuvo menos denuncias.
Durante el verano hubo varias campañas de control por parte de la Guardia Civil. Llama la atención que la de furgonetas arroja una cifra cercana al diez por ciento de denuncias: de 37.000 controladas, algo más de 3.000 fueron denunciadas por algún motivo. Muy distinto del caso de las motos: de casi 15.000 controladas, sólo se denunció a menos de 400, menos del 3 por ciento. Un buen motivo para dejar de controlarnos a nosotros y fijarse más en otros ¿no?.
