Cinco años después del renacimiento de Indian gracias a su compra por el gigante americano Polaris Industries llega la Scout Bobber, el plato fuerte de 2018 para la firma del indio. Es la tercera versión Scout junto a la Sixty y la estándar, sumando un catálogo general que ya alcanza los 16 modelos, agrupados en cuatro familias (Scout, Bagger, Cruiser y Touring). Este modelo mantiene una clara inspiración de la cultura hot rod de los años ’40 del siglo pasado, cuando se aligeraban los ya inservibles modelos de posguerra, una tendencia que vuelve a cobrar fuerza dentro del universo custom del siglo XXI. Sus principales rivales son la Triumph Bonneville Bobber Black, Harley-Davidson Fat Bob, Sportster Forty-Eight y Moto Guzzi V9 Bobber.
Las principales modificaciones respecto a la Scout estándar pasan por el manillar elevado, reposapiés retrasados, diseño de llantas (8 palos), neumáticos de “tacos” Kenda, cubrefaro delantero, asiento bicolor monoplaza (está homologada para dos ocupantes), guardabarros recortados al más puro estilo “bobtail”, horquilla de cartucho, amortiguadores traseros cortos, gama de colores y dominio del negro mate en lugar de cromo.
Minimalismo Sport
Antes de subirte en la Indian Scout Bobber llama la atención por su longitud y baja “estatura”. Además es estrecha y accesible para conductores de todas las alturas. La posición de conducción es agresiva, acorde al espíritu del modelo, demasiado si pretendes cubrir muchos kilómetros seguidos, pues con el manillar adelantado que te obliga a estirar todos los brazos y unos estribos menos retrasados de lo que creía, tu cuerpo adopta forma de “V” tumbada algo forzada. Eso sí, encajas perfectamente en el cuidado asiento de cuero y actúas cómodamente sobre todos los mandos.
La aceleración es uno de los puntos fuertes de este motor gracias a sus 97 Nm de par a 5.600 rpm, una sensación de empuje intensa pero controlable, con suavidad, constante y sin pérdidas de inercia gracias a la habitual correa dentada de transmisión habitual en las motos custom. Las culatas de 4 válvulas otorgan una viveza sin parangón en modelos de otras marcas, sube de vueltas rápido y las recuperaciones son muy buenas. Si prefieres circular reposado, no hace falta que superes las 5.000 rpm: el motor tiene margen de sobra y nunca desfallece. Las vibraciones son prácticamente nulas. El único reloj de su instrumentación cuenta con un display digital que muestra las revoluciones y la marcha engranada, datos siempre interesantes a tener en cuenta.
El chasis de aluminio es otro de sus rasgos de identidad, una característica que marca la diferencia, permite mover muy ágilmente la Bobber en cualquier circunstancia teniendo en cuenta que tiene 1.562 mm entre ejes. Circulando a baja velocidad el ancho neumático tipo “donut” delantero penaliza algo, pero nada preocupante y mucho menos que en otras monturas del mercado. Un radio de giro escaso y mucho calor saliendo del motor nos indican que la Bobber no está diseñada para hacer “florituras” entre los atascos de hora punta. La estabilidad en carretera es superior a otras Scout debido a la horquilla mejorada y al correcto tarado de la suspensión aunque, en este sentido, la pareja de amortiguadores traseros es algo seca de reacciones al pillar un bache debido a sus escasos 5 cm de recorrido. Enlazando curvas, los 255 kg declarados con todos los llenos no se notan, también gracias a un centro de gravedad muy bajo que facilita los movimientos.
De serie incorpora ABS y un único disco delantero (seguramente por cuestiones estéticas) mordido por una pinza Nissin de 2 pistones por lo que, una vez lanzado, siempre es mejor “tirar” de freno trasero también si quieres detener la moto rápidamente. Sus 12,5 l. de depósito te otorgan unos 200 km de autonomía.