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Prueba Triumph Street Triple RS 2017: santísima trinidad

Fotos: Triumph
La tercera generación de la street fighter inglesa se desdobla en tres versiones impulsadas por un nuevo motor tricilíndrico de 765 cc, siendo la RS la máxima evolución de este concepto. Con ella, la hegemonía en el segmento naked deportivo de cilindrada media se mantiene: apuesta por el 3 y vive una experiencia mística.

Prueba Street Triple RS

El mes pasado Triumph desvelaba, mediante una presentación estática en Londres, uno de sus secretos mejor guardados, la gama Street Triple 2017, motos que no se habían visto en los últimos salones de INTERMOT y EICMA. La primera Street debutó en el mercado en 2007, la R llegó en 2009 y el paso a la segunda generación fue en 2013. La última aportación 675 llegó en 2015 en forma de versión RX SE pero, ahora, la Street crece en rendimiento y prestaciones para marcar diferencias respecto a sus competidoras directas. La carrocería también ha sido retocada, afilando algunos elementos

De las tres versiones 2017 (S, R y RS), que realmente ascienden a cinco añadiendo la S A2 (95 CV limitable a 48 CV) y la R LRH (4.5 cm menos del asiento al suelo, pensada para usuarios de baja estatura), la RS ejemplifica como ninguna otra cómo se puede mejorar una moto que, de base, ya era muy buena. El motor sigue siendo un tricilíndrico en línea 12 válvulas “marca de la casa”, pero ahora pasa de 675 a 765 cc. Cigüeñal, pistones, escape o caja de admisión son algunas de las 80 piezas nuevas de este motor. Más par, potencia y tecnología presente en un modelo que no teme a otras naked de litro más poderosas debido a su enorme efectividad, precisión y comportamiento. Para aumentar la estabilidad sin perder la fantástica agilidad de la segunda generación ha habido que retocar la parte ciclo convenientemente, con algo más de lanzamiento y un nuevo basculante con anclaje elevado. La suspensión de la RS es “pata negra”, recurriendo a una horquilla invertida Showa BPF 41 mm multirregulable combinada con un amortiguador trasero Öhlins STX40 con depósito independiente.

Por otro lado, la herencia Speed Triple se deja notar, no sólo en el frontal de la moto, sino también en su equipamiento y dotación electrónica. La RS destaca por sus 5 modos de conducción (Rain + Road + Sport + Track + Rider configurable), ABS firmado por Continental (desconectable), control de tracción (desconectable), cambio semiautomático, embrague anti-rebote asistido, luz diurna LED (DRL), instrumentación con pantalla TFT de 5 pulgadas (6 diseños diferentes para mostrar la información) regulable en inclinación (mantener una correcta visión independientemente de la altura del conductor), intermitentes autocancelables y ordenador de a bordo.

Excitación máxima

El circuito mundialista de Montmeló (nuevas variantes incluidas) ponía la guinda a la presentación internacional de la Triumph Street Triple RS, no sin antes dar buena cuenta de ella en algunas de las carreteras más reviradas de la zona. La nueva moto dispone de mucho potencial y, tras unos cuantos kilómetros, he de reconocer que el trabajo realizado es sobresaliente. Sus capacidades en carretera abierta son infinitas, pero en un circuito a priori “demasiado rápido” para esta naked se ha tornado el escenario ideal para disfrutar como un enano y bajarte de ella con una sonrisa de oreja a oreja.

Durante toda la jornada pude explorar a conciencia los 5 modos de conducción, ascendiendo progresivamente desde el más tranquilo (Rain) al más explosivo (Track), cada uno de ellos asociado a un nivel de funcionamiento más o menos intrusivo del control de tracción (4 respuestas diferentes según modo) y el ABS (2 respuestas), además de una respuesta más o menos directa del acelerador (3 respuestas). El Modo Rider permite la configuración de cada uno de los tres parámetros al gusto de su usuario, quedando memorizado en busca de un compromiso personal ideal. El Modo Track sólo se puede seleccionar en parado y “libera” todos los controles sin llegar a desconectarlos, a no ser que tú lo hagas desde el menú. Bien es cierto que hay demasiados pasos para cambiar de modo en marcha (seleccionar con el botón “M”, confirmar con el botón joystick y coger embrague cortando gas, todo desde la piña izquierda) y, como todo, te acostumbras rápido, pero hubiera preferido dos pasos en vez de tres y todos ellos desde el botón Mode. En ningún momento notas una respuesta seca, violenta o desentonada: el nuevo acelerador electrónico tiene muy buen tacto, progresivo, lineal y sin asperezas ni retardos.

El motor ha ganado par, es igual de explosivo y rápido para subir de vueltas que antes, empuja más y nunca da sensación de desfallecimiento. Realmente es casi imposible mantener la calma sobre esta moto pues sus reacciones son tan vivas, directas e instantáneas que cualquier insinuación se transforma en acción inmediata. La relación de cambio también es diferente respecto a la versión precedente, empleando una 1ª-2ª más cortas que inciden en la instantánea y contundente capacidad de aceleración de esta naked.

El Modo de conducción Track libera todos los controles sin llegar a desconectarlos

El trabajo realizado en el chasis, encabezado por el ingeniero español de Triumph Felipe López Córdoba, se deja notar, con unos reglajes de suspensión de libro y un amortiguador trasero que no comprometen la estabilidad en ningún momento. En plena inclinación, con la deslizadera desintegrándose contra el asfalto, la sensación de control-placer que otorga abrir gas a fondo mientras empalmas marchas sin embrague e imaginas cómo trabaja el control de tracción (no notas su intervención en ningún momento) al tiempo que la Street no se mueve 1 mm de su trayectoria y empuja sin parar, es alucinante. Ahora el embrague antirrebote evita que la rueda trasera “salte” en reducciones fuertes, lo que ha permitido subir el basculante minimizando también esa desagradable sensación de excesiva compresión al acelerar a fondo, “catapultando” así la moto a la mínima insinuación del gas. Cambios de dirección ultrarrápidos, agilidad y “buen rollo” en cada trazada.

La Triumph Street Triple RS es un instrumento de precisión que “engancha”, un juguete que te apetece tener en el garaje, fácil de conducir, cómoda y sin medias tintas, una máquina que hace fácil lo imposible y que nunca te deja en evidencia a la hora de hacerte con ella. Tiene un característico sonido “roncoagudo” inconfundible que se ha agudizado para marcar territorio, está calzada con “gomas de borrar” Pirelli Diablo Supercorsa SP y dispone de más de 17 litros de depósito por si quieres hacer rutas largas. El cambio semiautomático es muy preciso para empalmar marchas sin cortar gas, pero se echa de menos un sistema que permita reducir igual de rápido. Por otro lado, el equipo completo de frenada Brembo (bomba radial, discos flotantes y pinzas radiales M50) es de lujo, deteniendo la moto cuando y donde quieras: ¿qué más se puede pedir?

La Triumph Street Triple RS reposa en la recta del Circuito de Catalunya

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